sábado, 26 de diciembre de 2009

COMER LAS MANTECAS
JUAN GARODRI
(4-11-2006)

Sufro invasión informativa con esto de las elecciones catalanas. Una especie de patología mediática, a juzgar por el conjunto de síntomas informativos que muestran radio, prensa y televisión. Deben de ser muy importantes las elecciones al Parlamento catalán, pienso. Porque mientras la mayoría de los ciudadanos apenas se entera del resultado de las elecciones murcianas o asturianas o riojanas, las sopas con honda electorales en Cataluña han producido un atiborramiento informativo de mucho cuidado. Bien. Todo el mundo sabe que ha ganado Convergencia i Uniò. Pero como si no hubiese ganado. Porque resulta que han ganado todos. Esto me recuerda la anécdota del corredor de fondo: Ganó medalla porque llegó el tercero. (Sólo habían corrido tres). No resulta sorprendente lo de las ganancias electorales: todos ganan. Aunque CiU haya conseguido más diputados, van los otros, se unen (coalición lo llaman, o pactos) y juntos consiguen más escaños que CiU. Y, hala, a gobernar. No han ganado pero han ganado. A esto lo llamaban antiguamente comer las mantecas al vecino.
Hay un aspecto, a pesar de todo, digno de tener en cuenta. Puede que hayan ganado los políticos, pero no ha ganado la política. Es decir, si casi la mitad de cinco millones de votantes (el 43,23 %) se ha abstenido, no ha ganado la política. Muchos catalanes (2.253.417) han dado un corte de manga a los políticos, manifestando claramente que no les interesa su gestión, constituyan ‘fuerzas’ de derechas o de izquierdas. La manifestación de Manuela de Madre en el sentido de que estas elecciones las han ganado las ‘fuerzas’ de izquierda catalanas, me parece una apreciación partidista, y eso precisamente es lo que no interesa a la ciudadanía. Los políticos deberían sentirse avergonzados, en lugar de eufóricos. Durante los últimos días de la campaña se han dedicado a llamar al gentío para que acuda a votar, han recurrido a la conmoción psicológica del gentío para que acuda a votar, han aporreado las entretelas identitarias del gentío para que acuda a votar, y la mitad del gentío va y no acude a votar. No les han hecho ni caso. Los políticos deberían manifestarse menos exultantes por sus ganancias en votos si la mitad del personal no vota.

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