viernes, 15 de enero de 2010

SENTIMENTALISMO
JUAN GARODRI
(10-1-2009)


Henri James dijo que leer “La educación sentimental” de Flaubert es como mascar ceniza y serrín. Es la novela psicológica de la desilusión, un pesimismo desesperado que coincide probablemente con lo esencial del individualismo del hombre.
Los primeros vagidos de 2009 me apesadumbran, me convierten en un sentimental humanitario, con la boca llena de ceniza y serrín. Algunos me dicen que soy tristón y ácido. Que las cuatro líneas que escribo habitualmente destilan pesimismo. Pero no es pesimismo, es consternación sentimental. El sentimentalismo se ha adueñado de mis neuronas, pobre de mí, pero no el sentimentalismo de la novela de Flaubert, correspondiente a la frustración de las relaciones amorosas, sino el sentimentalismo derivado de causas que me han herido profundamente. La guerra. Es la guerra. Se alzaron voces contra la guerra de Irak. ¿Dónde están ahora los manifas profesionales portando pancartas contra la masacre palestina? ¿Acaso esta guerra carece de alcance político y por eso no interesa? La guerra es cosa de los otros y está más allá del extranjero, pienso que piensan algunos. Más mueren en la carretera, me dicen otros, y son de los nuestros. Los muertos en carretera… Es la costumbre. Los telediarios anuncian la muerte con la pasibilidad profesionalmente indiferente del acontecimiento diario. Cifras, comparaciones y el impúdico discurso de que en 2008 han sido menos los muertos. Muy fácil transformar en superficial el sortilegio de la muerte.
A pesar de mi sentimentalismo, o a causa de él, no escapo de la mala hostia que me provoca la indiferencia ante el dolor de los inocentes, los niños, las mujeres, los ancianos, los civiles en suma, víctimas de la locura y de la venganza. Israel y Hamas. La locura, que se mea en la crisis bélica. Una carcajada que envuelve la epidermis civil de las víctimas como el sonido del teléfono que se orinaba en el despacho del ministerio de la Gobernación, cuando lo de Max Estrella. El atiborramiento de individualidad se manifiesta en esa cabalgada hacia la huída de sí mismos, masacrando a los de enfrente.
Los ataques de Hamas y la cruenta respuesta de Israel me llenan la boca de serrín y ceniza. ¿Me habré convertido en un sectario del sentimiento humanitario? Tal vez. Pero mi educación sentimental se rebela ante la muerte de seres inocentes. Sean del bando que sean.
Feliz 2009 (en lo que cabe).


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