miércoles, 23 de diciembre de 2009

¿GANAR O CONQUISTAR?
JUAN GARODRI
(13-5-2006)


Entras en el bar a tomar la cañita de antes de comer, y el personal anda de risas y chirigota. Se supone que todo quisque, mayormente aficionado al fútbol, se ha enterado de que el Sevilla CF ha ganado, mejor, ha conquistado la Copa de Europa, versión UEFA. No es lo mismo ganar que conquistar. Nadie conquista el sueldo, todo el mundo lo gana (quien tiene trabajo, claro). Pero una Copa de Europa no. Una Copa de Europa se conquista, tal como los soldados conquistan un baluarte inexpugnable (que deja de serlo en el mismo momento en que es conquistado). En esas andábamos unos y otros, comentarios a favor, comentarios en contra, que también los del Betis tienen su corazoncito, y a más de uno, lo sé, le ha salido un grano en el trasero con lo de la conquista de la Copa de Europa llevada a cabo por el Sevilla en medio de una gesta memorable que ha hecho saltar lágrimas de emoción a los sevillistas y lágrimas de rabia a los béticos, etcétera. En esas andábamos ya digo. Hasta que entró el cabezón de turno y arremetió ansiosamente contra su cerveza, y ni fútbol ni nada. Mientras trasegaba la malta antioxidante, oyó que comentábamos las diferencias de significado que tal vez se dan entre ganar y conquistar. Nos miró sin acritud pero con extrañeza, y abrió su cartera. De entre libros de texto y exámenes de alumnos, sacó un periódico atrasado y lo aireó como quien airea una mandileta llena de migas. Leyó con entonación académica: «Los privilegios de sus señorías. Todos los Diputados tendrán coche y chófer en actos oficiales. Además de las tarjetas monedero con doscientos euros que los diputados estrenarán esta semana para pagar sus desplazamientos en taxi, el Congreso pondrá a disposición de sus señorías coches de alquiler con chófer para asistir a actos oficiales». A medida que leía, se iba cabreando. Puñeteó sobre el mostrador y clamó: «¿Y éstos qué, ganan o conquistan sus privilegios?».
Se me dirige un fiel y me dice: di puta dos veces, pero quita la palabra veces. ¿Qué, andáis de acertijos de putas? les digo. No, tú di puta dos veces, pero sin la última palabra. Las chanzas y cuchufletas, adornadas con risas y esas medias palabras que escupe la masticación del aperitivo, me hacen caer en la cuenta de la mala leche con la que se refieren a los diputados. Y encima con coche y chófer, tío, es que ya es la repera. Todos los diputados van a tener coche y chófer en los actos oficiales.
¿Qué hay que hacer para ser diputado? Supongo que no todos son eminencias en reflexión y responsabilidades. Ah, pero han sido elegidos por el pueblo. A otro con ese cuento. Han sido elegidos por su partido: tú, tú y tú, y solamente tú, hala, a las listas. Y vienen las votaciones y el personal elige una lista previamente confeccionada por un partido, en la que figuran personas elegidas por ‘su’ partido. No han sido elegidas por el pueblo (luego el pueblo elige esa lista en razón del partido con el que simpatiza, aunque no conozca ni de lejos al tipo/tipa que va en la lista). Se deduce de esto que habrá diputados/as con preparación suficiente como para representar dignamente al pueblo, pero habrá otros/as que probablemente sean algo parecido a las ovejas modorras y estén en el Congreso (o en el Senado) con la alegría sorprendente del patán invitado a la boda del hijo de los señores. Ahí es nada, codeándose con lo más alto del señorío político…
Por qué se les proporciona coche y chófer, coño, que encima que suben la gasolina y el gasóleo, ahora van y nos sacuden el bolsillo para que sus señorías acusen una desviación azarosa de sus raíces en período de hibernación mental, dispongan de euros para sus desplazamientos y, en consecuencia, les importe cada vez menos la subida de los carburantes.
Ah, el bar. Manadero de opiniones que no deberían ignorar quienes dirigen nuestros destinos, con permiso de ganancia política.

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