sábado, 2 de enero de 2010

EL GUINDO
JUAN GARODRI
(26-1-2008)

Como que nos hemos caído de un guindo. Así consideran, al parecer, algunos políticos a los españoles. Leo por ahí cosas que aparentan la verosimilitud de ciertos acontecimientos posibles, pero con la imposibilidad normal que suele atribuirse a las cosas imposibles. Entiéndanme. Cualquier estudiante de bachillerato conoce (si es que ha estudiado algo de fundamentos filosóficos) que se afirman tres clases de posibles: el moral, el físico y el metafísico. Como antónimo filosófico, también se afirman tres clases de imposibles correspondientes cada uno a los tres posibles citados. Me parapeto detrás del más bajito de los imposibles, a saber, el moral.
Según este rollo, algo confuso, quizá, considero un imposible moral que la señora vicepresidenta primera del Gobierno, doña María Teresa, habite en una casa fantasma. A no ser que su ánimo esté repleto del humor de Oscar Wilde y le tome el pelo a las apariciones fantasmales de la casa de Beneixida, tal como Mr. Hiram B. Otis se lo toma al fantasma de la casa de Canterville. Imposible moral. ¿Cómo nos va a engañar la señora De la Vega, siempre tan refinada, tan prudente, tan consecuente, tan contundente? No puede ser. Es imposible, moralmente hablando, que se haya empadronado en una casa deshabitada para poder votarse a ella misma en las próximas elecciones generales. Me parece que Esteban González Pons se ha pasado diecisiete estaciones.
El segundo imposible roza más la imposibilidad física que la moral. Me refiero a que el ministro de Sanidad, Bernat Soria, es miembro de una asociación separatista a favor de los “països catalans”. Es imposible. No lo creo. A no ser que el señor Soria tenga más cara que un contenedor de calderilla y haya jurado en falso la Constitución. (O prometido defenderla, lo cual que la promesa tiene menos valor que un céntimo de euro. Para que te fíes).
En fin, son cosas que se leen. La Oposición es así de perversa.

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