sábado, 15 de agosto de 2009

LOS ANTIDEMÓCRATAS
(26-9-1999)
JUAN GARODRI


Va de cuentos. Cuenta la leyenda que hace muchos años vivía en un pueblecito una mujer llamada Eulogia. Como presumía de honrada y trabajadora, era muy estimada en el pueblo y toda la gente la llamaba familiarmente la tía Eulogia. La buena mujer tenía una casa muy limpia, con su poyo y sus geranios y, junto a la casa, un gallinerito con sus siete gallinas, que no sabes lo bien que las atendía, y diariamente les echaba los desperdicios que le daban las vecinas, y las gallinas corrían tras ella cuando las llamaba, pitas, pitas, como si la conocieran. Pero la tía Eulogia no vivía contenta porque, junto al gallinero, tenía una cochiquera sin cochino y, junto a la cochiquera, un terrenito sin ni siquiera unas cabras, porque la mujer carecía de recursos, vamos, que era pobre.
En estas que va el Gobierno y convoca nuevas elecciones generales para ver si el personal se transformaba y aprendía de una vez a convivir con el pluralismo político, ideológico y cultural y, de paso, repartir algo a los pobres, que buena falta les hacía. Así que la tía Eulogia se lo creyó a pie juntillas y, como era el mes de octubre de 1982, parece que han pasado mil años, qué cosas, fue y ganaron los socialistas.
De manera que la tía Eulogia se puso muy contenta, y con razón, y andaba de un lado para otro diciéndole a las vecinas que habría que repartir las cosas, que para eso habían ganado los socialistas, y que la televisión decía que si no eres solidario eres antidemocrático. Así que no paraba, ya digo, y a la que tenía cochinos le decía que a ver, que tendría que repartirlos, y a la que tenía cabras que, mira tú, que habría que repartir las cabras.
Pero ocurrió que las vecinas, cansadas de tanta perorata distributivamente democrática, se armaron de valor y le dijeron:
—Eulogia, habrá que repartir también las gallinas, ¿o si no?
A lo que ella respondió muy alterada:
—Ah no, las gallinas no se tocan en el pueblo, eso sí que no, porque yo ya tengo las mías.
Fin.
Va de realidad. En estas páginas del HOY y en esta misma sección, allá por el mes de marzo, escribí una colaboración —esos articulejos tal vez panfletarios, al decir de algunos, no sé por qué, no hay más que ver mi cara arcangélica— en la que me refería, de pasada, a la calidad. Dentro de los cajones cualitativos, tiraba de uno en el que se aludía a la educación y a la calidad de la enseñanza. No voy a repetirme. Estaría muy feo. Hay que dejar las repeticiones para los programadores televisivos y la moviola de 'El día después'. Pero es evidente, al menos para los que estamos en el ajo, que la LOGSE no ha contribuido a mejorar la calidad de la enseñanza. La Logse ha propuesto un tratamiento diferente de la enseñanza —la llaman Educación (?)—, pero no un tratamiento mejor. Esto es de una evidencia clamorosa para la mayoría del personal docente, no hay más que hablar con colegas de cualquier instituto, salvo iluminados, nuevos ricos didácticos y otros uncidos al yugo institucional.
Es el caso que anda ahora la cosa revuelta con las recientes declaraciones del ministro Rajoy en las que el buen hombre no se anda por las ramas y va y suelta que va a abrir un proceso para evaluar el funcionamiento de la LOGSE y estudiar «si es necesario o no modificarla, porque no está claro que haya resultado positiva una ley que dice que todos los estudiantes deben estudiar lo mismo en el mismo aula». Aparte de que hay razones de más peso didáctico para la modificación que la expuesta por el ministro, va Díez de Baldeón, doña Clementina, portavoz de Educación del PSOE en el Congreso, y acusa a Rajoy de querer estrangular la Logse con el anuncio de medidas ‘antidemocráticas’ y ‘arcaicas’. Bueno, yo es que me quedo patidifuso y piernitendido cada vez que oigo al personal atribuirse la cualidad de demócratas (como si la democracia fuese cosa suya) o acusar al gentío de antidemócratas (como si la antidemocracia fuese, por definición, cosa de los demás).
En primer lugar, el anuncio de un posible cambio no es un cambio. Pase, en segundo lugar, la acusación de que la medida de Rajoy es ‘arcaica’ porque, desde el punto de vista de la diacronía (me pongo fino), en la sucesión de los hechos la Logse es posterior, obviamente, a otras reformas anteriores. Pero no parece acertado tachar de ‘arcaica’ una posible medida reformatoria sólo porque pretenda impulsar el estudio de las Humanidades, o reducir el numeroso batiburrillo de asignaturas (quince en 3º de ESO, doce después de la elección de optativas), o adelantar los programas de Garantía Social a los 14 años. Tal vez sea un arcaísmo social, pero desde luego no es un arcaísmo didáctico. Y digo lo de social porque una de las finalidades claras de la Logse es esa, la socialización de la enseñanza, tener recogido al personal desde los 14 a los 20 años y mantener encabronada a la ‘profesoría’ porque no tiene más remedio que tragarse a diario el marrón educativo del putas y el gandul que no quiere dejarse educar. Esto es así. Todos lo sabemos y todos lo padecemos o lo hemos padecido alguna vez. (Salvo el nuevo rico didáctico, etc., repito).
La anunciada medida reformatoria es, además, ‘antidemocrática’. Aquí no me embarga la patidifusión. Aquí me sobrecoge un prolongado y excandecente cabreo sordo que invalida casi la reflexividad y el raciocinio. Con la Logse hemos topado, amigo Sancho. Todas las leyes son susceptibles de reforma. ¿Por qué no lo es la Logse? ¿Qué intangible divinidad protege a la Logse para no poder tocarla ni mancharla? ¿Quién ha elevado la Logse al ámbito de las cosas sagradas como si se tratase de un misterioso y educativo Paráclito, una especie de Espíritu Santo docente que coloca sus lenguas de fuego en nuestras estupefactas coronillas para saciarnos de currículos, programaciones y paciencia? ¿Cómo es posible, en fin, que sea ‘antidemocrática’ una medida reformatoria anunciada por este gobierno democrático, ¿o no?, y no fuera antidemocrática la Logse cuando reformó la Ley de Educación anterior? Ah, es que la Logse es mía y lo mío no se toca. (La tía Eulogia tampoco quería que se tocasen sus gallinas).
En fin. No soy sociata ni pepero (quien me conoce, lo sabe). Sólo soy un tipo cabreado con la Logse. Aviso, además, de que la conozco como si la hubiera parido. A finales de 1988, ya andaba haciendo programaciones didácticas, tablas de contenidos, actitudes y procedimientos, secuencias de evaluación, mapas conceptuales y demás abrojos zarzaleros, orientado por Victoria Reyzabal, Montse Tarrés y Luis Fernández Nieto, cuando nos distribuían el DCB en apuntes. He hablado mucho de ella e incluso la he predicado. No entraré en polémicas. Y es que, amigo, no me lo reproches, ahora soy un descreído Logsético.

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