viernes, 15 de enero de 2010

SENTIMENTALISMO
JUAN GARODRI
(10-1-2009)


Henri James dijo que leer “La educación sentimental” de Flaubert es como mascar ceniza y serrín. Es la novela psicológica de la desilusión, un pesimismo desesperado que coincide probablemente con lo esencial del individualismo del hombre.
Los primeros vagidos de 2009 me apesadumbran, me convierten en un sentimental humanitario, con la boca llena de ceniza y serrín. Algunos me dicen que soy tristón y ácido. Que las cuatro líneas que escribo habitualmente destilan pesimismo. Pero no es pesimismo, es consternación sentimental. El sentimentalismo se ha adueñado de mis neuronas, pobre de mí, pero no el sentimentalismo de la novela de Flaubert, correspondiente a la frustración de las relaciones amorosas, sino el sentimentalismo derivado de causas que me han herido profundamente. La guerra. Es la guerra. Se alzaron voces contra la guerra de Irak. ¿Dónde están ahora los manifas profesionales portando pancartas contra la masacre palestina? ¿Acaso esta guerra carece de alcance político y por eso no interesa? La guerra es cosa de los otros y está más allá del extranjero, pienso que piensan algunos. Más mueren en la carretera, me dicen otros, y son de los nuestros. Los muertos en carretera… Es la costumbre. Los telediarios anuncian la muerte con la pasibilidad profesionalmente indiferente del acontecimiento diario. Cifras, comparaciones y el impúdico discurso de que en 2008 han sido menos los muertos. Muy fácil transformar en superficial el sortilegio de la muerte.
A pesar de mi sentimentalismo, o a causa de él, no escapo de la mala hostia que me provoca la indiferencia ante el dolor de los inocentes, los niños, las mujeres, los ancianos, los civiles en suma, víctimas de la locura y de la venganza. Israel y Hamas. La locura, que se mea en la crisis bélica. Una carcajada que envuelve la epidermis civil de las víctimas como el sonido del teléfono que se orinaba en el despacho del ministerio de la Gobernación, cuando lo de Max Estrella. El atiborramiento de individualidad se manifiesta en esa cabalgada hacia la huída de sí mismos, masacrando a los de enfrente.
Los ataques de Hamas y la cruenta respuesta de Israel me llenan la boca de serrín y ceniza. ¿Me habré convertido en un sectario del sentimiento humanitario? Tal vez. Pero mi educación sentimental se rebela ante la muerte de seres inocentes. Sean del bando que sean.
Feliz 2009 (en lo que cabe).


SENSIBILIDAD
JUAN GARODRI
(3-1-2009)

A flor de piel. Así anda la sensibilidad del gentío a estas alturas del sigloXXI, en el que (se supone) el personal debería estar curado de espanto y ser menos sensible. Cualquier acontecimiento, cualquier roce, por insignificante que sea, hiere la sensibilidad. El tipo/a sensible aumenta su sensibilidad herida a extremos graves. Pengifoide ampolloso. Así se denomina la erupción cutánea que hiere su sensibilidad.
Los belenes, los nacimientos, han desparecido del mapa. Colegios, institutos, ayuntamientos y consejerías autonómicas se han llenado repentinamente de heridas supuratorias causadas por el pengifoide ampolloso de las representaciones religiosas. Los pastorcitos, los angelitos y el niño que está en la cuna hieren la sensibilidad. Desconozco el grado de gilipollez que puede alcanzar la herida sensible ante la representación de un recién nacido entre un buey y una mula.
Yo no escapo del pengifoide ampolloso. Tengo actualmente la sensibilidad herida y purulenta porque se aprovecha la despreciada navidad para cenar fuera de casa. Cenas de grupos, cenas de colegas, socios, asociados y adeptos, compinches y camaradas, cómplices y compadres, amigos, amigotes, compañeros, asociaciones, preferiblemente ONG, salen a gastarse los sesenta o setenta euros del ala y a enhilar unos güisquis en los bares de copas. Se aniquila la simbología religiosa porque puede herir la sensibilidad. Y digo yo que también puede sentirse herida la sensibilidad de aquellos que se afirman frustrados por la supresión.
Herida tengo mi sensibilidad porque el Gobierno rebaja impuestos a banqueros y ejecutivos. Los bancos y Cajas, favorecidos. Las pequeñas empresas, no. «Zapatero rebaja la fiscalidad de los banqueros y sus altos ejecutivos. Tributarán por las rentas de capital recibidas de sus propias entidades al 18% en vez de al 43%. La medida favorece a bancos y cajas frente al resto de empresas españolas», según leo por ahí.
Sigo con el pengifoide ampolloso. La jornada laboral de 65 horas. Hiere mi sensibilidad. Involución. Un paso atrás en el ajuste de los derechos humanos. Una patada en el culo de los trabajadores. Atrocidad histórica. Menos mal que ha sido frenado el despropósito de los Veintisiete. En fin, la piel se me llena de ampollas virulentas con la cabronada de Madoff, detenido por un fraude de 50.000 millones de dólares. Risas y carcajeo: el tío en libertad provisional, aunque eso sí, con grillete electrónico. Estos hechos hieren profundamente la sensibilidad social. A pocos importa, sin embargo.

AGUAFIESTAS
JUAN GARODRI
( 27-12-08)

Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, dijo el ángel. ¿Se equivocó el ángel, como la paloma metafórica de Alberti? Tal vez sí, aunque bien mirado, el deseo pacífico del ángel parece que se materializa sólo en una parte de los hombres: los de buena voluntad. Aquellos que no tengan buena voluntad se quedarán sin paz. La Paz. Paz. Palabra extraña en este mundo, la Tierra, acosada por la esencia perturbadora del mal. Ten extraña que 22 países del mundo están actualmente en guerra. Guerra, antónimo de Paz. Las grandes palabras de las Convenciones internacionales hablan de Paz. Realmente impulsan la Guerra. Ese es el fondo de la cuestión. Loa grandes capitostes mundiales carecen de buena voluntad. Fabrican los artilugios bélicos para que los hombres se maten. Las fábricas de armas, cada vez más sofisticadas, no detienen sus cadenas de producción. Se fabrican para ser utilizadas. Para ello hay que venderlas a los países que las necesitan para matarse. Creo que el ángel ya conocía, dentro de una omnisciencia participativa de la divinidad, que la mayoría de los hombres no tiene buena voluntad. De ahí la frase bíblica: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». A los hombre de mala voluntad, a los de mala leche, el ángel no les desea Paz. La mala leche que inunda los entresijos del ser humano. Mala lleche social, empresarial, familiar. Los ricos a enriquecerse. Los pobre a empobrecerse.
Porque la crisis repercute más en los pobres que en los ricos. A pesar del cuento que quieren contar los grandes contadores de cuentos para apropiarse el papel de hombres de buena voluntad. La mala voluntad se aposenta en el entorno social y aparece Madoff. Se aposenta en el entorno familiar y aparece la violencia doméstica (mal llamada violencia de género) incluso en estas fechas tan señaladas (tópico) de la Navidad. El subconsciente colectivo se rebela contra la mala voluntad, pero se consigue poco. Las sombras de la noche (el mal) se ciernen sobre el ser humano y los discursos de los impulsores de la Paz no logran ahuyentarlas. Paz equivale a bondad. Guerra equivale a maldad.
Esta es la crisis, a mi modo de ver. El ángel solamente cantó la Paz, en una extraña lotería del Bien, para los hombres de buena voluntad. Y hay poquísimos.
CRUCES
JUAN GARODRI
(29-11-2008)

Sartre diferenció el ateísmo del antiteísmo. El ateo prescinde de Dios. El antiteísta grita contra Dios. El griterío se ha escuchado siempre. Cruci fixus. Fijado a la cruz. Un escándalo esto de la cruz. El apóstol Pablo decía en su primera carta a los Corintios o por ahí, que la cruz suponía un escándalo porque el Crucificado «se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz». Morir en una cruz era el castigo de los malhechores. La vergüenza de la cruz se la echaba a cuestas el crucificado para salvar a los demás. Tal vez por eso los partidarios del crucifijo hayan asumido la crueldad del sacrificio para convertirlo en medio de salvación. Soteriología. Son muchos siglos de veneración multitudinaria como para que ahora vengan algunos, muchos, a manifestar que hiere la sensibilidad el icono representativo del sufrimiento salvador.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que en un Estado aconfesional, con la laicidad como rasero de las diferentes confesiones religiosas, es normal, digamos constitucional, que ningún símbolo religioso manifieste tendencias concretas hacia lo trascendente. Lo que no me parece razonable es que se alcen voces gritonas contra sectores cristianos que defienden “su” crucifijo. ¿Qué quieren? ¿Que callen? En una sociedad como la nuestra en la que la defensa de la individualidad y los derechos sociales se alzan con frecuencia en manifestaciones y protestas, no es de extrañar que los cristianos defiendan el crucifijo. Una cosa es la norma legislativa que prohíbe su exhibición en los centros públicos, y otra pretender que sus partidarios no defiendan su representatividad religiosa.
Es el tema del absurdo: las guerras vuelven a comenzar siempre, las enfermedades, el sufrimiento de los inocentes, la maldad del hombre para el hombre continuarán sin tregua su ciclo de pesadilla. Hay quien pretende conservar el crucifijo para superar psicológicamente, eso creen, este aspecto de la culpabilidad humana. Otros piensan que la superación del horror se afianza exclusivamente en la solidaridad. Es algo parecido a lo que plantea Camus en “La peste”. El periodista, excombatiente de la guerra de España, está harto de que la gente muera por una idea. «El heroísmo es criminal. Lo que me interesa es que se viva y se muera de lo que uno ama», dice. Rambert concluye que el hombre es una idea pobre desde el momento en que se aparta del amor.

© Juan García Rodríguez
Publicado en HOY el 29 de noviembre de 2008
CUESTIÓN DE HUEVOS
JUAN GARODRI
(22-11-2008)

No sé por qué anda tan apurado el gentío a causa de los combustibles. No lo digo por fastidiar a los partidarios de la ecología. Analizada la cosa desde el punto de vista de los huevos no es para tanto. Los políticos se esfuerzan en idear sustitutos del petróleo (electricidad, hidrógeno, biocombustibles) que faciliten energía barata y limpia para el transporte. Y se olvidan de los huevos.
Científicos de una universidad estadounidense, en Ohio. Revista Science. (Paréntesis: ¿Te has preguntado alguna vez, lector conspicuo, por qué los docentes de las universidades estadounidenses aparecen siempre como científicos? Cualquier noticia referente a la más alejada universidad de los ‘iunaitesteis’ florece ornada con ramilletes de científicos, montones de científicos. No sé cómo puede haber tanto científico en un país tan inculto, según dicen. En España, tan culta, no hay científicos. Noticias de la universidad española sólo muestran a profesores doctos, sabios, formados en universidades extranjeras si se quiere, pero profesores. Los profesores españoles no llegan a científicos. Alguno lo consigue porque se ha ido a ser científico a una universidad extranjera. Muy fuerte.) Sigamos con lo de los huevos. «Científicos de una Universidad estadounidense proponen utilizar las cáscaras de huevo para absorber el CO2 que se desprende al producir hidrógeno». Es tremendo, el desperdicio. El gentío, mayormente masculino, corretea las aceras durante la noche para acercarse a los contenedores de basura. Aprovecha para fumar un cigarro y dar las buenas noches al vecino. Y el desperdicio consiste en que arroja a los basureros municipales toneladas de cáscaras de huevo repletas de carbonato cálcico que, al calentarse, se convierten en óxido de calcio y se transforman, así por las buenas, en el mejor absorbente de gases CO2. Arroja a la basura el tesoro cálcico que solucionaría el problema de generar electricidad sin emitir gases contaminantes. Así que los científicos americanos, que esos sí que son científicos, se ponen a todo meter a calentar los huevos, las cáscaras quiero decir, para absorber el 78 % del CO2 generado durante la fabricación de hidrógeno. Y hala, energía limpia. Y eso sin tener en cuenta la membranilla del interior del huevo, producto rico en colágeno que, bien manipulado, regenera las arrugas y la decrepitud facial. Juventud y belleza gracias al colágeno. Nosotros, entretanto, aprendices sempiternos de investigación y ciencia, pisando huevos o pateándolos, si llega el caso.
FALCON EYE
JUAN GARODRI
(15-11-2008)

