viernes, 25 de diciembre de 2009

AISTHESIS
JUAN GARODRI
(14-10-2006)


Como todos los años, desde que colaboro en HOY, también éste fui invitado a la Gala de entrega de los Premios Extremeños de Hoy 2006. Soy un grano de arena en la perfección de la plaza de Santa María de Cáceres. ¿Cómo explicar la acción de la piedra sobre el alma? Me agarro a la época helenística (sin pretensión pedante, por supuesto), a la explicación que el estoico Crates de Malos expone sobre la “aisthesis”, esa doble facultad de percepción que posee el alma: asimilación de propiedades sensibles, por un lado, y percepción de la medida y el equilibrio, por otro. La belleza de la plaza de Santa María produce el optimismo estético del que habla Plotino. Lo bello no es nada más que bello, puesto que no está en él lo no-bello.
Difícil encontrar un asiento cercano a la puerta sur de la Cocatedral. Bingo. Varias filas de sillas se ofrecen a la vista. Sin embargo un letrerito en el respaldo las reserva para las autoridades. Mientras permanecemos de pie, varias parejas de buen ver se acercan y, sin recato, arrancan el letrero y toman posesión de los asientos. “No pasa nada”, se animan entre sí. Desfachatez. Y comienza el acto. El director de HOY resalta los valores de los premiados y aprovecha para agradecer a Rodríguez Ibarra su consecutiva fidelidad asistencial a la gala durante 18 años. También alaba su “honradez, valentía y claridad a la hora de defender la unidad de España y la solidaridad territorial”. Ha sido el momento del unte, pienso. José Luis Sáez, presidente de la FEB, también aprovecha su turno para extenderse en la untada. Yo no voy a ser menos. Finalizada la gala, el gentío pulula alrededor de las mesas. El papeo es tan institucional como los discursos. Me acerco al señor Presidente de Extremadura. Perdón, le digo, quiero saludarlo porque nunca lo he hecho y porque siento admiración por usted. Su claridad expositiva y su fluidez verbal (habla siempre sin chuletas) me encantan. Gracias, dice sonriendo, y usted quién es. Soy Garodri, respondo. Ah, coño, el de los artículos: unos buenos y otros regulares. Y nos despedimos. La percepción de la medida y el equilibrio sobrevoló la crestería del palacio de los Golfines.



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