jueves, 24 de diciembre de 2009

PARÁFRASIS ALGO IDIOTA
JUAN GARODRI
(No se publicó por ser “demasiado extenso”, según la Redacción del periódico)
(1-7-2006)


Recuerde (no con el significado de traer a la memoria, sino con el de despertar, sobre todo despertar de un sueño, y más sobretodo si el sueño es irrazonablemente profundo), recuerde, pues, la España dormida, avive el seso (o sexo mejor, a pesar de la tristeza sexual que suelen provocar las derrotas ¿qué otra cosa después del desastre?) así que avive el seso y despierte contemplando cómo se queda sin vida, cómo ha sido eliminada, cómo ha venido su muerte tan callando. (Lo que equivale a decir tan por sorpresa, porque no deja de ser una sorpresa que se ha acercado tan silenciosamente, los putos franceses con dos empates y una mierda de victoria sobre Togo nos la han metido doblada, que son las meteduras dañinas, si bien se tiene en cuenta la virginidad de la España futbolística que no había perdido ningún encuentro, ni siquiera en la fase clasificatoria, hasta que llegaron los franchutes y ¡plaff! nos dieron la patada en la boca. España no. España no iba tan callando como los franceses. España vociferaba la exaltación de los colores nacionales y el patriotismo. Parece mentira, pero es verdad, que una España tan plural, con las reformas estatutarias maullando bajo los escaños de todas las Autonomías, porque días vendrán en que todos y cada uno de los entes autonómicos —¿entes?— propongan la reforma de sus Estatutos, y la consigan, una España tan plural, decía, tan predispuesta a pesar de todo a la tozudez cainita, en fin, una España tan ‘diferenciada’, tenga esa capacidad de unión, esa exaltación religiosa, ese fervoroso arranque patriótico ante el hecho futbolero. En ocasiones parece como si toda la capacidad patrióticamente creadora de España empezara en el fútbol y terminara en el fútbol. Venta de humo. Ingentes humaredas de poderío y triunfo. Sólo eso. Los vociferantes y lenguaraces medios de comunicación habían hecho creer al gentío que ahora sí, ahora íbamos a por ellos, oé).
Así que ha venido la muerte tan callando. Aunque, bien considerado, el gerundio callando propone una simultaneidad antitética, porque las angustiosas y casi insoportables voces de Andrés Montes, con su pajarita y su tiquitaca oponían a lo de la muerte un gerundio de anterioridad, una convocación a la muerte, digamos, tan gritando.
Nuestros ojos eran ríos
que iban tras las camisetas
nacionales,
allí quedaron baldíos
los esfuerzos y rabietas
guturales.
Pues si vemos esta fiesta
cómo en un punto se es ida
y acabada,
concluiremos que la Sexta
era una loca partida
simulada.
A más espectadores más dinero por derechos de publicidad. Se han quedado a orzas.
Desecho los fervorines
de Andrés Montes y Salinas,
tan gritones,
a la mierda banderines,
resonar de trompetinas
y empujones.
Ved de cuán poco valor
son los gritos de la prensa
y locutores,
que en este fútbol traidor
vienen a ser el final
de jugadores.
Unos por poco valer,
por petardos y abatidos
que los tienen;
otros que, por no tener,
no dan una en los partidos
que les vienen.
(La voz ronquilla, angustiada, entrecortada y acojonada del Montes, —¡que les vamos a ganar, Salinas, que nos los vamos a comer, Salinas, esto es España, Saalinas!— una voz que ponía nervioso a mi gato y lo hacía brincar de un lado a otro del sofá con el rabo arqueado, a pesar de la pajarita y todo eso, me traía a la memoria, bien a mi pesar, los versos de Fray Luis en su oda III dedicada a Francisco Salinas, aquel extraordinario músico de la Universidad de Salamanca: «El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada, / Salinas, cuando suena / la música extremada, / por vuestra sabia mano gobernada». El aire no se serenaba, qué va, y el estrés del Montes y el cotorreo del Salinas te impulsaban a consumir más cerveza de la cuenta).
¿Qué se fizo de Raúl?
¿Y de Torres y de Villa?
¿A dó fueron?
Qué fue de tanto gandul
con el gol de maravilla
que no hicieron?
Nos invade la tristeza
por haber sido humillados
en la cancha,
y ni el sabio de Hortaleza,
con saber,
puso enérgicos lavados
a la mancha.
Fin.

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