jueves, 24 de diciembre de 2009

DE MÓVILES Y PASEO
JUAN GARODRI
(27-5-2006)

Como empieza a hacer calor, sales de paseo al atardecer, caída ya la tarde. Con lo del colesterol, los triglicéridos y el peligro de las cardiopatías irreversibles, el personal pasea que es un primor. Los médicos no dan abasto para atender a tanto paciente como se presenta a diario en sus consultas y, además de validarle las recetas, le recomienda que pasee. Así que al atardecer, decía, cuando el sol pone tiernas las colinas, las aceras se llenan de paseantes que llevan en los ojos la promesa de la longevidad, o de la inmortalidad, no sé, convencidos de que el rápido ritmo que imprimen a sus pasos los salvará de la muerte súbita.
Pero no todo el mundo pasea. Los adolescentes, por ejemplo, no pasean. Sentados en los bancos de los parques o en los escalones de los portales, los adolescentes se aferran a la inconstancia de la tarde a través de los móviles. Si el hombre fue separándose del mono porque le aumentó la capacidad cúbica del cráneo, según dicen; si la vida salió del agua porque a los seres acuáticos las aletas se les transmutaron en extremidades, no es de extrañar que, con el paso de los siglos, los hombres (quiero decir el género humano) muestren dedos de 20 centímetros de longitud, desarrollados por el continuo ejercicio físico del rapidísimo e inacabable tecleo al que los someten sus dueños. No hay más que ver a los adolescentes con sus móviles, la increíble y exacta velocidad que imprimen a los dedos para teclear los mensajes, la perfección técnica que muestran en el envío de los SMS, que no fallan, tú, que conocen a la perfección los tonos, los cambios de pin y los registros de llamadas, los ajustes de pantalla principal, los ajustes de hora y fecha y la conectividad, que esa es otra, porque pueden conectarse a Internet y recibir noticias, y hacer fotografías y enviarlas como si tal cosa, y refundir las galerías de imágenes, y los videoclips, y todo el conjunto de figuras almacenadas en los clip-arts, y los tonos, qué me dices de los tonos, que pueden seleccionar musiquillas selectas o pedorras, según el gusto y la preferencia individual, que es digno de ver, y los logos y los marcos y los fondos y los salva pantallas, y los archivos recibidos, en fin, es impresionante la facilidad de su digitalización. Así que los chavales y las chavalas no pasean, se posan en bandadas en los alrededores de las plazas, qué van a pasear, a ejercitar la inteligencia, porque son inteligentes y conspicuos, dotados de extraordinaria rapidez mental para entender los enrevesados intríngulis de su móvil. Hay quien asegura que si se sintieran inclinados al estudio tal como se sienten inclinados a la manipulación y entretenimiento de los móviles, llegaría el tiempo en que la sociedad poseería el ochenta por ciento de ciudadanos/as mejor preparados de la historia del mundo, bueno, que no habría suficientes premios Príncipe de Asturias para concederles, tal como se lo han concedido al físico español Ignacio Cirac en reconocimiento a sus trabajos en el campo de la teoría cuántica de la información. Tal vez por eso, los padres (y las madres y tíos y tías y demás familia) han sobrepasado la idea cariñosa del regalo y han obsequiado a sus hijos (e hijas y sobrinos y ahijados) con móviles de última generación en cantidades hasta ahora nunca conocidas, según estadísticas de sociología comercial, con motivo del día de su primera comunión. Ya se sabe que mayo es el ‘mes de las comuniones’. Y lo que antes se conocía con la dilecta frase de «el día más feliz de mi vida», sin saber bien por qué, ahora se ha convertido en la digitalizada frase de «el día más tecnológico de mi vida». Futuras eminencias que cambiarán la sosegada brisa del paseo por la acelerada complicación de la técnica.



1 comentario:

Giacomo dijo...

Estoy muy de acuerdo con tu punto de vista, de hecho existen muchas iniciativas sobre3 el uso de las tecnologías en el aula de clase basados en esa idea de que el humano de hoy esta ligado a la tecnologia asi como el mono a su hacha de mano