sábado, 31 de octubre de 2009

MIEDO
(30-4-2005)
JUAN GARODRI


Hace unas semanas leí la noticia de un acontecimiento que me perturbó: un niño de nueve años mata a su madre de un tiro y a continuación se suicida. En un lugar de EE. UU. de cuyo nombre no quiero acordarme. La noticia apenas tuvo repercusión porque la cosa informativa estaba que se salía (no sé si enteró usted) con la enfermedad del Papa, la muerte del Papa, los funerales del Papa, la biografía del Papa, la bibliografía del Papa, las opiniones de gente importante sobre el Papa, los pareceres de cada chichirimundi sobre el Papa, el cónclave para el nombramiento del nuevo Papa, la fumata negra, la fumata blanca y, por fin, la aparición de Joseph Ratzinger como un Benedicto XVI fatigado, aplaudido, aceptado y denostado. Sin embargo, nadie ha hablado del niño de nueve años que mató a su madre de un tiro y se suicidó apenas perpetrado el crimen. Da miedo la saturación de la noticia, la del Papa, quiero decir. Estoy por afirmar, pero no me atrevo, que ha sido una sobresaturación noticiosa deliberada. O sea, que con ser importante la figura del Papa, y admirada y amada en todo el mundo, incluso en países de escasa o nula tradición católica, la cosa mediática se ha empeñado en desmesurar deliberadamente dicha figura para conseguir el ‘efecto rebote’, es decir, para conseguir que el personal sufra tal hartazgo que no simpatice con la figura papal. Eso es hilar de manera muy retorcidamente fina y maquiavélica, me dice mi tío Eufrasio. Vale, puede que lo sea, le respondo. Pero voy a ponerte otro ejemplo supermediático. La sobresaturación de El Quijote. Saturación ‘requetequijotescamente’ mediatizada, como ha dicho Alejandro Gándara, hasta conseguir que, de ahora en adelante, posiblemente, el gentío huya como de la peste cada vez que se nombre al Quijote. En las páginas de todos los periódicos de España han aparecido publicidad e imágenes infográficas de don Quijote. Páginas del Quijote hasta en la sopa. Incluso la cosa mediática ha propiciado la lectura diaria e inconexa de fragmentos del Quijote, realizada por personajes más o menos famosos (Sánchez Ferlosio se ha negado a participar en la quijotada). Hay que recordar, usted comprende, que en este país (digamos España) estamos perfectamente acomodados al juego de las siete y media: o te pasas o no llegas. Y claro, no llegamos a desplegar informativamente el espanto que supone el hecho de que un niño de nueve años asesine a su madre y a continuación se suicide. O el trágico horror que inspiran los niños asesinos en Cali, Colombia. El uso de las armas de fuego. De las pistolas. De las escopetas recortadas. El tiro en la médula espinal por venganza o por placer. No hay más que leer el reportaje de Amis sobre los asesinatos en Colombia perpetrados por niños y adolescentes. Se le ponen a uno los pelos de punta. Mientras tanto, el Gobernador de Florida (Estados Unidos, dónde iba a ser) manifiesta que no va contra la ley que un ciudadano se defienda de la agresión respondiendo al agresor con un tiro. Involución. Regreso al siglo XIX. El Far West se nos viene encima sin parafernalia peliculera. ¿Para qué los adelantos técnicos y científicos tan ‘siglo XXI’ si la mente humana se enrosca en el atraso y la ceguera? ¿Para qué la hipersaturación mediática si se regresa al tiro?. Se condena el tabaco con campaña mundial y sobredimensionada como agresor mortal de la salud pública (cierto), y no se condena el uso de las armas de fuego. Miedo me dan las campañas mediáticas a favor de intereses predeterminados. Miedo me dan las armas de fuego. No porque puedan pegarme un tiro con una de ellas, sino porque me aterra que llegue el día en que yo tenga que pegarlo.

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