jueves, 27 de agosto de 2009

DESAJUSTE
(27-5-2001)
JUAN GARODRI

Supongo que el personal tendrá opiniones diferentes sobre la conceptualización, y su correspondiente significado, del término ‘desajuste’. Para mí que desajuste es la falta de ajuste. Ya sé que parece una obviedad casi bobalicona, pero no lo parece tanto si se detiene uno a pensar en el significado de ‘ajuste’, sobre todo si se tiene en cuenta ese significado desde el punto de vista mecánico. Dice el diccionario: «Conjunto de operaciones de acabado en un proceso de fabricación, generalmente manuales, para conseguir que las diversas piezas, componentes de un bloque por montar, adquieran las características dimensionales que permiten su correcta ensambladura». Desajuste, por lo tanto, es el conjunto de operaciones por medio de las cuales uno se carga la correcta ensambladura de las piezas que hay que montar. Hay varias operaciones de desajuste que, a mi juicio, pueden incidir notablemente en el des(bar)ajuste de la sociedad extremeña. Voy a detenerme en una: operación desajuste TV regional.
Bueno, pues hace unos días recibo el programa del “debate sobre la televisión regional como motor de desarrollo”. Por cierto, que, abundando en lo del desajuste (de Correos), me llega el día 19, fecha en la que las jornadas de debate ya habían concluido. Da igual, como quiera que sea no hubiera asistido a estas jornadas organizadas por la Asociación Regional de Universidades Populares de Extremadura con el patrocinio de la Consejería de Cultura y que «pretenden ser un FORO, donde con una perspectiva profesional y empresarial se acometa el debate de las consecuencias económicas, culturales y sociales que acarrearía la puesta en marcha de una televisión regional y de la economía de escala, industrias culturales y audiovisuales que nacerían a su amparo». Horror, párrafos de esta catadura léxica y sintáctica (además de su deficiente puntuación) invitan a tomar las de Villadiego más que a la asistencia al acto. Y eso sin tener en cuenta las mayúsculas de FORO, unas mayúsculas casi obscenas, magnificadas, según parece, para resaltar que se trata de reuniones en las que se discuten asuntos de interés ante un auditorio autorizado para intervenir en la discusión. Juro ante el altar de Hércules que no me impulsa motivación política de ningún signo para escribir lo que escribo. Ya se han encargado de proporcionar colorido político a lo de la TV regional representantes cualificados del PP o de IU. Pero si se lee la información de Manuela Martín, “A toda prisa”, en el HOY (20-5-01), advierte uno que se le pone la mosca detrás de la oreja. De manera que el Gobierno extremeño ya ha llegado a un acuerdo con Canal Sur. No sé qué pueden pintar los contenidos de Canal Sur en el norte de la provincia de Cáceres, tan olvidada. Hay que tener en cuenta que “del Tajo para arriba” la provincia de Cáceres está más identificada con la cultura leonesa (León, Zamora, Salamanca, zona norte de Cáceres, no hay más que observar hasta dónde se extienden los límites fonéticos del leonés), de la misma forma que “del Guadiana para abajo” la provincia de Badajoz lo está con la cultura andaluza (y sus límites fonéticos). Con el riesgo que supone emitir juicios de anticipación, pienso que el hecho apresurado de imponer una TV extremeña señala un desajuste regional e intuyo que el respeto a la diversidad cultural, que conforma cada una de las regiones extremeñas, va a ser nulo. Por otro lado, advierto lo del desajuste en la financiación. Ahí puede gravitar el desajuste total dado el peso que supone la inversión económica y sus prioridades. Mientras existan deficiencias en estructuras viales (ay, esos cruces asesinos de Casar de Cáceres, de Garrovillas, de Coria, en la Nacional 630), mientras existan deficiencias en la sanidad o en la enseñanza, invertir millones en la implantación de una TV regional puede resultar más injusto que superfluo. Para qué quiere uno “más televisión”, dada la superoferta televisiva que existe en la actualidad. Los abonados a los canales de pago (muchos, muchísimos) no van a dejar de ver sus canales. Me resisto a pensar que Rodríguez Ibarra ponga en marcha una televisión propia con fines políticos. Así que la TV regional extremeña, si quiere atraer clientela y financiarse medianamente, tendrá que montar esos bodrios horrorosos que pueden contemplarse impunemente en otras televisiones regionales, bodrios en los que el pedorreo y la caspa se imponen sobre la cotidianidad. La impunidad con que las distintas cadenas emiten secuencias con homicidios, secuestros, actos de vandalismo, agresiones sexuales, golpes y otras formas de violencia, demuestra que el hecho transgresor va transformándose en un derecho acomodado en la permisividad. Y alguien habrá que, empecinado en su peculiar concepto de la progresía, alabe el uso de material específico en el que sobreabunden la cama y los culos al aire, como si la idea cultural del progreso estuviera irremisiblemente ligada a las pelambreras de las ingles y de los sobacos o a las dimensiones y hechuras de las diferencias heterosexuales o de las similitudes homoeróticas. Todo bien adobado con la idea de que la TV regional fomentará el desarrollo de los sectores profesionales y de las empresas e industrias que se constituyan a su alrededor.
En fin. Bajo la superficie pulidamente acristalada del progreso audiovisual, se esconde la idea del negocio, la de la publicidad y el consumismo, de consecuencias económicas, culturales y sociales tan diferentes entre el sur y el norte de la región. No podía ser de otra forma en este inicio rutilante del siglo XXI, asentado en la oculta y globalizada obscenidad del dinero. De ahí lo del desajuste por la dudosa ensambladura de las piezas que hay montar.

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