domingo, 23 de agosto de 2009


LA EXPOSICIÓN
(18-3-2001)
JUAN GARODRI


Bueno, pues resulta que el día 13 de los corrientes, frase hecha, me invitaron a una exposición. Ya va teniendo uno, a nivel local, naturalmente, en el país de los ciegos el tuerto es el rey, cierto halo de personaje culto. Pienso, no obstante, que la gente se confunde conmigo. Algunos me consideran un hombre culto, aunque yo mismo no sabría definir con certeza el concepto de cultura. ¡Oh, la cultura!, ese juego esotérico entre iniciados que fabrica escasez para que resulte difícil acceder a ella. Así que acudí a la exposición que tenía lugar en el Museo de la Cárcel Real, extraordinario edificio del siglo XVII, hace poco reconstruido, en el que tiene su sede el museo epigráfico y etnográfico de Coria. El museo de la Cárcel Real empezó su andadura disponiendo de presupuestos considerables para montar exposiciones importantes, por ejemplo, la de Miguel Ángel Bedate o la de AFINSA, que logró exponer grabados de Goya dedicados a la tauromaquia, además de obras de Machaco (disculpa, tronco, sé que me vas a mandar a hacer gárgaras con vino, pero tengo que citarte) y la escultura del Torero, Guayasamín y otras obras de otros artistas. Posteriormente, el presupuesto del museo para exposiciones ha ido descendiendo hasta quedar reducido a exposiciones de nivel local, eliminadas las pretensiones acumuladoras de personal de cierto renombre.
La exposición a la que me invitaron era de fotografía. (Y lo sigue siendo, puesto que continúa abierta al público hasta el día 8 de abril). La exposición lleva por título FOTO Y NATURA 2001 y alienta en ella la idea de utilizarla para realizar intercambios culturales con Castelo de Vide (Portugal) o con la I.C. Cultural El Brocense (si lo permiten los mandamases, naturalmente). Participan en la exposición tres artistas de la fotografía, a saber, Carlos Sánchez González (Coria, 1966), Ángel Martín García (Coria, 1970) y José Ignacio Sánchez Albalá (Coria, 1965). Los tres poseen reconocida experiencia puesto que cada uno ha realizado exposiciones fotográficas, algunas importantes, en ámbitos reales individualizados, además de colaborar como fotógrafos en revistas y periódicos. Carlos Sánchez (quizá el más profesional, fotográficamente hablando, por el control absoluto de lo que es la imagen, además de ser miembro de la Asociación de Fotógrafos de Naturaleza de España) consigue pormenorizar increíblemente detalles insólitos de la fauna y la flora de la comarca, esos detalles que el ojo no ve y que él ha sabido exteriorizar plásticamente. Nacho Albalá (presidente de CICONIA, Asociación para la defensa y protección de la Naturaleza) concreta en sus paisajes la extraordinaria grandiosidad de los Canchos de Ramiro, o la imponente impresión majestuosa de las alturas de Jálama, o el vuelo ascendente de los buitres mecidos en su propia libertad. Las fotos pretenden llamar la atención sobre el Centro de Interpretación Ambiental de Cachorrilla, para la protección y defensa de los Canchos de Ramiro que recientemente ha sido incluida en zona ZEPA (Zona especial de protección animal). Y, ya que se pone a tiro la cosa, he de comentar que este Centro de Interpretación de Cachorrilla, con la importancia extraordinaria que posee para la protección y defensa de los Canchos de Ramiro, junto a su fauna y su flora, no ha recibido la más mínima atención, ni ayuda, de organizaciones institucionales ni de entidades bancarias. Será porque los buitres aportan pocos votos y escasa rentabilidad bancaria. Solamente ADESVAL (Asociación para el Desarrollo del Valle del alagón) ha subvencionado considerablemente al Centro de Interpretación. Ángel Martín, director de Arentia, esa publicación local desinhibida y espontánea, algo provocadora y aguafiestas "que levanta la cama de las piezas que llevan tanto tiempo aposentadas en ella y, de paso, remueve algún culo atornillado en las poltronas de las covachuelas oficiales", como escribí en otra ocasión, Ángel Martín, decía, es el tercer fotógrafo. Contempla la naturaleza desde una óptica distinta y, a la vez, de denuncia. Esa otra naturaleza que forma parte de la misma pero que nadie quiere ver: graveras, vertidos industriales a ríos, cultura del botellón, etc. Foto y Natura ha sido una oportunidad para poder mostrar la otra cara de la naturaleza. La sociedad de consumo en la que estamos inmersos es su segundo enemigo. El primero es el hombre, tal y como ya casi no nos atrevemos a imaginar. La naturaleza exige mucho más de lo se pueda plasmar en instantáneas. El zoom de Ángel Martín es el zoom crítico de alguien que, cámara en ristre, se resiste a que esa naturaleza apabullada pase desapercibida.
Acotación explícita. Sólo 12 personas acudimos a la inauguración de la exposición. El director del museo, Juan Pedro Moreno, con un entusiasmo digno de encomio, como si estuviera ante un auditorio numeroso, resumió inteligentemente el contenido de la exposición y la trayectoria artística de cada uno de los exponentes. Sólo 12 personas, repito. ¿Dónde estaban los políticos, representantes del Ayuntamiento, gestores de entidades bancarias? Ni uno. ¿Dónde estaban los medios de comunicación, los corresponsales de prensa local, los corresponsales de radio, los fotógrafos? Ni uno. Un amargo sabor de boca teníamos los presentes, una sensación de minoría silenciada y semiclandestina. Teníamos la sensación, yo al menos, de que la hipocresía social ­se extiende como la tinta, de una forma densa y aun repulsiva o despreciable que no puede considerarse solamente sucia sino obscena, porque lo sucio es cualidad que se asienta en las cosas, es algo propio de las cosas como puede serlo lo limpio, no es una cualidad inherente al objeto la suciedad. Una cosa no es sucia, una cosa está sucia, por lo que su atributo de suciedad es accidental, razón misma por la que en cual­quier momento puede dejar de estarlo. Pero la obscenidad reside en la mente, se trata más bien de una noción abstracta, y por ende de algo interno que se asienta en la profundidad y en las entrañas o en la inten­ción de la persona, de manera que nadie puede asegurar con propiedad que la hipocresía social está obscena: tiene que afirmar, en caso de planteárselo, que la hipocresía social es obscena, de lo cual se deduce que la obscenidad es una cualidad inherente o permanente a la hipocresía.
"Hay tiempos en que todo parece condenado / al terrible silencio de los muertos", dijo Manuel Pacheco. Eso.


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