No se sabe qué hubiera ocurrido en los despachos de los medios informativos si pierde Obama. Nadie sabe cuántos kilómetros de papel higiénico se hubieran utilizado para contrarrestar los efectos de la gastroenteritis noticiosa que obligaba a abundantes, en el tiempo y en el espacio, evacuaciones informativas, reiterativas y, con frecuencia, mefíticas. El gentío me dice que ya está bien, que hay otras cosas más importantes para los españoles. Pero, nada. Los medios se empeñan en apacentar al personal alimentándole con el pienso que ellos seleccionan.
A los españoles no les interesa que España logre o no logre entrar en la reunión preparatoria del G-20, a pesar de la peregrinación limosnera de Zapatero por los puntos cardinales para conseguir un asiento. A los españoles se la suda que la Justicia tarde 17 años en condenar a la comisionada del PSOE en el Ave, Aída Álvarez. Con su pan se lo coman. A los españoles les importa una higa que se castigue con la cárcel la corrupción entre directivos de empresas. A los españoles les interesa más la placa de sor Maravillas en el Congreso que las grandes naciones europeas entren también en recesión, Alemania la última. A los españoles, en fin, les importa un carajo que el fraude de los huertos solares ronde los 3.000 millones.
Hay una cosa, sin embargo, que interesa a los españoles: el Ojo de Halcón. Nitidez de la imagen. La bola aparece por la parte superior de la pantalla produciendo una parábola y aterriza en el sitio justo en que botó. El tenista no está de acuerdo con la decisión del línea que había gritado ¡no! y requiere al juez de silla la utilización del ojo de halcón para comprobar el bote. La pureza de la imagen decide si la bola ha sido buena o mala. El Ojo de Halcón. A los españoles les interesa que se aplique al fútbol. Un jugador empuja a otro y el empujado cae al suelo como herido de muerte. El Ojo de Halcón determinaría el engaño. El robo que sufrieron los atléticos en Anfield no se hubiera producido si en los campos de fútbol se instalara un Ojo de Halcón. Las prevaricaciones arbitrales se eliminarían con el Ojo de Halcón. Este artilugio salvaría a España, que está podrida de penaltis. Esto es lo que importa. Ni crisis ni nada.
EL PORTÁTIL
JUAN GARODRI
(8-11-2008)

Ya escribí hace tiempo sobre este asunto, y ya ha llovido desde entonces (HOY, 5-10-03, Tribuna Extremeña, “Lo de los ordenadores”), pero ya ves, lector, no escarmiento. Otra vez me arriesgo. Y digo escarmentar porque no fue floja la reprimenda que aguanté por parte de algún mandamás político. Era una ‘desconsideración educativa’ que alguien, sin duda desconocedor del tema (se refería a mí), se atreviese a opinar contra la distribución y aposentamiento (yo lo llamaba “atiborramiento”) de ordenadores en las aulas. Qué despropósito, un ordenador por cada dos alumnos, decía yo, mísero de mí.
Ha resultado evidente, sin embargo, después de cinco años, la escasa rentabilidad didáctica de la abundancia informática, porque los alumnos no se han formado ni más ni mejor. (Sugiero a los uncidos al yugo institucional, seguidores fervientes del uso de la tecnología a lo bestia, que se lean los informes PISA recientes).
Pues nada, amigo, los cráneos privilegiadamente políticos que rigen nuestro deslumbrante destino educacional (la camisa nueva de Franco y los luceros y tal también nos deslumbraban cara al sol) toman ahora la decisión de las recetas de la abuela: ni no quieres caldo, dos tazas. Y van los tíos/tías y sacan pecho y se pavonean política, económica y regionalmente y piensan que para tenerlos así de gordos, los extremeños. Así que, venga, ordenadores a repañinas. No dos por cada alumno. Uno para cada alumno. Y portátil además, que es más caro, cómodo y manejable. Se van a enterar los catalanes, que atacaron nuestra pobreza y nuestra ‘nacencia’. (Lluís Suñé, para quien éramos pobres. Joan Puig, para quien éramos malnacidos).
Ruego a los altos mandos (no me atrevo a decir mandas) que se guarecen en los despachos oficiales y han ideado tal dispendio megalómano informático educativo que lo piensen mejor. Porque parece que les han entrado las prisas. Vamos, vamos, un portátil para cada alumno. Otras Autonomías advertirán así que nosotros no nos andamos por las ramas. Medida tecnológica. Medida ‘formacional’. Medida educativa. ¿Educativa? Puede que no. La educación se trasmite por medio de valores. La tecnología por medio del aprendizaje. Mientras la adquisición de valores conforma la realidad de la persona haciéndola más y más libre, el aprendizaje de la tecnología hace que la persona sea más práctica, pero quizá menos persona. Educar no es manipular, en el mejor sentido. A mi modo de ver.
EL AGRAVIO Y TAL
Juan Garodri
(25-10-2008)

Andan las aguas revueltas. El torbellino de la información política elude los remansos y conforma torrenteras de descrédito. Los españoles recorremos el camino pedigüeño de los pordioseros de Pérez Galdós. Así anda Zapatero, poniendo la mano para que le caigan las monedas del G-20.
Como español, me siento agraviado. El agravio es una putada conceptual que patea el alma, que la rasga con el raaassssh con se rasga una tela preciosa. Es horrible el dolor de las personas ante el agravio, esa imposición exterior de la humildad que las obliga a reconocerse como una mierda cuando antes se pensaban como la joya de la corona. Quieren destruirnos. Es la ética de la destrucción de los valores en el sentido de Scheler, aunque los valores no se destruyen, dice Hartmann, porque tienen un “en sí”, es decir, son independientes de la actividad que tome frente a ellos el sujeto. Me sentía importante (chunda, chunda, tachunda). Y ahora me he dado de bruces en el suelo de la importancia. Si agravian al Presidente de España, yo me siento agraviado. Éramos un país ostentosamente rico, los italianos andaban celosos de nosotros, y cabreados, porque los habíamos adelantado en renta per cápita y a Berluscani le daba por donde ya saben que les echásemos la ‘pata alante’. Sarkozy, con su sonrisa amuecada y su Bruna, sospechaba que íbamos a adelantarle, y no tragaba. Solución: excluir a Zapatero. «Los líderes del G-8 excluyen a Zapatero de la cumbre en que se refundará el capitalismo».
Acaba de decir Rajoy (cruel y pérfido, sólo quiere descabezar a Zapatero con mentiras y felonías) que los españoles debemos al resto del mundo 1’6 billones de euros. De ahí el alcance de la desconfianza internacional respecto a España. Pobre Zapatero. Demacrado y algo convulso, implora su comparecencia en la Cumbre. Para qué, señor Presidente. Una Cumbre para refundar el capitalismo es una cumbre decimonónica. El progresismo socialista prefiere el bien de los ciudadanos, no el beneficio del capitalismo. Y encima los tiros le vienen desde dentro. Rosa Díez afirma que no es Bush o Sarkozy quien excluye a España sino ZP. O sea, que España es un país prescindible. Me duele y me siento agraviado. De poco ha valido ganar la copa de Europa. Somos un país rico, nos dicen. Pues ya ves. C’est dommage, Sarkozy. What a pity!
FILOSOFÍA DEL COÑAZO
JUAN GARODRI
(18-10-2008)

Se ha exagerado la repercusión del “coñazo” de Rajoy. Recuerden. Desde Gran Wyoming, con su pitorreo trepidante, hasta los programas de basura cotilla, de cameo y vaniloquio, de lacrimogenia enfermiza, todos han tenido sus minutos de actualización gloriosa con el “coñazo” de Rajoy. No es para tanto. Lo natural, incluso lo sentimental, es que para cualquiera resulte un coñazo el hecho de aguantar varias horas un desfile militar, cabra incluida, por mucho que las neuronas patrióticas destilen vivas y arribas a España y al rey.
Quizá Rajoy consideró la realidad de la patria (banderas, desfiles, todo eso) con la misma realidad que ya vio Platón cuando afirmaba que todo conocer y ser se sostiene gracias a una participación de la idea. Rajoy supone (supongo yo) que con la idea de la patria se abastece su realidad. Lo decía Spinoza: con la idea verdadera esencial de una cosa está ya dada la realidad de ésta. Así que no sé por qué se ha alborotado el gallinero cazavotos cuando Rajoy ha soltado lo del coñazo. Una cosa es la idea y otra la realidad. Mi abuela lo resumía en su reducción a la simpleza: una cosa es predicar y otra dar trigo. El fallo del ‘coñazo’ no está en su aparente desprecio a la patria, sino en haber tomado idea por un lado y realidad por otro, haber separado la patria de la realidad de los iconos que la significan. Es un fallo del pensamiento moderno, dice Whitehead, tomar las cosas aisladamente, cada una por sí misma. El argumento ontológico de Kant para proponer que Dios puede no existir, lo tomo aquí, quizá por los pelos: si pensamos la patria como un ser real, naturalmente hemos de pensarla con existencia; pero hay que demostrar que nuestro pensar responde a una realidad, porque podemos pensar lo que se quiera, pero que sea una realidad lo que pensamos, esa es otra cuestión.
Colofón. Habitualmente simulamos la unión idea-realidad. En la práctica, se separan. ¿Acaso a los políticos no les resulta un coñazo el ajetreo de los viajes para representar a la patria? Eso.
BODA EN FUNCIONES
JUAN GARODRI
(27-9-2008)


Los apuros económicos de las parejas frenan el auge de los divorcios. Eso dicen los periódicos. No se habla de que haya vuelto el amor, o el afecto, o el respeto mutuo para que el gentío se divorcie menos. No. Se habla de “apuros económicos”. De lo que deduzco ‘in contrarium’ que la causa principal del divorcio es la abundancia económica. Esta posición de la pareja actual, jurídicamente hipermoderna y socialmente de frescura floral siglo XXI, ha sido llamada por Francisco Nieva «economía doméstica civilizada». Geulincx quizá dio en el clavo, no por su enseñanza de la filosofía cartesiana en la universidad de Lovaina, sino porque observa que el egoísmo es contrario a la razón que “a tiempos manda dar solaz al cuerpo y desahogo al ánimo”. Tanto boda como divorcio se mueven en un círculo en el que el egoísmo es el punto de arranque de toda lucha. Schopenhauer habla de ‘individuación’. Cada individuo está dispuesto, si llega el caso, a despedazar todo lo que amó «con tal de prolongar un poco su propio ser, esa gota perdida en el océano». Naturalmente, esto no lo piensan las parejas antes del casorio, pero los pájaros tampoco advierten el tiro que va a abatirlos. Lo aparentemente claro del caso es que si los apuros económicos frenan los divorcios el auge económico favoreció las bodas, entronizadas en una sexualidad efímera. Esa mezcla de lubricidad y de egoísmo presente en muchas bodas es la misma que se encuentra en las obras de Boccaccio y de Chaucer. El sufrimiento del servicio amoroso va aumentando con la disminución del recurso económico y lo que fueron goces se convierten en hieles. Fundamentalmente para los ricos, que son quienes más se divorcian. ¡Qué peste de paraíso artificial para los ricos!, dice Francisco Nieva. El gentío ha querido imitarlos, alimentado por las revistas del corazón tan hechas a la cosa del divorcio. El apuro económico le pone los pies en el suelo. «Sentí tu mano en la mía, / tu mano de compañera», dijo Antonio Machado. Hoy, sin embargo, no anda la relación de pareja predispuesta a la anadiplosis.

domingo, 10 de enero de 2010

CUESTIONES RARAS
JUAN GARODRI
(20-9-2008)

Anoche tomé unas cañas con mi tío Eufrasio. No lo veía desde antes del verano y nos saludamos efusivamente, como siempre. Andaba el hombre preocupado, esa preocupación que tiene más de pesimismo que de conflicto. Traes cara de alérgico a la alegría, le dije, tal como si acabaras de leer algo de Woody Allen y te hubieras convertido en urbanita neurótico, qué ¿te supo a poco el 0-3 del Atleti? Estoy preocupado por cuestiones tan distantes del fútbol como Woody Allen de Carmen Sevilla. Tampoco es para tanto, añadí, al fin y al cabo Woody Allen fue un adolescente chistoso que escribía chascarrillos en los periódicos. Pues no se le nota, retrucó, aunque para escribir una estupidez como «Soy lo suficientemente feo y lo suficientemente bajo como para triunfar por mí mismo» no hace falta aparecer en ‘Generación quemada’. En fin, dos cuestiones me preocupan, dijo.
Primera: La crisis económica. ¿Es crisis económica o crisis financiera? Porque no es lo mismo. La crisis económica afecta al gentío en general; la financiera afecta a los grandes bancos. ¿Qué es eso de ‘inyectar liquidez’ en los mercados financieros internacionales? ¿Quién la inyecta como si fuera un antibiótico de la economía? El Banco Central Europeo, respondí, la Reserva Federal de EE.UU., los bancos centrales de Inglaterra, Japón, Suiza, Canadá, más de 180.000 millones de dólares van a inyectar. ¿Y de dónde sacan esos bancos tales cantidades de pasta para poder inyectarlas? Porque el dinero de un banco central es el dinero de ‘ese’ país, recaudado a base de impuestos a la ciudadanía. Resulta que en lugar de revertirlo a los ciudadanos lo inyectan a las grandes empresas financieras en crisis. Robin Hood al revés. Acosar a los pobres para ayudar a los ricos.
Segunda: El Gobierno va a enviar un avión “desarmado” para proteger a los pesqueros atacados por los piratas somalíes. ¿Es un chiste?, pregunté. No, es la realidad informativa, respondió. Me puso la mano en el hombro y dijo: Tenemos gobernantes cándidos, los piratas se pasan por el forro las medidas de vigilancia de un avión que no sacuda fuego disuasorio.








