lunes, 8 de junio de 2009

TONTOS
( 13-12-08)
JUAN GARODRI


Hoy vamos a hacer, lector conspicuo, un apresurado comentario lingüístico de la excelente frase, digna de mente preclara, que los noticieros han expelido hace unos días. Pedro Castro, mandamás de Getafe y presidente de la FEMP, llamó tontos de los cojones a los votantes del PP.
En primer lugar, consideremos la etimología. El Brocense deriva la palabra tonto de “atonitus”, atronado, porque el tonto no oye sino un gran ruido y zumbido en los oídos. Y Covarrubias dice que tonto viene de tondo, redondo y vacío, porque el tonto tiene vacía la cabeza, por carecer de entendimiento, el cual en él es redondo, en oposición de los que tienen buen entendimiento, que llamamos agudos. Podemos deducir, en consecuencia, que los votantes del PP tienen la cabeza redonda y vacía, mientras que Pedro Castro la tiene aguda y llena. No sabemos de qué, pero de algo la tendrá agudamente llena, suponemos.
En segundo lugar, si atendemos a la estructura sintáctica de la frase, advertimos que el complemento adjetivo «de los cojones», atribuido a la sustantivación de «tontos», le confiere una complementación despectiva de intrincada significación. Porque ¿qué quiere decir tonto de los cojones? ¿Pueden acaso los cojones ser susceptibles de recibir la tontuna?
En tercer lugar, la frase viene léxicamente reforzada por el determinante “los” que implica una actualización del sustantivo al que determina, en este caso a “cojones”. ¿Por qué el tonto tiene que serlo “de los cojones” y no tonto del haba, o tonto de la pera, o tonto de remate? ¿Será que el tonto de los cojones padece algún trastorno que afecta a sus testículos y le impiden la producción de testosterona, cosa que lo desequilibra con una disfunción sexual y eréctil?
En cuarto lugar, pensamos que el señor alcalde podía haber descalificado a los votantes del PP con la expresión «tontos de cojones», con lo que la supresión del determinante le confiere a la frase la categoría de superlativo o, lo que es lo mismo, la cualidad de tontainas en grado sumo, tal como se ejercita el habla en la jerga popular cuando levanta como superlativas frases que gramaticalmente no lo son.
En fin, nos parece machista el exabrupto alcaldil porque sólo se refiere a “los votantes”. Discriminación por razón de sexo.
¿Dónde ha dejado a “las votantas” (miembros/miembras, de la progresía léxica)?
Ah, la agudeza mental.

No hay comentarios: