viernes, 16 de octubre de 2009

SICOFANTES
(23-5-2004)
JUAN GARODRI


Sicofantes. Plural. A montones. El singular es sicofante pero se da más en plural porque, no creas, el sicofante abunda. El sicofante anda desparramado por todas partes, simulando lo que no es. También se puede decir el sicofanta, pero, vamos, suena peor. No vaya a ser que, en estos tiempos que corren de finales de curso, se le ocurra a algún profesor colocar la palabra en el cuestionario del examen de Lengua castellana, la pobre, tan maltratada como anda, y obtenga una definición psicodélica. Por ejemplo: sicofanta es la tipa que tiene las pinzas flojas de tanto beber fanta. Aunque las hay mejores. En el colmo de la impostura léxica. En el colmo de la calumnia verbal. En el colmo de la simulación terminológica. Alumnos hay que, convertidos en sicofantes del vocabulario, simulan el significado para acomodarlo a sus agobiadas pretensiones explicativas. Y así, no dudarán en afirmar que la tundra y la gaita son ecosistemas, o que el polígono es el hombre con muchas mujeres, o que los marsupiales son animales que llevan las tetas en una bolsa, o que la hipotenusa es lo que está entre los dos paletos, o que Aníbal fue un jefe cartilaginoso, o que el alantoides es una especie de rabo que tiene el pollo para respirar. El sicofante verbal, instruido y educado por la muy noble y muy leal y nunca bien ponderada Logse. Conozco presidente regional de algo (no puedo decir, obviamente, de qué), auténtico sicofante verbal: siendo incapaz, simula que es capaz de escribir correctamente dos palabras seguidas.
Sicofante. La simulación y la impostura son gajes del oficio. Hay quien asegura que Michael Moore incurre en buena parte de lo que denuncia. «Convertido en el azote de los millonarios y poderosos, vive en un lujoso apartamento, viaja en avión privado, se codea con la aristocracia y explota a sus empleados». Desde que consiguiera el Oscar por su Bowling for Columbine, hasta la actual Fahrenheit 9/11 del Festival de Cannes, Moore no deja de atravesar con espadas dolorosas el corazón del Imperio. Los senadores huyen cada vez que se les acerca y Bush lo teme.
Bush, el sicofante mundial. No hay mayor simulación e impostura que vocear la paz y fomentar la guerra. No es de ahora la expansión del sicofante. Luis Racionero publicó hace meses un artículo que me dejó con la boca abierta. «Las contradicciones del marxista». Yo deduje, después de leerlo, que Marx era un sicofante de mucho cuidado, porque escribía una cosa y hacía otra. Racionero también arremete contra Vázquez Montalbán y, en una lítotes de crueldad descriptiva, lo ‘sicofantiza’ diciendo «Siempre me pareció de gran talento que Vázquez Montalbán se hiciera millonario a base de escribir contra el capitalismo».
Sin embargo, el sicofante de ahora mismo, o sicofanta, lo constituye la fastidiosa, cargante, agotadora, aplastante, impresionante, asombrosa, chocante y estupenda batería mediática que se ha preparado con lo de la boda. Porque se habrá enterado usted de que ha habido una boda, me imagino. (Cuando lea estas líneas, lector amigo, habrán transcurrido varias horas desde que se celebró la boda. Cuando yo las escribo, faltan horas para que se celebre). La Boda. «Que su felicidad sea el espejo de la felicidad de todos», dijo Zapatero muy bien dicho, plas, plas, aplausos, el día que el Prícipe de Asturias y Letizia Ortiz almorzaron con el Gobierno en el palacio de la Moncloa.
No tengo nada contra la Boda, usted comprende. Siempre me ha caído bien el Príncipe y me ha parecido atractiva doña Letizia, aunque algo flaca, con su anguloso perfil renacentista. Mi actitud políticamente incorrecta, o casi, no va pues contra La Boda. Va contra la proliferación de sicofantes mediáticos que, dándoles una higa la Boda, simulan actitudes de fascinación e interés. Tanto reportaje, tanto artículo, tanta biografía. ¿Acaso no es el negocio televisual y publicitario el realmente interesado en la Boda a la espera de los beneficios que la alargada sombra de la publicidad dejará en los bolsillos de los promotores de los espacios, en las páginas de las revistas del corazón, en el espeso caldo de la salsa rosa?. Puestos callejeros con objetos conmemorativos. Al tipo del puesto de llaveros le importa un cojón de mico la Boda. A las empresas editoras que lanzan ediciones especiales sólo le interesa la venta de ejemplares que se amontonan en quioscos y puestos de periódicos. ¿Existe hoy día alguien que se zurza los calcetines?¿Que se remiende los pantalones? ¿Qué le ‘pegue’ el botón a la camisa? Sin embargo, dedales, miles de dedales con la efigie de los novios se agotan a diario en las tiendas de recuerdos. «Inútil explicar a una ciudadanía, embobada por la más gigantesca campaña de intoxicación de los medios públicos y privados» (Raúl del Pozo), que ha habido otra boda en una aldea iraquí, en la frontera con Siria, en la que la aviación de EEUU ha convertido en cadáveres a más de 41 invitados, la mayoría mujeres y niños. Y el ramo de la novia se tiñó de sangre.
Sicofantes. Simulación. ¿Quién engaña mejor? No es posible que ambos tengan razón. PP educativo ‘versus’ ZPSOE efectista: paz y educación. Leo por ahí: «Mientras el PP defiende que, desde 1996, el presupuesto de becas aumentó en un 56 por ciento y llegó a más estudiantes», la ministra de Educación asegura que, con los gobiernos populares, «disminuyó la capacidad adquisitiva de las ayudas por alumno hasta en un 4 por ciento». A eso se llama jugar al despiste. Imposible aceptar al mismo tiempo las dos declaraciones. Uno de los dos simula decir la verdad: o el PP educativo o la ministra efectista.
Mi tío Eufrasio dice que no entiende muy bien la aplicación del sicofanta a los casos expuestos, que vienen tomados por los pelos, a no ser que se les aplique aquello de la Codorniz, lo de la revista más audaz para el lector más inteligente. Pero que vamos, en todo caso, dice, una cosa está clara: no se puede al mismo tiempo soplar y sorber.

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