LIMPIEZA ECONÓMICA
JUAN GARODRI
(13-9-2008)

El gentío anda quemado e irritable. En la acera, en el bar, en el supermercado, los conocidos de siempre te abordan y te preguntan qué pasa en España. No sé, les digo, pasa lo de siempre. Retrucan que no, que lo de siempre no. Que hace poco tiempo se vendían coches y ahora se vende el 27% menos. Que antes se vendían pisos y ahora han parado los que estaban en construcción, no se ve en las inmediaciones la hormigonera, el haz de ferralla y los palets de ladrillos y los sacos de cemento, que parece que han volado a otras tierras en una especie de emigración deconstructora (desmontaje real, no intelectual) e inusual. Lo del Parlamento es peor. El personal se pregunta para qué narices los mandamases han ido al Congreso. Ya sabemos por legislaturas anteriores en qué se convierten las sesiones parlamentarias. Las cabezas de sus señorías deben de ser de granito puro, a base de dureza, porque se arrean entre las orejas con el poderío verbal de la frase despectiva, y como si nada. “A qué ha venido usted aquí”, pregunta Rajoy. “A dar la cara y a defender a los españoles necesitados”, responde Zapatero. Y el gentío, confuso y decepcionado, se pregunta qué quiere decir eso de dar la cara, que para qué vale, si luego sale Solbes el adormilado y va y agarra y dice que «si la recesión sirve para limpiar la economía, no tendrá mayor importancia». Qué significado tiene la frase ‘limpiar la economía’, me preguntan. Se limpia lo sucio, lo guarro y mugriento, y siempre nos dijeron que la economía española era limpia, clara y fluida como el agua de las torrenteras. Ahora resulta que nuestra economía es sucia y nauseabunda como el agua verdosa de las charcas puesto que hay que limpiarla. ¿Qué detergente lleva consigo la recesión económica como para poder limpiar la economía? Extraña aseveración ésta, limpiar la economía, producto natural de una mente somnolienta, parece.
Pero bueno, mientras la Roja siga ganando, la economía puede subsistir sin sobresaltos, dijo el gracioso. Y nos fuimos a cenar.
DIFERENCIAS
JUAN GARODRI
(6-9-2008)

A veces la información es sorprendente. Ejemplo: los cerebros de homosexuales y heterosexuales son distintos. Yo me he quedado un poco así como de piedra pómez, que es la piedra que utilizaban las abuelas para pulir la piel cuando no existía la publicidad de cremas neutrógenas. Los científicos han constatado que en hombres heterosexuales y lesbianas el cerebro funciona de una manera, y en gays y mujeres heterosexuales, de otra. Es más, existen estudios psicológicos que evidencian un empleo desigual de los hemisferios cerebrales entre sexos y, como consecuencia, los investigadores han estudiado la relación entre configuración cerebral y orientación sexual. Los hombres tienen el hemisferio derecho de mayor tamaño que el izquierdo. Este fenómeno, aseguran desde el Instituto Karolinska (en EEUU. ¿dónde si no?), se puede observar también en las lesbianas, pero no en hombres homosexuales, cuya forma encefálica es simétrica al igual que en las mujeres. O sea, que con estos descubrimientos, al hombre de rudeza heterosexual e hispánica, se le vuelve la picha un lío, suele decirse, porque mientras él tiene el hemisferio derecho mayor que el izquierdo, el hombre de delicadeza homosexual y globalizada tiene los dos hemisferios iguales. Con la homosexualidad femenina ocurre tres cuartos de lo mismo. En la lesbiana dirigente (por decirlo de alguna manera) es mayor el hemisferio derecho mientras que en la co-dirigente no predomina ninguno de los dos hemisferios. Si se resume la cuestión de forma totalmente acientífica, por mi parte, se llega a la conclusión de que el hombre heterosexual y la lesbiana dirigente son cerebralmente iguales: tienen el hemisferio derecho mayor que el izquierdo. Mientras que el hombre homosexual y la lesbiana co-dirigente coinciden en la igualdad de sus hemisferios.
Sorpresa pues. Siempre pensé, paleto que es uno, que en los hemisferios había casquetes de hielo, y no casquetes para el procesado y almacenamiento de las emociones. Heterosexuales y homosexuales diferentes. Con sus casquetes y todo. Qué cosas. Así que algunos intelectuales de nuevo cuño y directores de cine (‘Sexo en Nueva York’, por ejemplo), aseguran «que detrás de toda mujer hay un gran gay». Amén.




¿JUSTICIA O JUECES?
JUAN GARODRI
(30-8-2008)

Algunos filósofos aseguran que Bolzano es uno de los pensadores más originales e independientes del siglo XIX. Se asentó en la filosofía de la objetividad y no tragó ruedas de molino echadas a rodar por Kant, Fichte, Schelling o Hegel. Dedicado a pensar, pensó: ¿No los entendía por propia incapacidad o porque ellos, los filósofos, no filosofaban objetivamente?
Me aplico el cuento: ¿No entiendo a los jueces por sus decisiones o por mi incapacidad para entenderlos? ¿Justicia o Jueces? Tomo unas líneas de Leibniz: «La Justicia no depende, en manera alguna, de las caprichosas leyes del gobernante». O sea, que en el siglo XVII ya se cocían habas como melones, porque Leibniz no se achanta, y prosigue, «una sociedad en la que el llamado Derecho no es otra cosa que desfogue del poder, es una sociedad de bandidos». Muy fuerte.
El gentío está hasta los mismísimos a causa de los fallos de la Justicia ¿o de los Jueces? El diccionario de la RAE coloca 12 acepciones para expresar qué es la Justicia. Aquí me refiero a la número 6: Poder Judicial. La Justicia es una abstracción lógica que, como otras entidades abstractas, carece de límites reales. Porque nadie, que yo sepa, ha visto a la justicia (poder judicial) sentada al sol. La Justicia es un escape para no hablar de los jueces. ¿Por qué lo llaman Justicia cuando quieren decir Jueces? (Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo, recuerden).
La prensa actual abunda en estas ideas. El 82 % cree que se debería imponer la cadena perpetua con revisión para delitos graves. Tenemos un código penal desfasado y hay que actualizarlo. El código penal es muchas veces papel mojado porque no garantiza el cumplimiento real de las penas. Ni con la doctrina Parot. Un sistema que permite rebajar la pena prácticamente a la mitad por trabajos o estudios realizados en la cárcel puede parecer progresista pero no parece justo.
La cosa está que arde y el gentío quemado. En el Estado de Derecho hay demasiados resquicios para la impunidad. (Excepto si te cazan sin carnet de conducir).

OH, LA TELE
JUAN GARODRI
(23-8-2008)

(Me entero del accidente de Barajas después de escribir este artículo. En él no se pretende aludir, en absoluto, a los informativos especiales sobre el trágico suceso).

Si tiene usted las agallas que hay que tener para tragarse un telediario completo, habrá advertido que las intenciones de quienes nos ‘echan’ las noticias (que son la alfalfa del borreguío televidente) persiguen, a mi parecer, un fin: que el gentío tiemble de miedo. Un 40 % de la información expone a diario tragedias, asesinatos, maltrato físico, violencia de género, accidentes de tráfico, devastaciones climatológicas, dolor y muerte. El 60 % restante se divide entre deportes, política económica y publicidad.
Michael Moore, el del documental “Bowling for Columbine” que hizo tanta pupa, dijo que los medios procuran que tengamos miedo. «Animo a la gente a que apague la tele porque nos están triturando el cerebro». Apagar la tele. ¿Y entonces? Hablar o leer. Hablar con la familia resulta fastidioso porque hoy no se habla, se discute. Mejor ver la tele. Leer es insoportable. Un aburrimiento pertinaz que carga la vista e hincha la cabeza. La lectura es para los letraheridos. Mejor ver la tele. Y el gentío se distrae zapeando. Más miedo. Los programas matutinos, orlados de atractiva publicidad doméstica, meten el miedo en el cuerpo con la cosa del colesterol, la hipertensión, los ácidos biliares y la celulitis. Los programas vespertinos exponen las lágrimas de la señora que ha perdido a su hijo, o que se le ha inundado la casa, o que padece cáncer de colon, o que se ve obligada a subsistir con 327 euros, o que ha sufrido un atraco, o que han violado a su hija. Y así. Ese cúmulo de desgracias, esparcidas por los espacios televisivos como quien esparce abono, eleva la adrenalina y produce una honda satisfacción contradictoria, el hallazgo del gusto en la desgracia. No, mister Moore. El gentío no tiene el cerebro triturado por la tele. El gentío disfruta con la tele, su tabla de salvación. Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo, dijo Arquímedes. La tele. El punto de apoyo.
FRASES ALGO IDIOTAS
JUAN GARODRI
(16-8-2008)

Durante los duros años de la posguerra, el gentío acostumbraba a decir una frase para describir al listo que vivía bien: «ese vive mejor que un canónigo de los de antes de la guerra». De algún abogado perspicaz e inquieto, acostumbrado a ganar pleitos con métodos poco ortodoxos (según la ortodoxia jurídica, se entiende), decían que era «el mejor birrete de la provincia». Si en el primer caso la metonimia era alegórica, en el segundo la metonimia era pura sinécdoque. Un comentarista de Teledeporte afirmaba uno de estos días con motivo de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 (¡líbranos, Señor!) que un futbolista de Costa de Marfil tenía una «potencia física insultante». (Metonimia). ¿Puede haber potencia física insultante? ¿A quién insulta la potencia física? ¿Al pinganilla que pronuncia la frase? ¿A los entecos que carecen de potencia física? La cualidad de agravio que comporta el insulto no es tal, supongo. El comentarista la utiliza como significación metonímica de la cualidad atlética.
Allá por el año 1965 hubo en Londres un ministro de Finanzas, llamado Ian McLeod, que debía de tener una cabeza descomunal. Ya saben que la taxonomía metonímica admite variedades de configuración léxica. Así que parecía que Ian McLeod había estado llorando por cabeza desde pequeño. Pero no era así. La materialidad craneal de su cabeza encerraba una inteligencia financiera fuera de lo común (descomunal). Y va el tío e inventa una palabra que hoy, 43 años después, aterriza en nuestra democracia con la impetuosidad destructora de un ‘caza’ de ataque. Se trata de «Estanflación». ¿Habían oído alguna vez la palabra? Yo tampoco. Subyace en ella, sin embargo, un significado peligrosísimo, porque su configuración lexemática, estilo ‘spanglish’ del mejor cuño, combina los términos de estancamiento (recesión) e inflación. Lo cual que nos aboca a una situación económica tremenda, por mucho que Solbes, «el hombre que susurraba a los parados», lo desmienta o disimule a través de continuas y somnolientas metonimias. Porque ‘estanflación’ indica simultáneamente el alza indiscriminada de precios, el aumento imparable del desempleo y el hondo estancamiento económico. O sea la clara permanencia en la crisis o incluso en la recesión. Sin metonimias idiotas.









