sábado, 12 de septiembre de 2009

FÚTBOL
(12-5-2002)
JUAN GARODRI


«Empecé a formarme como atleta y como deportista apenas cumplidos los quince años, y con la alegría que proporciona la juventud me sentía orgulloso de mis triunfos, reo quizá del pecado de vanidad. Fue el tiempo el que me enseñó a no desdeñar al vencido. Fueron los años los que me educaron en los campos deportivos; y aquel joven que a nada daba importancia y que gustaba de henchir el pecho en tantas ocasiones, se fue trocando en valedor de los diversos aspectos morales que encierra el deporte». Son palabras de Ricardo Zamora, una de las grandes figuras del fútbol mundial y el portero más famoso de todos los tiempos. Su traspaso al Real Madrid en los años ‘30 por 150.000 pesetas causó sensación en aquella época.
A pesar de todo, a muchos le sonarán sus palabras a soflama monitoria, esa persuasión de tendencia educativa que pretende respetar al contrario, no desdeñar al vencido y resaltar los aspectos morales que encierra el deporte. Juá, juá, permíteme que me parta de risa. ¿Respetar al contrario? Pero de dónde sales tú, tío, ni siquiera un meapilas de complexión atlética (alguno hay) siente el más mínimo respeto por el contrario. Vamos a ver, dime tú qué es un contrario, no es más que un jodido enemigo, alguien que se convierte en tu adversario, así que hay que darle caña y, si no puedes, al enemigo puente de plata, tío, y cuanto más lejos mejor y anda y que le den por saco. ¿No desdeñar al vencido? No sé para qué vences entonces si no se puede despreciar al vencido, ponerle el pie en el cogote, eso es lo que hay que hacer, que muerda el polvo hasta que se le haga barro en la boca, que se joda y pague la chulería que tiene cuando vence él, a ver si te crees que él no hace lo mismo, o peor, fíjate cuando perdemos, todo el mundo se nos echa encima, que ni salir puede uno a la calle, te meten la guasa y la rechifla por los ojos, así que no tienes más remedio que empezar a repartir hostias y al que le toque toque, y si uno se calienta pues a darle con el mazo al cristal del escaparate o al parabrisas del coche, y si se te hinchan los huevos a darle lumbre al cajero, tío, o una pedrada a la pasma entre ceja y ceja, que bien se lo ganan a cada carga. ¿Aspectos morales que encierra el deporte? ¿Que el deporte encierra aspectos morales? Pero qué dices, tío, estás más chapado que el Nautilus, más anticuado que los balcones de palo, eso es lo que estás, aspectos morales dices, eres un dinosaurio del comportamiento, en el período mesozoico, ahí es donde tú vives, mira que creer en los aspectos morales del fútbol, eso era antes, cuando el fútbol era un deporte, ahora el fútbol sólo es espectáculo y negocio, sobre todo negocio, miles de millones mueve el fútbol, billones en todo el mundo, háblale de aspectos morales a Joseph Blatter, anda, que hasta los codos está pringado el tío, según dicen, con lo de la malversación de fondos y la desviación de partidas de la FIFA para fines particulares, así que no me vengas con lo de los valores morales del deporte, que aquí el que no corre vuela, a ver por qué, si no, se dan de hostias los ultrasur y tiran contra todo lo que se mueve, porque están pagados por quien sea para que organicen la olla y la hagan explotar, es el modo de reventar el espectáculo, con lo que, en plan salvaje, el espectáculo resulta aún mayor, y todo el mundo se lleva las manos a la cabeza, pero esto qué es, y las cámaras de televisión y la prensa deportiva y la no deportiva recogen y resaltan y espectacularizan las bengalas, el destrozo y lanzamiento de asientos al césped, el fuego en las gradas, las batallas tribales en los aledaños, las carreras y cargas de la policía, el acoso y derribo de Acuña al hincha y la definitiva patada en el culo, el cabezazo de Djalminha a Irureta, los disturbios en Jerez y Tarragona, la invasión de los unos (y de los otros) en Villarreal, los insultos y agresiones de la hinchada zaragocista a sus propios jugadores, los desmanes y desórdenes de los ultras holandeses después de la final de la UEFA (y eso que ganaron), las malas tripas de los que pierden, la prepotencia de los que ganan, el turbio caso de la familia Gil, el pasteleo para la venta de la ciudad deportiva madridista, la obscenidad del fútbol, a ver qué te crees, no hay espectáculo limpio si sus promotores quieren concitar (y excitar) al gentío, los intereses que provoca el fútbol y el dinero que genera lo han convertido en un negocio de alto riesgo en el que proliferan las mafias, más o menos solapadas, lo han transformado en algo probablemente deshonesto y, en ocasiones, indecente.
El fútbol ha perdido su virginidad, me parece. La inocencia del harpastum que llevaron a Britania las legiones romanas se ha convertido en una obsesión monetaria sin límites. La ingenuidad del Tsu-Chu que los miembros de la dinastía Han (296 a.C.) mostraban para introducir entre pértigas de bambú una pelota golpeada con el pie, se ha convertido en una intencionalidad antideportiva que deja tiritando eso del juego limpio. La educación renacentista que mostraban los caballeros de Florencia en el gioco del calcio cuando lo practicaban en la Piazza della Signoria el día de san Juan, se ha convertido en una agresividad antideportiva y rencorosa, arquetipo de la venganza ancestral que, no creas, va a ser difícil de erradicar por mucho que Mariano Rajoy se reúna con los altos estamentos del fútbol para lo del bla, bla, bla.
A pesar de todo, uno sigue siendo aficionado al fútbol y me duele su decadencia deportiva, qué le vamos a hacer, porque resulta difícil, y doloroso, arrancarse de cuajo las idolatrías iconográficas infantiles. Toda la vida he sido aficionado al fútbol. Así que me arrellanaré en mi sillón preferido con una buena cerveza fría y unos pistachos para no perderme la final de la Champion’s, aunque no sea más que por contemplar las excelentes paradas de César (que, dicho sea de paso, valga esta concesión a la jactancia, fue alumno mío cuando cursó 2º de BUP).

No hay comentarios: