viernes, 15 de enero de 2010

SENSIBILIDAD
JUAN GARODRI
(3-1-2009)

A flor de piel. Así anda la sensibilidad del gentío a estas alturas del sigloXXI, en el que (se supone) el personal debería estar curado de espanto y ser menos sensible. Cualquier acontecimiento, cualquier roce, por insignificante que sea, hiere la sensibilidad. El tipo/a sensible aumenta su sensibilidad herida a extremos graves. Pengifoide ampolloso. Así se denomina la erupción cutánea que hiere su sensibilidad.
Los belenes, los nacimientos, han desparecido del mapa. Colegios, institutos, ayuntamientos y consejerías autonómicas se han llenado repentinamente de heridas supuratorias causadas por el pengifoide ampolloso de las representaciones religiosas. Los pastorcitos, los angelitos y el niño que está en la cuna hieren la sensibilidad. Desconozco el grado de gilipollez que puede alcanzar la herida sensible ante la representación de un recién nacido entre un buey y una mula.
Yo no escapo del pengifoide ampolloso. Tengo actualmente la sensibilidad herida y purulenta porque se aprovecha la despreciada navidad para cenar fuera de casa. Cenas de grupos, cenas de colegas, socios, asociados y adeptos, compinches y camaradas, cómplices y compadres, amigos, amigotes, compañeros, asociaciones, preferiblemente ONG, salen a gastarse los sesenta o setenta euros del ala y a enhilar unos güisquis en los bares de copas. Se aniquila la simbología religiosa porque puede herir la sensibilidad. Y digo yo que también puede sentirse herida la sensibilidad de aquellos que se afirman frustrados por la supresión.
Herida tengo mi sensibilidad porque el Gobierno rebaja impuestos a banqueros y ejecutivos. Los bancos y Cajas, favorecidos. Las pequeñas empresas, no. «Zapatero rebaja la fiscalidad de los banqueros y sus altos ejecutivos. Tributarán por las rentas de capital recibidas de sus propias entidades al 18% en vez de al 43%. La medida favorece a bancos y cajas frente al resto de empresas españolas», según leo por ahí.
Sigo con el pengifoide ampolloso. La jornada laboral de 65 horas. Hiere mi sensibilidad. Involución. Un paso atrás en el ajuste de los derechos humanos. Una patada en el culo de los trabajadores. Atrocidad histórica. Menos mal que ha sido frenado el despropósito de los Veintisiete. En fin, la piel se me llena de ampollas virulentas con la cabronada de Madoff, detenido por un fraude de 50.000 millones de dólares. Risas y carcajeo: el tío en libertad provisional, aunque eso sí, con grillete electrónico. Estos hechos hieren profundamente la sensibilidad social. A pocos importa, sin embargo.

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