A
LECTURAS
JUAN GARODRI
(9-8-2008)

Mi vergüenza se clava en las neuronas como un puñal. Y me atrevo a preguntar, en consecuencia, a los capitostes y capitostas de la Consejería de Cultura o de Educación o de Lo Que Sea, qué no se hace o, fundamentalmente, qué no se ha hecho durante tantos años para que estemos en la cola. Pero en la cola cola. O sea que somos los últimos. Sacamos pecho, muy sacado, para defendernos de la atribución de pobres con la que nos ridiculizó el Suñé, o de la de malnacidos que nos colgó de la estirpe el Puig. Pero a ver cómo salimos de ésta. Es muy difícil salir de la cola. Y no vale el chiste tonto de aseverar que no estamos en la cola porque cuando nos situamos en ella ya hay otro.
Según recoge el barómetro «de hábitos de lectura y compra de libros 2007», el índice de lectura de los extremeños se sitúa en el último lugar de España con un 49,5 %, muy alejado de la media nacional. El barómetro que señala tales índices de lectura no está elaborado por ‘enemigos’ regionales para jodernos la manta de nuestros engreimientos, no. Está elaborado por Conecta para la Federación de Gremios de Editores de España, con el patrocinio de la Dirección General del Libro, Archivos y Biblioteca del Ministerio de Cultura.
No vale culpar a los centros docentes con la socorrida acusación de que no ‘saben’ inculcar hábitos lectores en los alumnos. Supongo que los profesores/as extremeños no están menos capacitados para ejercitar su tarea que los profesores de Asturias (con índice lector del 58,4%). Ni menos capacitados que los profesores madrileños (Madrid presenta el nivel más alto con un 65,7%). Tal vez el gentío extremeño busque su alimento cultural en los pasajes lacrimógenos de las telenovelas y no lea, o en las paridas televisivas del horario nocturno y lea menos. O entre al trapo del acoso mediático con la retransmisión persistente y cansina de las Olimpíadas del Pekín de siempre (ahora Beijin, ese sombrerazo léxico).
Sólo sé una cosa: me duele que los extremeños seamos los últimos de la cola cultural. Tanto o más que ser pobres.
LO DEL MOTOR
JUAN GARODRI
(2-8-2008)

Siempre me han gustado las revistas del motor. Después de leer durante varias horas libros digamos ‘profundos’, (sin ánimo de petulancia, que siempre sale el cagaleches y te estropea el guiso, esos eructos de la cercanía), repito pues que, después de leer páginas y páginas de Historia de la Estética de Edgar de Bruyne, por ejemplo, las páginas de las revistas del motor me ofrecen una diversión (en el sentido etimológico de ‘adentrarse por otro camino’) gratificante. Los coches poseen la belleza estética de la estatua griega. Las revistas del motor muestran los nuevos modelos con esa rutilancia de los colorines que las páginas del papel cuché elevan a la categoría de obra de arte efímera. La obra de arte es bella por la accidentalidad de su forma, que es así pero pudo ser de otra manera. Los coches son así, bellos, porque incendian el ojo del observador, y la mirada encendida desea la posesión del objeto. En ese momento de la apreciación sublime, el incendio de la sangre alucina al gentío que no piensa en el perjuicio o el provecho que el objeto le origine sino en la estructura del objeto en sí. Nada hay más hermoso que un ‘último modelo’ poderoso, veloz, con capacidad para fulminar la distancia. «Nada hay más hermoso que el fuego llameante, ardiente, abrasador… Calienta, sana y cuece, pero también abrasa, hiere y causa dolor», Boecio dixit.
Hay buenos especialistas en las revistas del motor. Ejercitan la crítica del ‘nuevo modelo’ con pasión y hasta con cierta elegancia descriptiva. No deja de parecer una metáfora automecánica, casi un hallazgo, la aserción de que la tracción total de un all off-road lo inscribe en la curva con una precisión absoluta. La frase instala al coche en lo perdurable porque lo ‘inscribe’ en el asfalto. Y toda inscripción es, esencialmente, permanencia. También leo que las sensaciones del afortunado que tripula uno de esos modelos poderosos son ‘exultantes’, es decir, que sobrepasan no ya la propia satisfacción personal sino que elevan su ego al grado de la exultación, que es el superlativo absoluto de la alegría.
Los verás pero no los catarás. Es el epílogo de la revista del motor.
DIESELIZACIÓN
JUAN GARODRI
(26-7-2008)

La he visto. Fue una sorpresa léxica, aunque uno ya está acostumbrado. La revista que edita la DGT, «Tráfico y Seguridad Vial», la coloca en uno de sus reportajes. Dieselización del mercado de turismos, dice. Oye, que no está mal la palabra. Por el análisis de las palabras se llega al conocimiento de las cosas, afirma san Isidoro. Aunque añade que la estética etimológica se apoya en axiomas de entre los que sobresale el principio del simbolismo. Y que el método etimológico tiene su complemento en el análisis de los ‘cuasisinónimos’. «Decor», «decus » y «decens » se emparentan con «decem», diez, número símbolo de la perfección.
Estas elucubraciones vienen al hilo de la dieselización, que también tiene sus cuasisinónimos simbólicos: desertización (los listos dicen ‘desertificación’), cotización (al alza), desaceleración (crisis económica) y especulación, que se emparentan con desesperación, palabra símbolo de destrucción.
El caso es que la venta de turismos se ha dieselizado. Si en 1991 se vendió el 13 % de vehículos diesel frente al 87 % de gasolina, en el año 2007 la venta fue del 71 % de vehículos diesel frente al 29 % de los de gasolina. Evidentemente, en años anteriores el precio del litro de gasolina era mayor porque se vendía mayor número de vehículos de gasolina. A medida que fueron equiparándose las ventas, comenzó la dieselización y, allá por el año 2000, las ventas de coches rondaban la igualdad. ¿Qué ha ocurrido desde entonces, amigo conductor? Fácil. El Gobierno, que tanto vela por los intereses de los ciudadanos, ‘no podía’ renunciar a los macroingresos que le genera la venta de combustible. Si la dieselización (dentro de la belleza simbólica de la palabra) produce una venta cada vez mayor de coches diesel, habría que subir el precio del litro de diesel. ¿O no?
Sólo quienes comen en los pesebres institucionales se creen lo de la crisis del petróleo. La semana pasada escuché en una emisora afín al Gobierno que las reservas petrolíferas son ahora tan abundantes o más que en 1982. No se agota. La especulación (cuasisinónimo de dieselización) petrolífera es lo que nos acogota. Y el 70 % de impuestos en cada litro.
SANDEZ
JUAN GARODRI
(19-7-2008)

De la misma forma que memez es la cualidad de memo sandez es la cualidad de sandio. El sufijo ‘-ez’ dota al lexema de unas propiedades de significado negativo insospechadas. No es lo mismo estar idiota, por ejemplo, que ser idiota. La accidentalidad semántica de la forma verbal “estar” significa que el idiota momentáneo puede desidiotizarse. Sin embargo, el sufijo ‘-ez’ que la sandez lleva de forma fija tal como un santo lleva su corona, se adhiere al sujeto propinándole abundantes dosis cualitativas y permanentes de incongruencia (la sandez). Esta doctrina de tipo lingüístico podría aplicarse, con sus variables, a términos como memez, estupidez, gilipollez e incluso insensatez.
El gentío, sin embargo, no suele diferenciar el hecho de la palabra, cosa existencialmente probable aunque teóricamente improbable. Y así, los hechos de un sandio, de un memo o de un estúpido generalmente no se tienen en cuenta, debido a la operación acomodaticia del personal que los considera ‘normales’ por repetitivos. No hay más que recordar algunos hechos de los prohombres que rigen nuestros destinos, hechos que parecen más bien producto de un sandio, un memo o un estúpido, expuestos hasta la náusea diaria en los medios.
Tampoco se tiene en cuenta la palabra desacertada. Afloran constantemente descalificaciones designadas con el apelativo de sandez (sandeces), memez (memeces), estupidez (estupideces) y, curiosamente, el gentío ignora la descalificación. Vean si no, la sandez apoteósica evacuada por una diputada de CiU, llamada M. Surroca (no sé por qué se me parece a Josep Guardiola con peluca y sin barba), que va la tía y presenta una pregunta al Gobierno «por lo que bebió la Selección». Además de la crisis, el Gobierno debe preocuparse de la Selección. Y no se corta. «Pide explicaciones por el consumo de alcohol de la selección española durante las celebraciones de la victoria en la Eurocopa», leo por ahí. O sea que, para ella, los jugadores, después de haber conseguido el campeonato de Europa, tendrían que haber bebido agua mineral sin gas en un cenobio. No sé cómo celebrará la Surroca sus éxitos catalanes. Pero la costumbre española es festejarlos con unas copas. El descontento verbal (quizá también emocional) de la diputada me ha parecido una sandez.
ANTICIPACIÓN
JUAN GARODRI
(12-7-2008)

No solamente el personal de a pie, también los enterados, prensa y radio. Y los políticos. Los políticos sufren accesos constantemente repentinos de anticipación. Los filósofos, tan exactos y pulcros en las variables del pensamiento, tan proclives a dar vueltas a la noria de las deducciones, tan propensos al ropaje críptico de los sistemas del pensamiento, los filósofos llaman al conjunto de proposiciones que dan forma a la antelación de los comportamientos ‘juicios de anticipación’. Vale. Al fin y al cabo, gracias a los filósofos, sabemos qué somos (si es que somos algo), la esencia, la existencia, la causa primera, la causa última, cosas así.
El gentío utiliza los juicios de anticipación a lo bobo, en un arriesgado ejercicio de volatinería mental, para opinar acerca de la realidad de acontecimientos o de comportamientos futuros, de por sí impredecibles como todo futuro. El gentío marujil, por ejemplo, de tan arraigada solera en nuestros lares, no cesa de utilizar los juicios de anticipación en la conversación ordinaria. El gentío trata cualquier aspecto de la vida con la visión de los arúspices. Un golpe de vista digamos que incontestable dota sus predicciones de una infalibilidad casi pontificia. Cuando la afilada lengua de muchos (y muchas) enjuicia los comportamientos sociales (o personales) de su entorno, no lo hace con las presuposiciones lógicas o históricas o familiares que dotan de verosimilitud una acción. Lo hace con “suposiciones” que suelen resultar erróneas. Es la utilización del “a mí me parece”, del “me han dicho” o del “éste no llegará lejos”.
Los políticos caen con frecuencia dentro del ámbito de los juicios de anticipación. Zapatero, por ejemplo, dice que “es una exigencia moral ser optimista frente a la crisis”. Está formulando un deseo. Su conceptualización lo ‘ve’ tan cerca, tan importante para él, que lo expresa en presente, dotándolo de una realidad de la que carece. “Es” una exigencia moral, dice. Lo correcto hubiera sido afirmar que el optimismo frente a la crisis “debería ser” (porque aún no lo es) una exigencia moral.
En fin, nos movemos en medio de juicios de anticipación que otorgan realidad a hechos irreales, aunque dotados de posibilidad de ser. Tal vez por eso rara vez se cumplen las promesas.
SOBREDIMENSIÓN
JUAN GARODRI
(5-7-2008)

