sábado, 2 de enero de 2010

LIBROS
JUAN GARODRI
(29-12-2007)

Parece un chiste que en estos días navideños (ya sabes, quince días de avenidas iluminadas con miles de lucecitas caprichosas, quince días de extenuante publicidad televisiva sugerente y erotizante —perfumes, por ejemplo—, quince días de musiquilla bobalicona en los supermercados, quince días de etcéteras previsibles), pues eso, que parece un chiste que en estos días alguien pretenda hablarte de libros. Estos días son para comprar y consumir y regalar. Libros no. Que los libros están compuestos de letras y las letras son negras y lo negro daña los ojos.
Así y todo, a mí no me parece un chiste hablar de libros. Los chistes irrumpen en la carcajada, que es el marco estentóreo de la insalubridad mental. Los libros, en cambio, irrumpen en tu alma con la suavidad musical de una sonata para piano de Haydn. Al menos en el alma de quien ama los libros.
Bruno, el sorprendente y entrañable niño con el pijama de rayas, le pregunta a herr Liszt: «¿No son importantes los libros?» Y le responde el maestro: «Sí, los libros que tratan de cosas importantes». Hay que determinar pues cuáles son esas cosas importantes. Para herr Liszt sólo eran importantes los libros que tratan de Geografía y de Historia (Historia para enaltecer ‘su’ Patria). Para Bruno sólo eran importantes los libros de aventuras y los cuentos (historias para abastecer ‘su’ imaginación). Para cada uno de ellos, ‘sus’ cosas eran las realmente importantes.
Así que no se trata de que te pongas a leer libros que traten cosas importantes, porque no hay cosas importantes. La importancia adquiere dimensiones diferentes según la interpretación de la realidad que a cada uno interesa, o cree que le interesa. De lo que se trata es de leer libros. De comprarlos para leerlos. De regalarlos para que los lean. El mejor regalo, un libro. Eso me parece, pero debo de andar más despistado que Homer en una reunión de política económica. Según las últimas estadísticas de los que confeccionan estadísticas (no es un pleonasmo), sólo el 5 % de los objetos adquiridos para regalar durante estas fiestas han sido libros.
Puedes deducir, amigo, que para el gentío no hay cosas importantes en los libros. De eso se aprovechan quienes rigen nuestros destinos.

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