domingo, 10 de enero de 2010

LIMPIEZA ECONÓMICA
JUAN GARODRI
(13-9-2008)

El gentío anda quemado e irritable. En la acera, en el bar, en el supermercado, los conocidos de siempre te abordan y te preguntan qué pasa en España. No sé, les digo, pasa lo de siempre. Retrucan que no, que lo de siempre no. Que hace poco tiempo se vendían coches y ahora se vende el 27% menos. Que antes se vendían pisos y ahora han parado los que estaban en construcción, no se ve en las inmediaciones la hormigonera, el haz de ferralla y los palets de ladrillos y los sacos de cemento, que parece que han volado a otras tierras en una especie de emigración deconstructora (desmontaje real, no intelectual) e inusual. Lo del Parlamento es peor. El personal se pregunta para qué narices los mandamases han ido al Congreso. Ya sabemos por legislaturas anteriores en qué se convierten las sesiones parlamentarias. Las cabezas de sus señorías deben de ser de granito puro, a base de dureza, porque se arrean entre las orejas con el poderío verbal de la frase despectiva, y como si nada. “A qué ha venido usted aquí”, pregunta Rajoy. “A dar la cara y a defender a los españoles necesitados”, responde Zapatero. Y el gentío, confuso y decepcionado, se pregunta qué quiere decir eso de dar la cara, que para qué vale, si luego sale Solbes el adormilado y va y agarra y dice que «si la recesión sirve para limpiar la economía, no tendrá mayor importancia». Qué significado tiene la frase ‘limpiar la economía’, me preguntan. Se limpia lo sucio, lo guarro y mugriento, y siempre nos dijeron que la economía española era limpia, clara y fluida como el agua de las torrenteras. Ahora resulta que nuestra economía es sucia y nauseabunda como el agua verdosa de las charcas puesto que hay que limpiarla. ¿Qué detergente lleva consigo la recesión económica como para poder limpiar la economía? Extraña aseveración ésta, limpiar la economía, producto natural de una mente somnolienta, parece.
Pero bueno, mientras la Roja siga ganando, la economía puede subsistir sin sobresaltos, dijo el gracioso. Y nos fuimos a cenar.

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