viernes, 25 de diciembre de 2009

DEPORTE
JUAN GARODRI
(9-9-2006)


Me gustan los deportes. El fútbol, el tenis y las carreras de motos son mis preferidos. Quizá porque los practiqué durante años. Por pura afición, desde luego. Nada del aspecto ‘profesional’ que hoy limita el deporte a una competición de intereses. Pasan los años y empiezan a fallarme las piezas, como a los viejos cacharros. Algo de esto me ocurrió con el tenis, hace ahora año y medio. Alguna vuelta he dado últimamente con la moto de mi hijo, pero se estremece mi confianza y malogro el coraje de la velocidad (aunque he procurado echarle huevos a la cosa). En fin, me gusta el deporte. Con decirle a usted que sólo utilizo la televisión para ver deporte y telediarios, queda dicho todo. Sin embargo, aunque parezca mentira, no me resulta fácil hablar del deporte. Al menos del deporte (fútbol) tal y como ahora se entiende. Es lo malo de idealizar las concreciones. Crees en lo que sea, te agarras a esa creencia (las creencias son para eso, para que el creyente las haga suyas, las posea, las acaricie y las engulla, para que el creyente las considere tabla de salvación: a algo hay que agarrarse en esta vida para derrotar la hipocondría) y vas y la magnificas porque es ‘tu’ creencia. Algo así me ocurría con el deporte (fútbol). Pero resulta que no. Resulta que el fútbol ya no es deporte sino negocio, un turbio negocio en el que no hay jugadores sino ‘profesionales’, no hay deportistas sino asalariados, intermediarios, negociadores, cobradores, directores generales y chollos para la cosa mediática. Más de 250 cadenas de 200 países retransmitieron el Mundial de Alemania, se comercializaron los derechos de retransmisión y unos 33.000 (treinta y tres mil millones) de telespectadores siguieron los 64 partidos. Piense usted, lector precavido, en los bolsillos sin fondo de las agencias (viajes, hoteles, anuncios, puterío, drogas y vibradores de Zagreb) y los tantos por ciento suculentísimos de la FIFA. Piense en Casillas y Torres en el Once gay del Mundial, tan guapos (Ronaldinho no, por su dentadura melonera), elaborado por una revista holandesa; en las ‘wifes and girlfriends’ de los jugadores dispuestas a la voracidad de la noche; en el cabezazo de Zidane convertido en la canción del verano francesa; en el trueque de Reyes por Baptista tal como se cambiaban mulas y burros en las ferias de mi pueblo; en la nueva novia de Ronaldo, que eso es vida y lo demás son lesiones de menisco. ¿Fútbol? Es un deporte-pretexto para los negociantes, vividores y jetas. Pena.

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