Ha ocurrido lo insólito. No estábamos acostumbrados a este baño de gloria. Al menos desde hace 44 años. Somos los mejores. Somos los primeros. El número uno del mundo según la clasificación de la FIFA. Jamás se habían vendido tantas banderas de la Patria, miles y miles de escudos bordados con su estructura cuartelada en castillo, león rampante, barras y cadenas. Y las dos columnas orladas con la cinta del ‘Plus ultra’, del ‘más allá’. Adelante, españoles. A por el Mundial. Podemos. Dentro de dos años, podemos. Que se joda la Italia de los codazos y las faltas. Que se joda la Alemania de la corpulencia y el choque. Que se joda la Francia de la suficiencia y el menosprecio. Mientras podamos bañarnos en la fuente de la gloria, mientras podamos sumergirnos en las profundidades exaltadas del orgullo nacional, que vengan a hablarnos de crisis. Que se vayan a tomar viento los Diputados en el Congreso. El miércoles, qué plasta. Rajoy con la gaita de siempre previendo catástrofes ya anunciadas antes de las elecciones. Zapatero aguantando mecha porque no sabe hacer nada y lo que hace está mal hecho o es insuficiente o es encubrimiento de una realidad podrida. Los portavoces dando la matraca con el crecimiento cero, con la inflación al 5,1 % , con el aumento del paro, con el bajo consumo y con las hipotecas encarecidas. No tienen en cuenta que eso importa poco mientras podamos rebozarnos en la gloria deportiva. Fútbol, tenis, automovilismo, motociclismo, ciclismo. Somos los mejores. ¿A qué viene tanto agobio con la crisis? El Parlamento debía aprender de la televisión deportiva. Gracias a ella hemos disfrutado los mejores momentos de gloria. A pesar del menosprecio foráneo.
Nuestro Juan Pablo Forner, «el más acre censurador del siglo XVIII», reprobó la pedantería de Rousseau, Helvetius, Bayle y Voltaire. Les opone los modelos nacionales de Luis Vives, Arias Montano y Melchor Cano, entre otros. Y aunque no todo es negativo en la actitud tradicional frente a lo extranjero, hay que exaltar la gloria de “la roja” y dejarnos de recesión y otras gaitas (gallegas).
Sin fútbol, los dioses del Olimpo no fueron tan felices, a pesar de su tendencia a la metamorfosis antropomórfica.
MISTERIO
JUAN GARODRI
(21-6-2008)

Continúa el misterio. Hace dos semanas me refería al hecho misterioso (región pobre frente a gasto millonario) del consumo de tabaco en Extremadura. Y ahora nos sorprenden de nuevo: «Un bar por cada ochenta cacereños. Es la provincia española con más locales de este tipo por habitante». No sé si el gentío leerá, no sé si habrá superado el fracaso escolar, no sé si aprenderá idiomas, no sé en fin si comerá, pero sí sé que el personal bebe. Mucho. Los que más beben de España. Cáceres, la provincia española con mayor densidad de bares por habitante. ¿Y el dinero? ¿De dónde saca el personal la pasta para el chateo? Misterio.
El gentío barrunta que lo de la renta per cápita es un timo informativo que ignora las desigualdades económicas, porque ignora las diferencias entre los habitantes al atribuir a todos el mismo nivel de renta. Así que da igual que Extremadura tenga la renta per cápita más baja de España porque no se nota.
En último término, el bar es la solución. Los duelos con pan son menos. El bar es el lugar salvador que elimina los síntomas de aplanamiento. Si usted padece un trastorno afectivo emocional, tan abundante estos días preveraniegos, este paso repentino de los 18 a los 35 grados, esta insoportabilidad calurosa que nos lanza a la calle con el pantalón corto playero y las sandalias, si a usted, sorprendentemente, ya no le satisfacen las actividades que le gustaban antes, si usted se siente desanimado porque no le toca la primitiva, si usted pierde la ilusión de todos los días y ya no juega a la ONCE, si usted advierte un aumento de fatiga, de malhumor o de irritabilidad, no lo dude, en la provincia de Cáceres tenemos la solución: la barra del bar, la amigable, entrañable, acogedora, placentera y afectiva barra del bar. Lo de la renta per cápita es lo de menos.
También le recomiendo que haga caligramas. En el bar. Guillaume Apollinaire los puso de moda en 1918. Elijo uno (imposible reproducirlo en su formato original): «Voici l’homme le plus enmerdant du quartier qui fait sa tour née des bars». (Dígale al de francés que se lo traduzca).

lunes, 4 de enero de 2010

EL TIEMPO
JUAN GARODRI
(14-6-2008)


La idea quevediana del tiempo se expresa en el concepto de fugacidad versificado magníficamente en alguno de sus poemas metafísicos. Es una idea pesimista de la vida anclada en el tiempo, un tiempo que se ofrece al ser humano para hacerle presente el vacío y la nada. El tiempo ha revuelto la cabeza de filósofos y escritores. Porque el hecho inexplicable del tiempo consiste en que se vive inserto en él sin que, en realidad, se conozca su esencia. Siempre se ha percibido el tiempo como una tríada compuesta por pasado, presente y futuro. Ninguna de las tres percepciones sobrevive a la existencia. Efectivamente, el pasado ya no existe, el presente es un nanosegundo que en el mismo instante de pronunciarlo se convierte en pasado, el futuro es una intuición dotada de posibilidad pero inexistente. Se ‘es’ dentro de la fragilidad más absoluta. Quizá por eso la persona se aferra a lo inmediato a pesar del carácter efímero de la inmediatez. El ansia de supervivencia, incluso en la propia negación, supera con creces cualquier otro aspecto de la vida. El dinero, el poder y la fama son las tablas de salvación. La fama. La perduración en el tiempo. En el “Libro de los exiemplos” (el conde Lucanor y Patronio), don Juan Manuel afirma que la segunda vida es la de la fama, la pervivencia en la memoria de los hombres a través del tiempo, la fama como repetición inacabada de la vida. Ahora, con mayor evidencia por la cosa de ‘los medios’, existe una especie de ansiedad por acaparar fama (vano intento de atrapar el tiempo). Programas de televisión, bodrios televisivos. Y escribir. Pléyades de escritores para conseguir fama (supervivencia en el tiempo). Miles y miles de concursos para dar salida a tantísimo escritor sediento de fama (posesión del tiempo). Quevedo escribió contra los culteranos de su época: «Ya que toda Castilla, / con sola esta cartilla, / se abrasa de poetas babilones, / escribiendo sonetos confusiones; / y en la Mancha, pastores y gañanes, / atestadas de ajos las barrigas, / hacen ya cultedades como migas».
Quevedo sí está coronado de fama y doblega la fugacidad del tiempo, él que se definió como «soy un fue, un será y un es cansado».
LA COSA DEL TABACO
JUAN GARODRI
(7-6-2008)

Me contaron un chiste que me hizo bastante gracia. Un tipo entra en un estanco a comprar una de esas cajetillas orladas de leyendas amedrentadoras. El tabaco puede matar. El tabaco produce cáncer. El tipo compró una y leyó: ‘el tabaco produce impotencia’. Inmediatamente la devolvió a la estanquera y le dijo que, por favor, que prefería una de las del cáncer.
Toma salero. Ni temor a los mensajes de muerte ni caso a las campañas antitabaco. Nada. La enfermedad y la muerte son cosa de los otros. La enfermedad y la muerte es lo que uno oye que ha ocurrido a otros. Una cosa tan lejana, la muerte. ¿Cómo va a estar uno pensando en la muerte cada vez que enciende un cigarrillo? Aparte de que la publicidad que induce al susto y al espanto no es más que falsa alarma para que el fumador no disfrute. Ni caso. Que la Sanidad pública se invente otras para ahorrarse gastos. A la Administración no importan las 10.000 personas que murieron en Extremadura durante el año 2004 por causas achacables al tabaco. Le importa ahorrar gasto sanitario.
Cosas así debe pensar el gentío extremeño para dar lugar a la reciente información aparecida en HOY (31-5-08): «Los extremeños gastaron 250 millones de euros en tabaco el año pasado». ¡Qué bárbaro! ¡Más de cuatrocientos mil millones de pesetas! ¡Gastados en tabaco! ¿Pero no habíamos quedado en que Extremadura es una región pobre? La Junta se desmelena para atender al necesitado, para proporcionar pisos dignos y baratos, para regalar libros de texto en los colegios, para colocar aceras y farolas en los pueblos, para construir residencias de tercera edad, para dotar bibliotecas. Porque el ciudadano carece de recursos. Joder, ¿cómo va a tenerlos si se los gasta en tabaco? ¿De dónde saca el personal tantísimos millones para gastarlos en tabaco? Misterio. Y aún más. En estos primeros meses de 2008 la venta de cigarrillos ha aumentado un 9%. Ni crisis, ni recesión económica, ni subida de los carburantes, ni carestía de los alimentos, ni batacazo inmobiliario. Aquí no se perciben esas catástrofes que los economistas airean con el espanto de las pandemias. Muera el gato muera harto.

domingo, 3 de enero de 2010

MANIPULACIÓN
JUAN GARODRI
(31-5-2008)

Dicen que los españoles andamos ahora con la pata de palo. El paro, la crisis inmobiliaria, la subida del euribor, la gigantesca escalada del precio de los carburantes y el alza escandalosa, casi obscena, de los alimentos nos están dejando con el culo a las goteras porque repercute negativamente en la agujereada economía del gentío. Aunque bien mirado la crisis inmobiliaria es ‘más crisis’ para los ricos. La crisis inmobiliaria trae al personal a mal traer, sobretodo al personal promotor, que siempre ha querido hacerse millonario en poco tiempo. Al personal pagano puede que hasta le venga bien, si se tienen en cuenta ejemplos sorprendentes como el de una inmobiliaria de Murcia que subasta apartamentos a mitad de precio. Sin embargo, el paro, las hipotecas, los alimentos y los carburantes sí suponen una grave preocupación diaria y ponen al personal en un brete. No hay que preocuparse. Es digno de ver el empeño que el Gobierno pone en despreocupar a los españoles, en alegrarlos. Digo yo que será el Gobierno, porque a ver si no quién va a ser. Directamente no lo hace, pero se sirve de terceros para distraer al gentío y, de paso, alegrarle la vida. Y ese tercero alegrador sospecho que es televisión española, la pública, teuveuno y teuve dos, la teuve, vamos, tan al servicio de los españoles.
Regresaba yo de Sevilla el pasado sábado y me detuve en un área de servicio a tomar un descafeinado de máquina. El local estaba abarrotado. Las mujeres habían tomado asiento frente al televisor en posición de fila de teatro. Los hombres, acodados en la barra, miraban la pantalla expectantes. La alegría, los aplausos, los gritos de España y olé aturdían. Justo en aquel momento empezaba la actuación del Chiquilicuatro en Eurovisión. Era emocionante comprobar que el gentío olvidaba la hipoteca, el carburante y los alimentos para aplaudir obsesivamente la cutre —¿cutre? ¿Soy antipatriota?— actuación del chiqui-chiqui y las tías buenorras, batacazo incluido y muestra del culo con la braguita rosa. Televisión se encargó de alegrar al pueblo español. Catorce millones de telespectadores siguieron el evento. Viva España manque pierda. La Roma imperial también echaba leones al circo.
DISCRIMINACIÓN
JUAN GARODRI
(24-5-2008)

Un colega comunista me dijo en cierta ocasión que la igualdad universal no existe. Mis ojos de sorpresa debieron confundirle porque se apresuró a argumentar que si, ahora mismo, tú vas y repartes todos los bienes del mundo entre todos los habitantes del mundo, transcurrido un año volverán a existir pobres y ricos, porque unos habrán malgastado su porción correspondiente y otros la habrán aumentado.
Ciertamente, desde Jesucristo hasta nuestros días, pensadores, sociólogos y políticos, al menos de piquillo, se han embadurnado los labios con la crema aceitosa de la igualdad. Hobbes, Rousseau, la Revolución francesa e incluso Platón (con su ‘hikanon’, idea de amplitud universal) se hartaron en los banquetes de la igualdad. Por eso extraña que a estas alturas del siglo XXI se lleven a cabo hechos que contravienen la idea de igualdad y, por consiguiente, caen en una discriminación galopante. Dos ejemplos. Uno: «El PSOE subvencionará los comercios que rotulen solo en gallego», o «Los socialistas y el BNG se oponen a que los comerciantes de Galicia rotulen en castellano». La adopción de estas normas referentes a la utilización o no del idioma castellano supone romper más o menos abiertamente con la normativa constitucional. Segundo ejemplo: «El TC avala la ley de violencia sexista» o «El TC avala que se condene a más pena a hombres que a mujeres por igual delito». Han sido siete votos a favor y cinco en contra (los cinco provenientes de jueces conservadores, dice la noticia), como si el hecho de la progresía avalara la protección de la mujer indicando al tiempo que los carcas ni siquiera la avalan. Nadie sabe de dónde sacan los jueces la interpretación de las leyes. La exégesis judicial requiere una aplicación de las leyes ecuánime. No ocurra lo de aquel exégeta bíblico que convirtió las trompetas de Josué en misiles para derribar las murallas de Jericó. Porque defender penas más altas para el hombre que para la mujer por el mismo delito es discriminatorio y excesivo. Decenas de magistrados afirman que se vulnera el principio de igualdad recogido en el artículo 14 de la Constitución Española. Discriminación.

