viernes, 15 de enero de 2010

CUESTIÓN DE HUEVOS
JUAN GARODRI
(22-11-2008)

No sé por qué anda tan apurado el gentío a causa de los combustibles. No lo digo por fastidiar a los partidarios de la ecología. Analizada la cosa desde el punto de vista de los huevos no es para tanto. Los políticos se esfuerzan en idear sustitutos del petróleo (electricidad, hidrógeno, biocombustibles) que faciliten energía barata y limpia para el transporte. Y se olvidan de los huevos.
Científicos de una universidad estadounidense, en Ohio. Revista Science. (Paréntesis: ¿Te has preguntado alguna vez, lector conspicuo, por qué los docentes de las universidades estadounidenses aparecen siempre como científicos? Cualquier noticia referente a la más alejada universidad de los ‘iunaitesteis’ florece ornada con ramilletes de científicos, montones de científicos. No sé cómo puede haber tanto científico en un país tan inculto, según dicen. En España, tan culta, no hay científicos. Noticias de la universidad española sólo muestran a profesores doctos, sabios, formados en universidades extranjeras si se quiere, pero profesores. Los profesores españoles no llegan a científicos. Alguno lo consigue porque se ha ido a ser científico a una universidad extranjera. Muy fuerte.) Sigamos con lo de los huevos. «Científicos de una Universidad estadounidense proponen utilizar las cáscaras de huevo para absorber el CO2 que se desprende al producir hidrógeno». Es tremendo, el desperdicio. El gentío, mayormente masculino, corretea las aceras durante la noche para acercarse a los contenedores de basura. Aprovecha para fumar un cigarro y dar las buenas noches al vecino. Y el desperdicio consiste en que arroja a los basureros municipales toneladas de cáscaras de huevo repletas de carbonato cálcico que, al calentarse, se convierten en óxido de calcio y se transforman, así por las buenas, en el mejor absorbente de gases CO2. Arroja a la basura el tesoro cálcico que solucionaría el problema de generar electricidad sin emitir gases contaminantes. Así que los científicos americanos, que esos sí que son científicos, se ponen a todo meter a calentar los huevos, las cáscaras quiero decir, para absorber el 78 % del CO2 generado durante la fabricación de hidrógeno. Y hala, energía limpia. Y eso sin tener en cuenta la membranilla del interior del huevo, producto rico en colágeno que, bien manipulado, regenera las arrugas y la decrepitud facial. Juventud y belleza gracias al colágeno. Nosotros, entretanto, aprendices sempiternos de investigación y ciencia, pisando huevos o pateándolos, si llega el caso.

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