miércoles, 21 de octubre de 2009

AFECTO DE PÁGINA
(25-9-2004)
JUAN GARODRI


Es como una especie de carta al lector, sin serlo. HOY ha permitido que un servidor publique en sus páginas cerca de 300 Tribunas a lo largo de los últimos seis años, semana tras semana.
Como que será eso, digo yo. Nostalgia y afecto. El afecto que uno le toma a la página en la que ha escrito durante tanto tiempo. Un cosquilleo nostálgico parecido al sentimiento de la separación, eso me embarga. Y es que la cosa del afecto adquiere más peso emocional que etimológico, parece mentira. Porque mientras la etimología me inclina a creer que “afecto” no es más que el participio pasivo de “afficere”, lo cual que equivaldría a aceptar que afecto es la cualidad de la persona que está puesta en cierto estado, la emoción sin embargo me mueve a pensar que afecto es quien está inclinado a alguien o a algo. En ambos sentidos me siento tocado de cerca por ‘mis’ Tribunas. En ambos sentidos me atrapa el lazo afectivo de la literariedad. Siempre procuré que mis artículos mostrasen dos cualidades: la crítica y la literaria. Desde el punto de vista crítico arremetí contra la guerra, la injusticia (o lo que me parecía injusto), la desigualdad, la política de algunos políticos, la idiocia de determinados programas televisivos, la inopia formativa de ciertos sectores modorros/pedorros de la sociedad, el abuso de algunos mandamases, la estupidez partidista del que sólo arrima el ascua a su sardina, los arrimados que pretenden como sea uncirse al yugo institucional para que no les falte el agua en el abrevadero. Desde el punto de vista literario, procuré dotar la frase de cohesión sintáctica, de coherencia semántica, de valores literarios, incluso líricos a veces, para que la página adquiriese la dignidad retórica, tal vez culta, que merece todo escrito dirigido a un público lector. Porque el público merece eso, un respeto por parte de quien escribe. Merece la consideración sensata de que esos ojos que te leen transmitan al cerebro la aceptación agradable de la frase. El descuido expresivo que se ha generalizado en determinados sectores de la prensa escrita motivó mi decisión de escribir lo más correcta y literariamente posible.
En fin. Quizá muchos han disfrutado con ‘mis’ Tribunas, a pesar del léxico. «Joder, Garodri», me dicen, «que te enrollas mucho con las palabras y haces que use cada dos por tres el diccionario». También algunos amenazan con dejar de leerme si no reduzco la extensión de los artículos: pues nada, de ahora en adelante quedarán reducidos. Otros han rechazado de plano mis opiniones y así lo manifestaron en sus cartas al Director donde me daban caña inmisericorde. Jamás contesté esas cartas. Siempre pensé que tanta razón les asistía en su disconformidad como a mí en la exposición de las ideas con las que se encontraban disconformes.
De ahora en adelante, amigos, me leeréis los sábados en esta sección titulada con el epígrafe de «La raya en el agua». Porque tal vez las palabras no sean más que eso, borbotones de agua que se amansan en la página con la deleble impresión de la caducidad.

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