martes, 9 de junio de 2009

CATALANES
(18-11-08)
Juan Garodri


Escribo para un lector cabreado. ¿Lluís Suñé o Joan Puig? Permíteme, lector cabreado, que deje para otro día a Joan Puig, que somos «malnacidos». Te advierto, no obstante, que la madre de Lluís Suñé no tiene la culpa de que los extremeños seamos pobres aunque su hijo se cachondee de los extremeños porque somos pobres. (Aprende, Ángel Calle, que un pobre siempre tiene que respetar a la señora madre de un rico). Presumo que Lluís Suñé debe de ser rico: nadie se mofa de los de su misma condición.
S.O.S Extremadura needs you.
Todavía sigue pensando el concejal de ICV en la mierda de película de Buñuel sobre las Hurdes, hace tantos años. Tal vez su estrabismo (el de Buñuel) le forzó a distorsionar la realidad colocándola fuera del contexto sociológico español de la época. Y ahora nos viene la soplapollez del concejal de Torredembarra a escarnecer la pobreza de Extremadura para patalear porque nuestra Región se opone al nuevo sistema de financiación autonómica (que favorece a Cataluña). Es como si yo me mofara de Cataluña aludiendo a la extrema miseria que florece (es metáfora despectiva) en el barrio barcelonés de La Mina. Que no todo es Pedralbes.
Desconozco los impuestos que paga Lluís Suñé a la Hacienda pública. Pero deben de ser parecidos a los que pago yo. Salvo, claro está, que él sea un tipo rico y (si no hace trampas) cotice más que yo con diferencia crematística. De igual manera, miles de catalanes pagarán impuestos parecidos a los de miles de extremeños. Indudablemente, el ‘conjunto’ de la población catalana es mucho mayor que el ‘conjunto’ de la población extremeña. Lo que, en la balanza fiscal, arroja un montante catalán superior al extremeño. Pero ‘individualmente’ pagamos lo mismo unos que otros, dentro de distintas situaciones económicas de igual nivel. ¿Por qué mis impuestos han de tener una contraprestación estatal menor que los de Lluís Suñé?
Trabajé en un instituto de Tarrasa. Clases de Lengua y Literatura española. Los compañeros catalanes, educados y amistosos, nunca menospreciaron mi condición de extremeño. Es más, traducían mis poemas al catalán, lo cual que quedaban muy senny.
¿Por qué es usted tan menguado, don Lluís, como para fomentar la catalanofobia?

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