viernes, 16 de octubre de 2009

HACER UN HANNOVER
(13-6-2004)
JUAN GARODRI


La inventiva del gentío es que no para. Este país, caracterizado por poseer una de las tragaderas más amplias del planeta dispone, por el contrario, de una capacidad de invención gloriosa. Porque se relacionan, misteriosamente, las tragaderas y la inventiva. Nadie sabe por qué, pero ahí están. Tan juntas. Tan cogiditas de la mano. Y un día las tragaderas se abren y, hala, a engullir cuanto sale de la abominación televisual o del sonsonete mitinero. Y otro día la inventiva se pone a funcionar y la rechifla española corona las testas aburridas de la nobleza europea. De la nobleza española no. De la nobleza española, que anda escasa de títulos, sólo se salvan los zapatos de la Duquesa de Alba, tan goyescos y verdinos.
A mi tío Eufrasio le ha hecho muchísima gracia lo de «hacer un Hannover», producto burlesco de la inventiva patria. Es lo que hizo el noble alemán durante la Boda. Como el tipo es un cogórzano con denominación de origen, no estaba en condiciones de asistir a la Boda. Y no asistió. La princesa Carolina de Mónaco lució su soledad y su pamela para fruición de tanto periodista rosa como ha florecido en los zarzales de la anonimia. Mi tío Eufrasio asegura que, de vez en cuando, él también hará un Hannover, por ejemplo, el día 13-J. Por qué, le digo, Por lo de las tragaderas, responde, ¿Las tragaderas?, me sorprendo, Sí, las tragaderas, dice. Si el personal las tiene así de grandes, a mí se me han estrechado estos últimos tiempos y no trago, es una dificultad fisiológica que sobreviene con la edad y el desencanto.
Así que se abren las tragaderas nacionales y el gentío deglute la contradicción. Podrían deglutirse otras cosas, libros, teatro, música, (me refiero al arte de bien combinar los sonidos y el tiempo, que se decía antes, ese acoplamiento casi sexual, sensual al menos, entre el pentagrama y la voz o entre la armadura tonal y el instrumento; detesto el ruido multiplicado por los decibelios de los altavoces electrónicos, el pumba pumba pum que propagan los coches discoteca, el ruido que recoge la confusión en los santuarios de la noche, oye, que el grupete de amigos ha optado por eludir los bares de copas durante la escapadita de los viernes, tan animados como estábamos a hacer un Hannover familiar, y nos consolamos mutuamente, el ruido ensordecedor nos impulsa al grito, lo cual que entre los cinco cubos de hielo que te colocan para aumentar el dedo de whisky, la baraúnda alborotada del gentío y el ruido atronador de los altavoces, se te instala la ronquera y no hay forma de pronunciar dos palabras: ‘los bares de copas son para beber, no para hablar’ dice mi amigo Rafa que lleva más de veinte años con el Arlequín, tienes razón, le digo y él simula que lo oye y me da una palmadita en el hombro) demasiada cláusula parentética, tú, que me he pasado.
Podría el personal abrir las tragaderas, decía hace rato, para engullir libros, arte o música, pero no. Las abre para deglutir la contradicción. Y tragan la contradicción como el gordo que se atiborra de pastelitos de nata. (¿O debería decir la gorda? Puro machismo). Ahora mismo, sin ir más lejos, el candidato del PP al Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, ha asegurado el miércoles en Sevilla que quiere ganar las elecciones el día 13, y larga la píldora de que lo hace «para que gane la España fuerte a la España débil, la España de la realidad a la de la mentira y la manipulación». Las tragaderas abiertas van y se tragan la cosa. Pero en éstas que sale el candidato del PSOE, Josep Borrell, y afirma también el miércoles pero en Murcia, que al PP no le importa nada Europa, y larga las píldoras de que “sólo quieren la revancha”, y alerta de que “con ese partido España vuelve a Irak y no a Europa”, por lo que pide a la ciudadanía que el domingo “remate la faena”. Las tragaderas abiertas van y se tragan la cosa. Después de la tragantada, aparece Rubalcaba, que no pierde comba pildorera, y raja contra Rajoy que deje de acusar al Gobierno de mentir sobre Irak, que ya está bien, y larga la píldora: “porque para muchos españoles el PP es sinónimo de mentira”. Las tragaderas abiertas van y se tragan la cosa. Engullen la contradicción.
Los que sueltan píldoras no pueden, o no deben, acusar de aquello que son acusados, salvo que estén salpicados con la mierda del mismo delito. Mi tío Eufrasio dice: No entiendo que las píldoras del PP pretendan los mismos efectos que las píldoras del PSOE, fabricadas en distintos laboratorios, con pretensiones salutíferas diferentes y con efectos secundarios arriesgados. ¿Cómo es posible que un estómago aguante sin revolverse en asco tal cantidad de píldoras contraindicadas? ¿Acaso la mezcolanza indiscriminada de píldoras contradictorias no producirán en el duodeno o en el hígado o incluso en el hipocondrio interacciones peligrosas que acentúen la jaqueca oftálmica, la sensación nauseosa, el vómito o la diarrea?
Mi tío Eufrasio es de piñón fijo. Mis razonamientos no consiguen convencerlo de lo contrario. Asegura, pues, que el domingo 13-J hará un Hannover electoral.

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