LA JUSTICIA
JUAN GARODRI
(10-5-2008)


El pasado miércoles, varios periódicos de tirada nacional aludían en sus titulares a la ignominiosa y apabullante cantidad de sentencias sin ejecutar que se amontonan en los juzgados de toda España. Y va Fernández Bermejo, con toda su barba, y el tío agarra y coge y se pone y dice que no, qué va, que el colapso que vive la Justicia ni es colapso ni nada, que se trata solamente de “un problema endémico de retraso”. ¿A qué juega el ministro? ¿A tocarnos las bolas a los españoles? El uso de la metonimia encaja perfectamente en el tratamiento literario del lenguaje o en el uso de las jergas. Pero no veo yo a la Justicia caminando por la senda de la expresión lírica ni transitando por los arrabales de la jerigonza suburbana. En cualquier parte, tal como la tortuga arrastra su caparazón, el retraso lleva consigo el apelotonamiento y el colapso. Así que no nos venga el ministro con la polisemia. El lenguaje jurídico es monosémico y el significado de colapso se fundamenta en “collapsus”, participio pasado de “collabi”, arruinarse. El sema indica destrucción, postración extrema, ruina, paralización, cosas así. Si el caos de la Justicia arrastra más de 270.000 sentencias sin ejecutar en lo penal, y más de 400.000 en lo no penal, que alguien nos explique qué clase de indolente (o insuficiente) Justicia tenemos. Y, desde luego, que no nos vengan diciendo que es un problema de “retraso”. Es la verdad de Perogrullo. Esto lo sabemos todos porque es evidente. Y no hay que buscar explicación a la evidencia, mucho menos intentar demostrarla.
Es el caso que el gentío anda acojonado con lo del “retraso” porque la delincuencia campa a sus anchas. ¿De qué vale que las fuerzas del orden trabajen para atrapar al delincuente? Lo detienen, los medios de comunicación airean la detención y propalan sin descanso que ha sido puesto a disposición judicial. Y el que delinque se muere de risa porque “su” sentencia no se ejecuta. ¿Aquí no pasa nada? Alguna diferencia habrá entre el bueno y el malo. (En las películas del Oeste la había).
AUTOVELOX
J
UAN GARODRI
(3-5-2008)


Puesto a pensar, recuerdo las ocasiones en que he sido multado por la policía de tráfico. Todo español que se precie ha sido multado por la policía de tráfico. Circulas tan contento pensando en la familia que te espera y, de pronto, observas que alguien te saluda a lo lejos. No es un saludo. Es una orden. Tienes que aparcar, y multa.
Dos episodios. Uno: recién impuesta la obligatoriedad del cinturón de seguridad, ya hace años, a la salida de Granada. Acababa de repostar y, a diez metros del surtidor, zas, me cazaron porque todavía no me había puesto el cinturón de seguridad. Dos: en la travesía de Aranda de Duero, polígono industrial, domingo por la tarde. No circulaba ni una rata. Limitación de velocidad a 50 kmh. Yo circulaba a 65. La sensación de animal cazado se superpuso a las demás sensaciones. Pensé: ¿salvar vidas o recaudar? Esa es la cuestión. Hay mucho loco suelto por ahí. De acuerdo. Pero también hay mucho pardillo que cae en las redes tendidas para cazar a los locos.
Circula por Internet una información cuyo origen y autoría desconozco. En el caso de que sea cierta, es evidente que alguien la ha colgado para “avisar” a los conductores y fastidiar a Tráfico. Dice así: «Ojo con los nuevos tipos de radares». A continuación, una serie de fotografías muestra la diminuta caja que aloja el sistema. Se llama Autobox. Dentro está el cinemómetro: Autovelox. La cámara está dotada de sensores láser que calculan la velocidad del vehículo y el carril por el que circula. A continuación, una serie de fotografías muestra el funcionamiento del aparato. La leyenda añade: «Ya están aquí los radares láser. Ojito con ellos. Por cierto, nadie ha avisado de su presencia, como había prometido el director de la DGT, ha sido descubierto por moteros... Este aparato denominado AUTOVELOX no es detectable por ningún sistema antirradar del mercado en el mundo».
Espero que el “aviso” de Internet valga, al menos, para conseguir que los pardillos modifiquen la trayectoria de su vuelo y se alejen del peligro de la red cazadora.
SALUTACIÓN DEL OPTIMISTA
JUAN GARODRI
(26-4-2008)


No sé en qué estaría pensando Rubén Darío cuando sufrió tal subidón lírico, cuando se sublimó poética y modernistamente hasta el punto de alcanzar tal clímax laudatorio, conminatorio y salutatorio, cuando se vistió de metáforas y se calzó un léxico hiperbólico que inspira ampuloso rechazo, cuando se atrevió a proclamar que «la alta virtud a la hispana progenie hizo dueña de siglos» (supongo que lo de ‘virtud’ lo entendería el excelso poeta en el sentido etimológico de ‘valor’), cuando, en fin, se decide a preguntar retóricamente: «¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos y que al alma española juzgue áptera y ciega y tullida?». Ni harto de ajenjo se puede emitir tal sarta de elogios desmedidos, a no ser que ‘se’ los escribiese Alejandro Sawa, su enemigo del alma.
Ahora tendría que estar Rubén Darío de embajador en España. A ver cómo versificaba sobre la recesión económica. Sobre este paro que ha aumentado en 246.000 personas hasta marzo, con una tasa que ha subido al 9’63%, según la EPA. Los arranques líricos rubenianos se volverían niebla si hubiera sabido que la crisis se come la mitad del superávit hasta marzo, el peor dato de las cuentas públicas en cuatro años. El llamado “Padre del modernismo” (aunque en España ya lo había introducido Villaespesa, dicho sea de paso) hubiera trocado la ‘Salutación del optimista’ por ‘Lo fatal’, de haber conocido la actitud de la Patronal que mira con recelo, si no es que se opone, a las medidas del Gobierno para proteger la recesión económica y favorecer a los más desprotegidos. «Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto…». Eso es vivir y no la patria salutífera. El incierto rumbo de los trabajadores a quienes la Patronal niega la reforma del salario mínimo porque ello subiría a 500.000 el número de parados.
Tampoco quiero ser un cagaleches, así que terminaré con la frase de W.G.Ward: «El pesimista se queja del viento, el optimista espera el cambio, el realista ajusta las velas».
Aunque dime, agobiado lector, ¿qué importancia tienen mis líneas aparentemente contradictorias ante las que publica una ONG subvencionada por Sanidad recomendando drogas a los gays para dilatar el ano? Salutaciones optimistas.




PEDAGOGÍA SOCIAL
JUAN GARODRI
(19-4-2008)

Así como a todo el mundo le da por escribir (poesía y cuento mayormente, qué barbaridad, cuánto ingenio desparramado entre los miles de concursos convocados anualmente por Ayuntamientos, Diputaciones, Concejales/as de Cultura y Fiestas, Asociaciones de toda España, por las editoriales, las cajas de Ahorro, las entidades benéficas, todas las convocatorias con un afán insuperable de promover la cultura y la creatividad, qué bárbaro, cuánto numen oculto o quizá perdido o por lo menos desperdigado en esa multiculturalidad cuasi anónima de concursos de a doscientos, quinientos, novecientos euros y placa el primer premio), en fin, decía que así como a todo chiquilicuatre le da por escribir así también a los políticos les da por cultivar la pedagogía. Pero antes fue la psicologización.
La psicologización de la sociedad. Una entelequia, no sé si lamentable. Cualquier niño “rabo de lagartija”, en edad escolar, es trasladado al gabinete del psicólogo y se le cuelga el sambenito de ‘niño hiperactivo’. Luego resulta que, en muchos casos, no existe tal hiperactividad. Ocurre que los padres, tan modernos, tan de terraza y copas, no aguantan a sus hijos. Y, hala, a sedarlos con la medicación que se aplica a la hiperactividad. Con el consenso de padres y psiquiatras, naturalmente.
Dentro de poco llegará la pedagogización de la sociedad. Zapatero la ha iniciado. Nueve ministras y ocho ministros. Más mujeres que hombres. Correcto. Todo es cuestión de mentalizar al macho hispano para que acepte la igualdad (paridad dicen ahora, algún sabiondo piensa que es por lo de Carme Chacón) de sexo. Y ese acto de mentalizar a los demás presupone una acción pedagógica de indudable calado. Porque se trata de pedagogía social, no de cualquier pedagogía. La asignatura que los estudiantes de Magisterio aprendían en la Normal, enseñaba a adquirir métodos para “conducir” a los niños. Ahora los métodos pedagógicos se aplican a la “reconducción” de los adultos. Porque sólo vemos a las ministras como figurines de un pase de modelos político que sonríen con su mejor sonrisa y visten con la elegancia impuesta por la señora Vicepresidenta primera, tan insustituible. Hay que seguir a Zapatero y no a la ironía rosa de Berlusconi. Merecemos ser pedagogizados. Que somos muy burros.
NEUROMERCADEO
JUAN GARODRI
(12-4-2008)


Impacto del mercadeo sobre el cerebro. No quisiera meterme en camisa de once varas (en este caso la camisa es de corte médico, y que disculpe mi amigo y compañero de columna Agapito Gómez Villa). Resulta que los investigadores de la universidad de Stanford y del Instituto de tecnología de California han descubierto que inflar el precio de un producto produce mayor actividad en un área específica del cerebro llamada «corteza medial orbitofrontal». Neuromercadeo. Los comerciantes lo aprovechan para manipular nuestras neuronas y hacernos picar en la adquisición de productos que, sin ser caros, nos los venden como caros. ¿A qué se debe esto, es decir, a qué se debe que nos dejemos engañar como chinos? Pues simplemente se debe a las reacciones de nuestra corteza medial orbitofrontal. Porque, oh sorpresa, en esta área específica del cerebro es donde se halla agazapada nuestra percepción del placer, del deleite y del bienestar. Los investigadores hallaron que al gentío le gusta más el vino tinto caro que el barato (a mí también), y que cuando se bebe vino caro tinto la zona neural de nuestra corteza medial orbitofrontal reacciona proporcionándonos placer y deleite. Pero resulta, y aquí está la trampa manipuladora de los comerciantes, que ‘ese’ vino tinto no es más caro por ser mejor sino porque ellos lo encarecen. Esta diferencia cualitativa la ignoramos los consumidores. Y tan sólo por el hecho de ser caro un producto nos parece mejor (aunque sea malo), y lo consumimos con el ego inflado de un sabroso placer estimulado por la corteza medial orbitofrontal. Si dejamos el vino y trasladamos nuestra pretensión de placer a la ropa, al calzado, a los restaurantes de lujo o a los automóviles, vamos, que la dicha corteza sufre una actividad frenética, no hay más que ver al tipo/a que conduce un Jaguar XF o un Mercedes SL.
En fin, que los ricos deben de tener la corteza cerebral llena de deleite porque pueden disfrutar de cosas caras (aunque sean de mala calidad), mientras los pobres (que también tienen cerebro con área específica de corteza medial orbitofrontal) se deleitan con las gangas del mercadillo.
Por esto de la corteza, quizá, los que tienen dinero disfrutan tanto siendo ricos.
JUSTICIA
JUAN GARODRI
(5-4-2008)


