viernes, 1 de enero de 2010

NATURALIDAD
JUAN GARODRI
(29-9-2007)


Hay noticias perfectamente idiotas, si es que puede atribuirse la cualidad de la perfección a la idiotez. Se habló mucho del “idiot savant”, término científico con el que se designaba a la persona deficiente mental, dotada de alguna cualidad sobresaliente en un área específica. No me refiero a eso. Me refiero a la noticia de estos días: «Zapatero asegura que saludó a Bush con perfecta naturalidad» (en un encuentro que apenas duró 4 segundos). Y cómo iba a saludarlo, se pregunta uno con cara de estupefacción. ¿Bailando la jota? Pues no, lo saludó con perfecta naturalidad. Aunque La Rochefoucauld dijera que nada impide tanto ser natural como el deseo de parecerlo. Lo risible del caso es la calificación de “perfecta” que la noticia atribuye a la naturalidad con que Zapatero saludó a Bush. El sintagma parece indicar que también podía haberlo saludado con naturalidad imperfecta. ¿Qué diferencia puede establecerse entre una naturalidad dotada de perfección y una naturalidad imperfecta? ¿Qué ojo crítico posibilita la capacidad para distinguir entre dos tipos de naturalidad, si es que existen? Para el periodista que larga la noticia es evidente que existen, puesto que ZP saludó a Bush con ‘perfecta’ naturalidad, lo que equivale a admitir implícitamente que existe la naturalidad ‘imperfecta’. ¿Y cómo sabe uno si la naturalidad de Zapatero era perfecta o imperfecta, máxime si el encuentro entre ambos mandatarios fue tan fugaz? Tal vez en una entrevista de cinco minutos, o de diez, o más, podría advertirse el grado de naturalidad, estableciendo un parámetro sintáctico de inferioridad, igualdad o superioridad. Pero en un encuentro de cuatro segundos se me antoja difícil averiguar el grado de naturalidad del saludo, sobretodo si se atiende a la atribución de ‘perfecta’ con que se le califica. Porque la perfección es el superlativo, y el superlativo absoluto, además, que no admite siquiera la comparación entre dos excelencias atribuidas al mismo nombre (como hace el superlativo relativo, por ejemplo). Para mí, conseguir la naturalidad perfecta en cuatro segundos es una representación de etiqueta social, un breve ejercicio de dandismo para sorprender a quienes solamente saludamos con naturalidad. O no saludamos. Oscar Wilde aseguró que ser natural es la más difícil de las poses.

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