lunes, 24 de agosto de 2009


LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR
(25-3-2001)
JUAN GARODRI


De pequeño, me producía un respeto sacrosanto el lema de la Real Academia Española de la Lengua, «Limpia, Fija y da Esplendor», ese respeto que desprendían algunas entidades altísimas y abstractas, Dios, Patria, Franco sí, Comunismo no, idioma Castellano o español, un respeto que se extendía como un olor, que giraba y levitaba como una emanación alrededor de nuestras cabezas humildemente infantiles, agachadas sobre las páginas de aquellos libritos de lectura en los que descaradamente (nosotros no advertíamos tal descaro) se exaltaba la figura del apóstol Santiago, ¡Santiago y cierra España!, se enaltecía el escudo nacional, ‘nuestro’ Escudo, el águila, fijémonos en los componentes de nuestro Escudo, empieza por un águila ¿verdad?, el águila es el ave más majestuosa que cruza los espacios, a ver, niños, qué es la corona, la corona ha sido siempre símbolo de imperio o jerarquía, el castillo de oro en campo de gules (desconocíamos su significado, quizá por eso era fascinante), el león, las barras, las cadenas, la granada, aquella granada abierta como una indecencia, niños, hay que fijarse en las columnas y la leyenda Plus Ultra.

Para mí, sin embargo, lo estupendo eran el yugo y las flechas, sobre todo después de la explicación que nos dio aquel viejo maestro (desapareció un día como por encanto, jamás volvimos a verlo) en la que aseguraba que el yugo era símbolo de esclavitud y sometimiento y las flechas significaban la traición por la espalda...

Un respeto sacrosanto, ya digo, me producían de pequeño las abstracciones patrióticas, esas que se expanden como un olor. Como un olor desaparecieron.
Se ha mantenido, sin embargo, mi respeto hacia el lema de la Real Academia de la Lengua. Y aunque se haya discutido hasta la saciedad la congruencia o incongruencia lingüística de lo del «Limpia, Fija y da Esplendor», tengo que confesar que me ha sentado como una patada en el escroto la información de hace unos días, esa que habla del ‘apasionado debate del «espanglish» en Nueva York’.

Resulta que un tal Ilan Stavans, profesor de «espanglish» en el Armhest College de Massachusetts se dedica a guasearse del lema de la Real Academia con argumentos tan imbéciles como el de que se impuso el español en América gracias a tal lema, acompañado de la cruz y la espada. Bueno, es que está uno tan aburrido de oír siempre la misma música melopeica (aunque quizá históricamente verdadera o algo verdadera), que el sonsonete te produce hastío, ese fastidio de la antigualla que cuelga de las cuerdas de tender para solearse en los balcones de palo. Y el tal Ilan Stavans no hacía caso al lingüista Humberto López Morales (secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española) que lo reconvenía y le recordaba que el lema de la Academia es del siglo XVIII y que una interpretación coherente de la Historia presupone que el hecho en cuestión ha de interpretarse con la mentalidad de la época en que se produjo, y no con la de ahora. Pero ni por esas. Conozco a Humberto López Morales, he asistido a alguna de sus conferencias. Así que muy cabreado debía de estar para utilizar su erudición mezclada con la guasa y con el humor fino hasta el punto de hacer reír a los presentes. Finalmente, le recordó al tal Stavans que «pese al deseo de la Corona española de castellanizar al máximo sus colonias americanas, el pacto que suscribió con el Vaticano le daba carta libre a los misioneros para predicar el Evangelio en las lenguas indígenas, razón que explica, por ejemplo, la pervivencia del quechua, y que sólo tras las independencias, en el siglo XIX, se propagó desde los nuevos gobiernos el uso generalizado del español».
Al hilo de lo anteriormente expuesto, otra información reciente, de estos días, asegura que «casi la mitad de los españoles no lee libros». Y uno concluye que si el 42 por 100 de los españoles no lee libros, tampoco los compra, porque para qué va a comprarlos si no los lee. Y que si la mitad de los que leen, o sea un 29 por 100, saca los libros de la biblioteca pública, a ver por qué se editan tantos libros en España, más de 52.000 títulos el año pasado, puesto que sólo los compra el 29 por 100 restante. Hay algo que, aparentemente, visto así, como desde lejos, no encaja. Tal vez sean generalizaciones ( y digo ‘tal vez’, que luego siempre aparece tras la esquina el que se pica) como la que se airea estos días referente a que las mujeres cobran el 22 por 100 menos que los hombres. Nada más lejos de mi intención que ponerlo en duda. Pero se me ocurre observar que dicho así, en general, “las mujeres”, aparece como afirmación extensivamente difusa. Porque el sintagma “las mujeres” engloba, por denotación semántica, a todas las mujeres, ampliación que no se corresponde con profesoras, maestras, enfermeras, funcionarias, juezas, magistradas, periodistas y demás colectivos pertenecientes a profesiones liberales, que cobran igual que los hombres. De lo cual se deduce, me parece, que hay muchas mujeres que cobran tanto como los hombres, aunque, evidentemente haya otras muchas, quizá más, que cobran menos que ellos. Hay quien matiza la afirmación y dice que son “ las mujeres trabajadoras” las que cobran menos que los hombres. Y se me ocurre pensar si maestras, profesoras, enfermeras y demás personal femenino citado anteriormente no son también mujeres trabajadoras, o si no lo son por el hecho de percibir unos haberes iguales a los de maestros, profesores, enfermeros, jueces, etc.
En estas que aparece mi tío Eufrasio,

-Qué haces -me dice,

-Nada -le respondo-, aquí escribiendo mi artículo semanal,

-No te molestarás si te digo que estás meando fuera del tiesto,

-Por qué me dice eso,

- Porque empezaste escribiendo sobre el lema de la Real Academia Española y has terminado con el tema de la mujer trabajadora,

-Pues es verdad -le digo-, pero no siempre le van a salir a uno los artículos bordados,

-Pardillo -me dijo.
Y todavía no sé por qué adoptó su característico aire despectivo y me llamó pardillo.

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