Cuando alguien se lleva las manos a la cabeza, el gesto es signo de incomprensión o de alarma ante un acontecimiento aterrador. Cuando alguien se lleva las manos al culo y corre, el gesto es signo de miedo e indefensión. El gentío se pregunta, atónito, qué ocurre con la Justicia, ahora que se ha descubierto el pastel con el asesinato de la niña Mari Luz. ¿Nos llevamos las manos a la cabeza o al culo? ¿Nos sorprendemos o huimos?
La Comisión Permanente del CGPJ reconoce que son ‘graves’ los hechos investigados al permitirse la libertad del asesino y que convocará una reunión de la comisión disciplinaria. ¿Y ahora se enteran? El gentío se pregunta por qué un juez de una Audiencia provincial tarda cerca de tres años en redactar la sentencia firme contra el delincuente, o cómo es posible que un juez de primera Instancia no dicte orden de busca y captura. Añade, además, dicha comisión algo pavoroso: cuando se inspecciona un Juzgado sólo se examina del 5 al 10 % de sus casos. ¿Es para correr o no?
Quizá por eso la sobreabundancia informativa de los Medios no se ha dirigido a excitar la sensiblería popular, como algunos piensan, sino a hostigar a la Justicia, que ya le tenía ganas quien fuera, (los de arriba, se supone). Porque hay muchas niñas Mari Luz. Pocas veces, sin embargo, los Medios se han desmelenado como ahora sobredimensionando el hecho. ¿Piensan ustedes que han roto el peine para sensibilizar al gentío, o alarmarlo? No. El gentío está desensibilizado ante la muerte ajena. No hay más que considerar los cientos de muertos mensuales en la carretera y nadie mueve un dedo. Que no vengan ahora con que el asesinato de una niña promueve este revuelo. A mi parecer, lo han hecho, lo hacen, para evidenciar a los jueces. Los medios han montado el revuelo para denunciar la «desidia judicial» y el «caos de la justicia». (El saco de la generalización mezcla a justos y pecadores. Eso es lo malo).
ELOGIO DE LO CUTRE
JUAN GARODRI
(29-3-2008)


Sí señor. Me gusta el Chiqui-chiqui. La vida puede ser maravillosa, Salinas. ¿Cómo puede haber alguien a quien no le guste el chiki-chiki? (Perdón, confundo el fútbol con la cutremúsica).
Es evidente que para Theodor W. Adorno (que además de filósofo, psicólogo y sociólogo fue compositor musical y musicólogo), el tupé del Rodolfo Chikilicuatre —¿o es Chikilicutre?—, hubiera sido la reproducción de un histriónico tsunami intelectual. O tal vez le hubiera contagiado una contracatarsis desproporcionada al espíritu, porque un tupé de ese calibre le provocaría una experiencia interior aterradora. Sobre todo si se tiene en cuenta que Adorno era hijo de una célebre soprano lírica y que no era precisamente conocimiento musical lo que le faltaba. Adorno expuso que el arte actual (actual de su época, qué no diría del arte de la nuestra) estaba descoyuntado por la cultura industrial «donde el arte es controlado por las exigencias del mercado» y se le ‘echa’ a un gentío indefenso que lo consume, tal como las ovejas consumen alfalfa. Es una visión del arte en términos de izquierda intelectual (visión del arte cutre, quiero decir) al que él se refiere con el término de “kitsch”, término alemán que significa ‘barrer la mugre callejera’, arte que se adhiere al gusto por lo vulgar y por lo formalmente incoherente. Aunque en realidad Adorno lo aplicaba a los ‘nuevos ricos’ que pretendían a toda costa, con falta absoluta de buen gusto, imitar a las élites culturales de Munich. Tal vez los ‘nuevos listos’ de hoy (cadenas de televisión y prensa) lo hayan emulado para despiporre, animación y regodeo del cutrerío.
Y a eso hemos llegado. A difundir desconsideradamente la dimensión cutre de la música a base de una extensión rítmica vulgarmente pegadiza, de un tupé supergaláctico, de unas gafas de grillo miope, de una miniguitarra de plástico y de unos culos rotundos removidos por dos tías buenorras.



GLORIA MUNDI
JUAN GARODRI
(15-3-2008)


El gentío bebe vientos por alcanzar la gloria (la gloria del mundo, se entiende, que es la que se presenta más a mano, porque la gloria del cielo está en una invisible lejanía teológica y dudosamente adventicia, desprovista de identidad existencial, según se empeñan en inculcar los ‘medios’, entregados a la digna tarea progresista de laicizar la sociedad), el gentío pues corre que se las pela tras la gloria, que es la autoafirmación del ego y la consecución de la plenitud social.
Recibe distintos nombres la palabra ‘gloria’: fama, poder, dinero, sexo. No hay más que traer a escena la parafernalia, menos apodíctica que acusadora, de los luchadores políticos para conseguir el poder (potestas, para los antiguos). Naturalmente la gloria para ellos es el poder. Con el poder están en la gloria. Qué imán poderoso, potentísimo, no introducirá el poder en sus entrañas para que realicen esos ejercicios de volatinería política en los mítines, con tal de conseguirlo. Se despechugan (corbatas fuera), se acercan al pueblo, enfervorizan las masas, prometen y se quedan afónicos. El poder y la gloria, escribió Graham Green en 1940.
También los jovencitos (y jovencitas), tan sensualmente apetitosas en las pantallas televisivas, persiguen la gloria pero bajo una transformación globalizadora: es la “fama” (se entiende que buena, porque también hay mala fama). Bailan, brincan, distorsionan sus miembros e incluso lloran con tal de alcanzar la fama. O sea, la gloria. Un presentador empelijincado las abraza y las consuela. Tienen que atravesar el peligroso mar de sus adversarios, Scila y Caribdis, los monstruos mitológicos dispuestos a tragarlas en las profundidades del fracaso y del anonimato.
Gloria y fama (al menos fama) creo que ha alcanzado Clara Janés como poeta y traductora. Uno de los cuentos de Katherine Mansfield, “ El barón”, termina así: «Sic transit gloria germanici mundi». Nota de la traductora (Clara Janés): …’Fórmula clásica pronunciada en la misa, durante la Elevación’. La coladura de la Janés la expulsa de la gloria.
TRACTATUS DE POLITICA
JUAN GARODRI
(8-3-2008)


Hubo un tiempo en que me dio por hojear algunos ‘Tractatus’ de Spinoza. Me impulsó a ello, quizá, más que su largo recorrido filosófico, su trayectoria borde (inconformista). Fue un tipo raro al que aburría el gentío. Hijo de mercaderes judíos portugueses que emigraron a los Países Bajos, entró en conflicto con los jefes de la sinagoga por sus “profundos errores”, lo expulsaron. Se enfrentó con las autoridades civiles de Amsterdam, lo discriminaron. No le atraían los puestos de honor (llegó a rechazar una oferta de profesorado en Heidelberg), y se ganaba la vida como pulimentador de lentes (algo así como un óptico actual de escaso pelaje). Pero escribió sin descanso. En latín además. Los argentinos lo tradujeron a destajo en la primera mitad del siglo pasado.
Quizá Spinoza fundamenta su filosofía en la teoría de la necesidad absoluta. Las ideas dependen unas de otras según un orden geométrico exacto. Las ideas se necesitan entre sí. Para que exista una verdad tiene que contrariarla una mentira. Para que exista un ganador tiene que haber un perdedor. Para que los ricos disfruten los pobres tienen que joderse. Todos no pueden ser ricos, todos no pueden ser pobres. No todo es verdad ni todo mentira. Las ideas se necesitan.
Este rollo patatero viene a cuento de que las ideas ‘necesarias’ se parecen a la actualidad política, la de nuestros días, la de Zapatero y Rajoy que desconocen, se supone, esta teoría de la necesidad cósmica, digamos, base del determinismo del siglo XIX. Y aunque Hume se empeñara en declarar que esta necesidad es indemostrable, los hechos se encargan de pregonar que el PSOE necesita al PP para dimensionarse y que el PP necesita al PSOE para justificarse. Sin esta necesidad de relación ‘geométrica’, ¿de qué hubieran valido los mutuos enfrentamientos entre Gobierno y Oposición?
Para hablar de ‘su niña’ el PP necesita al PSOE. Para hablar de Irak el PSOE necesita al PP. La solución mañana.
UNA DE FRASES
JUAN GARODRI
(1-3-2008)


De Bello Gallico. César: «E sinistro cornu inimici pila eiecebant». Me las tragué enteras. Las frases del pasado lunes entre Zapatero y Rajoy. Porque debate no hubo. Fue un florilegio de frases arrojadizas. Fue una representación entre contrincantes para darse caña recíproca. Fue una alegoría política de altisonancias lastradas por datos interesados. El debate es un acto propio de la comunicación humana que consiste en la discusión acerca de un tema polémico entre dos personas, o grupos de personas. Carácter argumentativo. Un contendiente expone su opinión y la defiende con argumentos razonables. Otro contendiente rebate esa opinión con argumentos razonados. Los debates no los gana necesariamente la muestra de los sondeos de opinión (sesgados por la inclinación pertinente a quien los realiza), los gana quien sabe sostener mejor sus ideas. Así que pienso que no hubo debate, porque me parece que el acto careció de carácter argumentativo. Los contendientes se limitaron (extralimitaron quizá) a exponer cada uno las cargas de profundidad preparadas para hundir al adversario, pero no hubo argumentación de ideas para demostrarlas, ni refutación de ideas para rebatirlas. Me pareció que los contendientes se hallaban anclados en una especie de diálogo para besugos político con la intención única de sacar a relucir datos, bien denigratorios para el contrario o su partido, bien laudatorios para sí mismo o su partido. Todo sonaba a algo ya dicho por ambas partes en los últimos cuatro años. Hubo más actuación (jouer le rôle) que debate. Actores que representaban un papel predefinido. Cada uno se aferraba a su tema sin tener en cuenta el tema del contrario, salvo en los ataques personales. «Omnis homo mendax», se lee en la Biblia. Talleyrand dejó dicho que «se nos da la palabra para ocultar el pensamiento». Al «homo homini lupus» de Hobbes, un latinista irónico añadía a mi lado: «politicus politico lupior» y «candidatus praesidenti lupissimus». Lástima terminar con dos latinajos macarrónicos, porque ‘lupus’ no admite gradación adjetiva.


COLOR MORADO
JUAN GARODRI
(23-2-2008)

No hay color que mejor luzca en el tiempo de Cuaresma que el morado. ¿Cuaresma? Como que no suena, oye. Huele a franquismo. Cosas de la fe de los antepasados. Algo así como una religión del sentimiento. Friedrich Schleiermacher dejó escrito que la fe es algo único, elemental e irresoluble, es un puro sentimiento, el sentimiento de absoluta dependencia respecto del todo. Kant también anduvo metido en fregados religiosos, así que elaboró su particular ideario filosófico sobre la fe, aunque a base de soluciones negativas, como su conocido «me vi obligado a eliminar la ciencia para levantar la fe», lo cual que dio cuerda al agnosticismo extensible a todo conocimiento religioso.
La cuaresma está en horas bajas, por más que Gallardón dijera hace poco que ha triunfado doña Cuaresma, la del gesto agrio y estricto. El color morado con el que se decoraban los altares de las iglesias ha pasado a mejor vida. La cosa no es de ahora, lo cual que los tiempos actuales no son peores. Los antiguos también cocían habas. Debates de don Carnal y doña Cuaresma en los que se desinhibe el Arcipreste de Hita, debates que ya quisieran para sí Zapatero y Rajoy. (Aclaro: la obra de Juan Ruiz se titula «Libro de Buen Amor», sin ele. De nada). Invito al personal a leer los cronicones de la prensa de finales del siglo XIX. Los jolgorios con motivo de las Carnestolendas, por ejemplo, dejaban mancos a los carnavales de hoy. Y todo de color morado.
El morado actual no es de color litúrgico. Es de color económico. Billetes de 500 euros. ¿Ha visto alguien un billete de 500 euros? ¿No? Pues infórmate, inocente. En España circulan 114 millones de estos billetes morados. La tercera parte de todos los billetes morados de la eurozona. En lugar de cubrir los altares de las iglesias con paños morados se encubre la corrupción inmobiliaria (y otras) con billetes morados. Y dicen que es dinero negro.
EL CIRCO
Juan Garodri
(16-2-2008)


