domingo, 3 de enero de 2010

GLORIA MUNDI
JUAN GARODRI
(15-3-2008)


El gentío bebe vientos por alcanzar la gloria (la gloria del mundo, se entiende, que es la que se presenta más a mano, porque la gloria del cielo está en una invisible lejanía teológica y dudosamente adventicia, desprovista de identidad existencial, según se empeñan en inculcar los ‘medios’, entregados a la digna tarea progresista de laicizar la sociedad), el gentío pues corre que se las pela tras la gloria, que es la autoafirmación del ego y la consecución de la plenitud social.
Recibe distintos nombres la palabra ‘gloria’: fama, poder, dinero, sexo. No hay más que traer a escena la parafernalia, menos apodíctica que acusadora, de los luchadores políticos para conseguir el poder (potestas, para los antiguos). Naturalmente la gloria para ellos es el poder. Con el poder están en la gloria. Qué imán poderoso, potentísimo, no introducirá el poder en sus entrañas para que realicen esos ejercicios de volatinería política en los mítines, con tal de conseguirlo. Se despechugan (corbatas fuera), se acercan al pueblo, enfervorizan las masas, prometen y se quedan afónicos. El poder y la gloria, escribió Graham Green en 1940.
También los jovencitos (y jovencitas), tan sensualmente apetitosas en las pantallas televisivas, persiguen la gloria pero bajo una transformación globalizadora: es la “fama” (se entiende que buena, porque también hay mala fama). Bailan, brincan, distorsionan sus miembros e incluso lloran con tal de alcanzar la fama. O sea, la gloria. Un presentador empelijincado las abraza y las consuela. Tienen que atravesar el peligroso mar de sus adversarios, Scila y Caribdis, los monstruos mitológicos dispuestos a tragarlas en las profundidades del fracaso y del anonimato.
Gloria y fama (al menos fama) creo que ha alcanzado Clara Janés como poeta y traductora. Uno de los cuentos de Katherine Mansfield, “ El barón”, termina así: «Sic transit gloria germanici mundi». Nota de la traductora (Clara Janés): …’Fórmula clásica pronunciada en la misa, durante la Elevación’. La coladura de la Janés la expulsa de la gloria.

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