jueves, 31 de diciembre de 2009

STARLING, EL PAJARILLO
JUAN GARODRI
(18-8-2007)

Para la edad que tiene, mi tío Eufrasio brinca y salta con facilidad. Siempre fue buen danzarín y, de vez en cuando, en situaciones de sublimación eufórica (también en situaciones de arrebatado disgusto) pega saltos quizá desproporcionados a su edad. Hace unos días daba zapatetas como quien se entrena para participar en “Mira quién baila”. Le pregunté la causa. Es por lo de Madeleine McCann, dijo. Qué, ¿ya ha solucionado el caso la policía? ¿Ha aparecido viva? ¿La han encontrado muerta? ¿Han identificado el rastro de sangre como perteneciente a cadáver infantil? Nada de eso, respondió, brinco y salto porque me sale de los talones y porque ni en prensa, ni en televisión ni en páginas actualizadas de Internet, he hallado noticia alguna referente a Maddie. Tampoco es para tanto, dije, te lo has tomado como una cuestión personal. Dejó de brincar y se me acercó: para mí es una cuestión personal, dijo algo molesto. No soporto el circo mediático que se ha montado con la cosa de los McCann. Los medios han encontrado un filón de oro con la desaparición de la niña y lo explotan a fondo. Conseguir mayor índice de audiencia, esa es la cuestión. Y, ya sabes, a mayor cuota de televidentes (o lectores) mayor precio por pase publicitario, lo que equivale a mayores ganancias para el ente. Me jode la sobredimensión mediática del caso, visita al Papa incluida. Ahí tienes, por el contrario, la espeluznante noticia del cabrón que le pega un tiro en la nuca a su hijita de 18 meses, en Torrejón de Ardoz. Se llamaba Starling, pobrecilla. Qué mirada tendría ese padre, ojos de infierno, llamarada carente de ternura. Qué culpa tendría esa niña, inocente, tan humana en su falta de relevancia. Schopenhauer, tan fuerte en afirmar, tan de pesimismo voluntarista, demostraría con destreza que en el mundo y en la vida predomina el dolor y lo irracional, es decir, predomina el mal y la carencia de sentido. Ese es el problema: el mal, el sufrimiento de los inocentes, la risa de los culpables, la muerte de los inocentes, la vida de los asesinos. Starling, el pajarillo. Ni media página le dedicaron los periódicos del sábado.

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