Se acerca el gran espectáculo. Yo me lo paso en grande, lo juro. Es descacharrante escuchar a Zapatero, como un ángel sublimado, eso de la creación de un millón doscientos mil puestos de trabajo para las mujeres trabajadoras. Que cobren igual que los hombres. (Atención, médicas, enfermeras, auxiliares, periodistas, juezas, magistradas, funcionarias de las funciones públicas, maestras, profesoras, catedráticas, todas, sabedlo, no sois mujeres trabajadoras porque cobráis igual que los hombres). Es desternillante escuchar a Rajoy, como un expendedor de reconstituyentes, atemorizar con la enfermedad económica, el virus de la delincuencia y la cardiopatía de los inmigrantes, mientras Gabilondo, cruzado de brazos, lo mira con incredulidad prisoista. Es histriónico el regodeo que ofrece al público Ignacio Escolar (sobre el miedo) y Salomé García (sobre las sotanas), en un afán sin duda distensible de divertir al gentío. Es hilarante la manipulación demagógica o la demagogia manipuladora, no sé, de Esperanza Aguirre: «a Zapatero lo han pillado con el carrito del helado», por la cosa de la “tensión”. Sin pudor, se llaman entre sí fariseos.
Así que ya empiezan a mover el culo. Constituyen una bebida anabólica, las elecciones. Las síntesis de moléculas complejas, los esteroides del poder, digamos, proporcionan un fortalecimiento espectacular de la musculatura glútea que los/las impulsa a mover el culo. Y lo mueven no de cualquier manera desgarbada como podríamos moverlo tú y yo en el Arlequín, sino con la contundencia ondulante de un conjunto de brasileñas esbelto. Culazos.
Fundamentalmente (no olvides el complemento adverbial), de lo que se trata en las campañas electorales no es de que gane quien las organiza para ganar, sino de que sea derrotado el enemigo contra quien se organizan. No se trata de salvar al pueblo sino de atraparlo, así el enemigo no se aprovechará de su voto. Para ello se ridiculiza, se sacan viejos trapos del armario del odio, se atemoriza al gentío. Para ello se promete el oro y el moro de lo promisorio. Carcajada circense.
PARIDAD
JUAN GARODRI
(9-2-2008)


Tampoco es que vaya a ponerme en plan Pérez-Reverte (creo que ya empecé así alguna otra vez), pero vamos, que me gustaría ser académico de la RAE y tan famoso como él, para poder vomitar la mala lechuga de las opiniones políticas sin que me señalasen con el dedo untado de mierda.
La cosa educativa me aburre. Pero he aquí que aparece de pronto la cosa sustantiva, pilar y sostén de la democracia: la paridad. Medios de comunicación, tertulias radiofónicas y televisivas, prensa escrita y electrónica no hablan de otra cosa. Ya se sabe qué son los medios de comunicación de masas, así los llaman, cuando les da por marear la perdiz del coto con un tema sobredimensionado. Va el asunto ahora sobre la paridad. Antes lo llamaban igualdad. Pero el término debía de resultarles plano, con olor a chamusquina de revolución francesa, y han optado por sustituirlo. Paridad. La progresía también se manifiesta en el léxico. Por esta razón se prefiere el término de ‘paridad’, menos visto y convencional, al de ‘igualdad’, más republicano y rojizo.
Tucídides, entusiasta de las ideas políticas de los sofistas, llegó a pensar que todos los hombres son iguales por naturaleza, pero concluyó que esta igualdad los enfrentaba pues nadie admitía que otro fuera igual a él. La guerra de todos contra todos, «bellum omnium contra omnes». A causa de esto, quizá, Hobbes, en su «Leviathan», sugiere que la utilidad y el apetito de mando son los determinantes exclusivos del ser en el Estado. De aquí a la arbitrariedad no hay más que un paso. Aunque los gobernantes se ‘sientan’ legitimados por las urnas, que son la metáfora de la sumisión.
Según mi tío Eufrasio, es confuso el concepto de paridad porque “todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”. No me gusta la paridad, mucho menos impuesta por ley. El ‘fifty-fifty’ llama a engaño. En las listas deben entrar los políticamente cualificados, hombres y mujeres, no los pesebrilmente arrimados.
NAVIDADES ‘OUT’
JUAN GARODRI
(2-1-2010)

El pasado domingo, día 27, Agapito Gómez Villa defendía ‘su’ navidad como una vuelta a la pureza de la niñez. Tenía razón. Sólo desde el punto de vista de la inocencia pueden aceptarse unas navidades que ya ni parecen navidades. No me gustan. Alargan el halo taciturno de la desventura. Por mucho que se esfuerzan los ayuntamientos en la iluminación nocturna de las avenidas (en las poblaciones en las que hay avenidas, que no dejan de ser calles un poco más anchas) permanece una especie de tristeza alrededor de las figuritas luminosas. La culpa del hombre maduro y el tema de la renuncia, que tanto conmovieron a los escritores del siglo XVIII, no pueden ser hoy dominados por algunas representaciones institucionales de ‘belenes’ en las plazas públicas, reducidos a mera rememoración folclórica. Por otro lado, la sociedad cede, poco a poco, a la considerada corriente progre de arrinconar el hecho religioso. Es más ‘in’ quien se muestra indiferente ante la murga de la pandereta y el soniquete del villancico. Así que este año han desaparecido. Los altavoces colocados en las esquinas de las plazas lanzaban al aire del oscurecer musiquillas que relacionaban el ambiente popular con la letra navideña. Han desaparecido. Supongo que por lo de la supresión de símbolos religiosos. Para evitar la herida de la sensibilidad. El veto del villancico, a pesar de su abolengo histórico, de origen medieval. En el Cancionero de Baena aparecen con el nombre de ‘cantigas’, en el Cancionero de Palacio con el de ‘canciones’. Empiezan a llamarse ‘villancicos’ en el Cancionero General.
Así que no me gustan las navidades. Estas navidades que parecen lejanas y extrañas. Rodeadas de noticias tan deplorables como las que aparecen en las portadas de las revistas del cuché, tan del agrado del gentío. Belén Esteban, supermodelo del tarugueo mental, sublimada hasta la nausea. La pobreza intelectual provoca la huida hacia esos personajes sacados de la nada que proporcionan beneficios a la prensa rosa y a la televisión tomatera. También Rajoy se ha lanzado a la imagen revistera con el gorro de cocinero y el servicio del cocido en un comedor social. Son imágenes de una navidad devaluada económica, social y religiosamente. El remate pesimista se aloja en ‘mi’ navidad si, por último, leo que se acerca el principio del fin del progresismo y que políticamente Europa ha muerto. Nos salva el cuerpo de Kate Winslet.

sábado, 2 de enero de 2010

EL GUINDO
JUAN GARODRI
(26-1-2008)

Como que nos hemos caído de un guindo. Así consideran, al parecer, algunos políticos a los españoles. Leo por ahí cosas que aparentan la verosimilitud de ciertos acontecimientos posibles, pero con la imposibilidad normal que suele atribuirse a las cosas imposibles. Entiéndanme. Cualquier estudiante de bachillerato conoce (si es que ha estudiado algo de fundamentos filosóficos) que se afirman tres clases de posibles: el moral, el físico y el metafísico. Como antónimo filosófico, también se afirman tres clases de imposibles correspondientes cada uno a los tres posibles citados. Me parapeto detrás del más bajito de los imposibles, a saber, el moral.
Según este rollo, algo confuso, quizá, considero un imposible moral que la señora vicepresidenta primera del Gobierno, doña María Teresa, habite en una casa fantasma. A no ser que su ánimo esté repleto del humor de Oscar Wilde y le tome el pelo a las apariciones fantasmales de la casa de Beneixida, tal como Mr. Hiram B. Otis se lo toma al fantasma de la casa de Canterville. Imposible moral. ¿Cómo nos va a engañar la señora De la Vega, siempre tan refinada, tan prudente, tan consecuente, tan contundente? No puede ser. Es imposible, moralmente hablando, que se haya empadronado en una casa deshabitada para poder votarse a ella misma en las próximas elecciones generales. Me parece que Esteban González Pons se ha pasado diecisiete estaciones.
El segundo imposible roza más la imposibilidad física que la moral. Me refiero a que el ministro de Sanidad, Bernat Soria, es miembro de una asociación separatista a favor de los “països catalans”. Es imposible. No lo creo. A no ser que el señor Soria tenga más cara que un contenedor de calderilla y haya jurado en falso la Constitución. (O prometido defenderla, lo cual que la promesa tiene menos valor que un céntimo de euro. Para que te fíes).
En fin, son cosas que se leen. La Oposición es así de perversa.
EL HIMNO
JUAN GARODRI
(19-1-2008)

Seré de los últimos. Pero no hay más remedio que hablar del himno. En todos los medios de comunicación se ha hablado del himno. En Internet, el alud de opiniones ha sido gigantesco. (Internet, ese descomunal depósito de técnica deslumbrante y de bobadas magníficas). Para no caer en la generalizada idiocia opinadora voy a ponerme en plan tipo pedante.
Verás. Creo que el follón se ha organizado porque la propuesta de letra para el himno nacional (llamémosla ‘texto’) ha generado el rechazo popular y político, hasta el punto de que lo han retirado (Plácido Domingo se ha negado a cantarla). De modo que Paulino Cubero se ha quedado un poco así como con el culo a las goteras, por mucho que haya pretendido arroparlo el presidente del COE. ¿Acaso el texto propuesto no se adapta a la música? ¿Acaso la música es tan excelsamente patriótica que no puede apoyarse en un soporte letrístico tan indoctamente versificado? Pues mira, amigo, al principio de la época Helenística (sobre el 330 a.C.) existió un discípulo de Aristóteles llamado Teofrasto que se hartó de escribir acerca de la música y los músicos. Las emociones producen en el alma, dijo, movimientos que retrasan o aceleran el ritmo vital. Y aunque Sócrates los achacara al ritmo del lenguaje y Aristoxeno al canto y la danza, Teofrasto une el ritmo de las palabras y el de la danza (música) para producir las emociones. Probablemente, Teofrasto se había percatado del poder psicológico-ético que produce la unión del ‘melos’ o arte cantar, y el ‘lexis’ o arte verbal.
Quiero decir con esto que, para conseguir emociones que ‘retrasen o aceleren el ritmo vital’, un himno tiene que ser mucho himno, tanto en música como en letra. Tenemos la música del llamado himno nacional tan asentada en el subconsciente, que la consideramos como algo propio. No ocurre así con la letra. Y si la letra de Cubero es tan ñoña, tan previsible, tan prescindible y tan de epítetos, pregunto que por qué no la ha compuesto César Antonio Molina, ministro de Cultura y poeta de reconocido prestigio, que dicen las crónicas. De esta forma se hubieran unido letra y música y no se habría caído en la epítrope del jurado al señor Cubero.
PROLONGACIÓN VITAL
JUAN GARODRI
(12-1-2008)

Salgo a la calle a elongar mis neuronas, agarrotadas por la noticia siguiente: ¿Por qué Rociito está enfadada con su tía Concha o Rosa o como se llame? Es insoportable no poder hulusmear en las peligrosas anfibologías que remolca tras de sí el personaje de papel. Porque además de la duplicidad psicológica (vacía) está la duplicidad ortográfica. ¿Con vírgula o sin vírgula? Me fío de Alonso de la Torre y la escribo sin vírgula.
Llueve mansamente avenida abajo, mientras ignoro la vírgula de Rociito. A la altura del “Virgen” me encuentro con el cagaleches. Me dice que vaya bolo de artículo, el del sábado pasado, sobre los muertos, para empezar el año, el mismo día que los niños, pobrecitos, tan ricos, reciben sus juguetes de reyes y tú, añade, tan antitradicional, sin hacer caso a la festividad, hablando de televisiones para muertos… Le sonrío con la boca cerrada y le respondo que bien, que en su honor voy a ponerme optimista, y que en el próximo voy a hablar de la vida. Y aquí estoy.
«Científicos de la Universidad de Cambridge demuestran cómo vivir catorce años más». Veo chiribitas. ¿Cómo se puede “demostrar” la prolongación de la vida durante catorce años? Fácil. Sólo hay que cumplir dos condiciones. 1ª: Ejercicio, fruta y verdura, no fumar y no beber mucho alcohol. (En voz baja: ¡No lo había oído nunca!). 2ª: Combinar estos cuatro hábitos. (Se han estudiado a veinte mil personas durante diez años). A tener en cuenta que la clase social no influye si se procede a dicha combinación, añaden ‘estos’ científicos descubridores del Mediterráneo dietético.
Lo que no aclaran los científicos cambridgenses es si los pobres también pueden vivir catorce años más porque, aunque no coman fruta y verdura, dada la inalcanzabilidad de sus precios, pueden duplicar el ejercicio físico, que es gratis, y probablemente dejen de fumar a causa de las continuas subidas del tabaco y beban cada vez menos alcohol, por lo mismo.
Pues ya pueden irse enterando los mandamases de la cosa educativa, porque un tercio de la población infantil española no come espinacas, uno de cada diez niños no ha visto nunca una naranja y uno de cada cinco no sabe qué es un tomate.