domingo, 27 de diciembre de 2009

NOTICIERISMO
JUAN GARODRI
(31-3-2007)


Bueno, pues que lo tenía como en cartera, el tema de los medios. Fue a partir de la concesión de los “Micrófonos de Oro”, que otorga la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión. Los agraciados de este año han sido Luis del Olmo, Federico Jiménez Losantos y Andreu Buenafuente. Lo castañudo del caso ha estado en que ni del Olmo, ni Buenafuente han querido aceptar el galardón microfónico porque no están de acuerdo con la línea informativa e ideológica de Jiménez Losantos. ¿Es una broma progresista? O sea, entiendo yo, que del Olmo y Buenafuente se consideran poseedores de tal excelsitud comunicadora que no pueden compartir premio con comunicador de repelencia verbal y de ideología proterva como la del tal Jiménez Losantos. No sé en qué país vivimos. Por mí que le den por donde escuecen los pepinos al señor Losantos, que tampoco estoy de acuerdo con él. Pero una cosa es la discrepancia en la fórmula radiofónica de la noticia o en la estrategia ideológica de la información y otra despreciar de esa manera contundente al adversario, o creerse, tal vez, situados en estrato periodístico superior a él. Porque no me vengan con el cuento, usted comprende, de la pureza de las ideas. Hay periodistas, pseudoperiodistas en incluso intruso-periodistas que comunican manipulando la información u opinan según la voz del amo que les paga. Uno puede estar equivocado, yo puedo estar equivocado. Uno puede decir tonterías, yo puedo decir tonterías. Pero lo que no pueden los demás es taparme la boca, porque con mi palabra, acertada o desacertada, estoy ejercitando un derecho que permite expresar libremente mi opinión. Libres son los de aquí hay tomate y los de El Rondo (que es algo así como la salsa rosa del fútbol). ¿Por qué otros no pueden serlo? El problema reside en la intransigencia mutua. Es patente el cisco patatero que la política ha introducido en los medios de comunicación, como demuestra el boicoteo del PP a todo lo que suene, incluso de lejos, a la orquesta comunicadora de Prisa. El ciudadano de buena fe, digamos, anda perdido en la lectura de los diarios de tirada nacional, sin saber a cuál de ellos atribuir la veracidad de la información. Y esto, lector amigo, no es democráticamente tolerable.

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