viernes, 1 de enero de 2010

LA HABITACIÓN
JUAN GARODRI
(24-11-2007)


Según el maestro Covarrubias, la palabra ‘habitación’ procede de «habere», poseer algo. Ya se sabe, esos misterios de las derivaciones fonéticas. De manera que tener una habitación equivale a ser poseedor de bienes o, al menos, de ‘ese’ bien, si nos atenemos, ya digo, a la cosa etimológica. Pero la etimología dista mucho de la economía. De poco vale conocer la procedencia y evolución de las palabras si se dispone de una habitación minúscula. De esas de treinta metros que planeó la exministra Trujillo para que, de un golpe, encajaran salón, comedor, dormitorio, cocina, recibidor y cuarto de baño. Una monada. Una monada agobiante, porque las monadas agobian muchísimo, sobretodo a quienes dejaron de ser australopitecos hace unos millones de años. Existen, sin embargo, habitaciones enormes en las que se puede bailar desde el minueto al rigodón, cuarteto de cuerda incluido. Los salones de la época barroca dieron buena cuenta de ello. Naturalmente, alrededor del salón se adosaban otras cien habitaciones, que eso es lo que era poseer algo.
Bien. En ABC apareció la noticia de la habitación. Y el poseedor no podía ser otro que Raúl. Me refiero a Raúl el futbolista, ese que sufre el acoso de la prensa porque ya no juega con ‘la roja’. Pues resulta que el tío se mantiene en forma porque ha conseguido una habitación presurizada o así, que mantiene dentro una presión atmosférica diferente a la exterior. Se llama hipoxia, y simula que duerme a dos mil metros de altitud gracias a una técnica de empobrecimiento del oxígeno. Cuando sale al amanecer, va que se come el mundo. Así que no para de correr y ha vuelto a marcar goles.
Habitaciones así, aunque baratas, debía proporcionar el SES a jubilatas y tercerasedades para que vuelvan a sus bríos y que no ocurra lo del otro día en la plaza de la Constitución en Coria, lugar de reunión de mayores. Dos adolescentes caminaban abrazados a morro partido y, al verlos, comentaron los ancianos con airada nostalgia: «Pa esos es el mundo, y nosotros haciendo el gilipollas toa la vida, que de novios teníamos que bajar al río y escondernos entre las tamujas». Una cámara de hipoxia sería la solución.







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