sábado, 26 de diciembre de 2009

INMIGRACIÓN
JUAN GARODRI
(30-12-2006)


Los ingleses son raza aparte. Lo demostró Phileas Fogg, su ayudante Passeportout (aunque no era inglés) y el detective Fix que dieron la vuelta al mundo en ochenta días (en realidad fueron setenta y nueve, por todo aquello de recorrer el mundo a la inversa de su rotación), además de enamorarse Fogg de una encantadora princesa india a punto de ser quemada en honor de la diosa Kali. Son raza aparte. Lo han demostrado históricamente en la conservación de su “Imperio” colonizador, en la permanencia de sus lores y de sus cámaras, y en la negativa a aceptar el euro, a rechazar la milla y a conducir por la derecha aunque sean monárquicos. Y nadie dice nada.
La Unión Europea deja de ser europea cuando atraviesa el Canal de la Mancha. Sigue siendo Unión, pero solamente para las cuestiones económicas, ya sabe usted, lo del business. La chulería británica, llamada “flema” por los traductores, se manifiesta siempre en un perspicaz sentido del atrevimiento que cabrea infinitamente a todos los que no son ingleses y enorgullece majestuosamente, God save the Queen, a quienes lo son.
Ahora va el viceministro de Inmigración Lyam Birne y afirma que los inmigrantes que quieran establecerse a partir del mes de abril de 2007 en el Reino Unido, deberán someterse a un examen de inglés y de las costumbres y tradiciones británicas, porque «es esencial dominar el idioma para poder desempeñar una labor plena en la sociedad e integrarse adecuadamente en la comunidad». Y nadie dice nada. Nadie llama a los ingleses racistas ni xenófobos ni intolerantes ni discriminatorios. La prensa internacional se queda tan fresca ante tamaña actitud excluyente y ellos siguen encaramados en su displicencia.
Si la idea inglesa se extiende por Europa, ¿qué harán los 11 millones de extranjeros que residen en la UE? Puede uno imaginar la que se organizaría en España (en este país, quiero decir) si las Autonomías se dedicaran a montar tribunales para examinar de español a marroquíes, africanos, suramericanos, asiáticos y demás. Y a mandar más allá del extranjero a los suspensos.
Menos mal que Miguel Sebastián ha dicho que en España caben 66 millones de habitantes y que gracias a los inmigrantes ha crecido el PIB.



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