domingo, 27 de diciembre de 2009

LA COSA DEL AJO
JUAN GARODRI
(10-3-2007)


Me pasó por la cabeza comentar en plan jocoso el debate que el presidente Zapatero mantuvo en el Senado el miércoles 7 contra Pío García-Escudero, pero espectáculo tan bochornoso merece más seriedad que la de una columnilla. El Senado olía muy mal, como bocas que han masticado ajos.
Hace tiempo un amigo me proporcionó la receta del ajo, Si la llevas a la práctica y la tomas con asiduidad, me dijo, te verás libre de toda clase de dolencias. «Receta de un fármaco encontrado en un budista, entre las montañas del Tibet», rezaba el título. Y allá iba el ajo con sus seis cabezas trituradas y mezcladas en tres litros de aguardiente. Fíjate bien, me informó, este preparado de extracto de ajo limpia el organismo de las grasas y lo libera de los cálculos depositarios, mejora el metabolismo y, en consecuencia, todos los vasos sanguíneos se hacen elásticos, disminuye el peso corporal llevándolo a su situación normal, deshace los coágulos de sangre, cura el diafragma y el miocardio enfermo. Cura la arterioesclerosis, la isquemia, la sinusitis, la hipertensión, las enfermedades bronco pulmonares, hace desaparecer por completo el dolor de cabeza, cura la trombosis de cerebro, la artritis, la artrosis y el reumatismo. Cura la gastritis, las úlceras de estómago y las hemorroides; absorbe todo tipo de tumores internos y externos, cura los disturbios de la vista y el oído. Todo el organismo se recupera. Mi amigo calló, supongo que sobrecogido por el aspecto estupefacto que mostraba mi rostro. O sea, le dije, que si se toma asiduamente el preparado de extracto de ajo lo mismo va uno y no se muere. Algo así, me respondió. (Los políticos también prometen curar las disfunciones ciudadanas).
Pues nada, ahora van los americanos y revientan el milagro del ajo. Una investigación publicada en la revista estadounidense "Archives of Internal Medicine", ha comparado los efectos del ajo crudo y de dos suplementos alimenticios y deduce que el ajo es una mierda, ni siquiera ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Hala, a morirse otra vez la gente porque el ajo ya no conserva sus propiedades. Lo único que conserva es el mal olor. Como las bocas de sus Señorías el miércoles en el Senado.



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