martes, 23 de junio de 2009

LA ENGAÑIFA
(7-11-2000)
JUAN GARODRI


Si tú vas y utilizas un aforismo como el de homo homini lupus, se ve que a través de él pretendes ilustrar la idea de que el hombre (y la mujer, lejos de mí la discriminación por razón de sexo) se ha convertido en un lobo que mata indiscriminadamente a sus semejantes.
En el mundo de los negocios, unos se devoran a otros de forma ignominiosa, casi cruenta, montados en la descarada pantalla de la competencia. En el mundo de la comunicación, unos medios intentan engullir a otros, cuidadosamente preparan para ello sus jugos gástricamente publicitarios, véase, si no, el montaje escandaloso de la telefonía móvil. En el mundo del comercio, ya se sabe, los megasuperhipermercados, templos erigidos y consagrados al dios del consumismo y de la estupidez monetaria llamada globalización, emiten sin parar sus particulares seudópodos, esas prolongaciones protoplasmáticas de la competencia especuladora para fagocitar despiadadamente la sangre que se halla en las células del pequeño comercio.
En riguroso paralelismo formal con el aforismo anterior, se me ocurre otro, basado en el apotegma bíblico de omnis homo mendax, y que me atrevo a formular así: homo homini mendax. Quizá Talleyrand, obsesionado por ello y por la conjura del 18 Brumario del año VIII, escupió la frase tal vez certera y desde luego desasosegante, de que «la palabra le ha sido concedida al ser humano para ocultar el pensamiento».
a) Omnis homo mendax. Yo seré un exagerado, pero si se atiende a la intención humana, casi podría afirmarse, con esa certidumbre que confiere la proposición silogística, que 'todo hombre es mentiroso'. (Y toda mujer, lejos de mí la discriminación por razón de sexo). Es así que Casio es hombre, luego Casio es mentiroso. La cosa está en probar 'la mayor'.
Veamos. Al parecer, se tiene como característica de los seres humanos la propensión a ocultar el pensamiento. Nadie va por ahí diciéndole a la señora presidenta de la Sociedad Protectora de Envases de Vidrio y Cartones (SOPEVICA) que posee un trasero, por ejemplo, de considerable tamaño y redondez, aunque todo el mundo lo piense, y que en esas amplias redondeces se coordinan de forma colegiada, eso sí, el bingo, las merendolas y las copichuelas con que las asociadas disfrutan habitualmente en la sede, aunque no sea más que para librarse de la sombra alargada y espesa de los maridos. Al contrario, se le da la enhorabuena por el singular funcionamiento de la Sociedad y por el excelente sabor del sofrito de brotes de ajo.
Nadie va por ahí diciéndole al fontanero de la esquina que está macizo y crujiente, como pan recién salido del horno, pero la incubación del deseo anida en el pensamiento.
Ningún profesor dice al alumno que le gustaría pegarle una buena patada, bien asentada en el escroto, a ver si dejaba de eructar provocadoramente, como si la clase fuera una cuadra, y que vaya a tirarle pedos a su madre. Al contrario, lo soporta servilmente (para eso cobra ¿no?) y encima le recomienda tres actividades de recuperación de actitudes. Pero lo del punterazo lo lleva clavado en el pensamiento.
Ningún obrero dice al capataz que tiene más flequillo que Hitler, ninguna dependienta dice al jefe que le asquean sus ojos sobones, ningún pariente le dice al cuñado que se acabó el saqueo de las reservas de güisqui, ningún juez dice al reo que le gustaría pegarle un par de hostias (¿o lo dice?). El personal adopta actitudes mesuradas y camina cabizbajo ingeniándoselas para ocultar civilizadamente sus pensamientos destructores mientras sonríe al importuno que le chafa las pretensiones.
b) Homo homini mendax. Hay quien asegura que la actividad principal de medio mundo es la de engañar al otro medio. No tienes más que observar, sin ir más lejos, los tejemanejes de los gobernantes, esos síntomas de cinismo con los que pretenden considerar a la ciudadanía como la pollada de gurrilatos a punto de caerse del nido. Lo de la subida de los carburantes. O lo del 'Tireless', sin ir más lejos. Una mentira clamorosa en la que se ha enredado el Gobierno, con espectacular bajada de pantalones por parte de quien tenía que mantenerlos bien alzados.
Pero aquí somos más papistas que el Papa. Es cierto que hemos disfrutado de poca libertad y de escaso progreso. Pero una vez conseguida aquélla (según se cree) y desarrollado éste (según se afirma), somos más libres y progresistas que nadie. Mentira. Franco engañaba al gentío con las concentraciones multitudinarias en la plaza de Oriente, el ilegítimo esplendor de los desfiles militares, la exaltación patriótica de las corridas de toros y la envergadura colosal de los pantanos. Ahora nos engañan son el señuelo de la libertad y el del progreso.
Es escandalosa la alarmante subida del gasto telefónico familiar a causa del (ab)uso de la telefonía móvil por parte de los adolescentes, engañados por la publicidad 'progresistamente tecnológica'. Es escandaloso el engaño en el que el actual sistema educativo tiene sometida a la sociedad, engaño que sustenta la cotidianidad de muchos institutos en los que va instalándose la agresión verbal e incluso física, agresión que va intensificándose poco a poco con esa presencia constante con que los gusanos germinan dentro de un cadáver. La agresión repugna a todo el mundo. Y se sataniza, pero no se erradica. Es prácticamente imposible. Todo lo contrario: se consiente.
El Real Decreto 732/1995, de 5 de mayo, por el que se establecen los derechos y deberes de los alumnos y las normas de convivencia en los Centros, los protege hasta el punto de hacer creer que son los profesores (o la sociedad) quienes deterioran el proceso de su educación. En este contexto, cualquier amenaza es una represión, cual­quier sanción es una senilidad, cualquier expulsión es una decrepitud. Es un engaño que no conmueve a los políticos ni aparece en los medios de comunicación "sobre todo en los públicos, —leo por ahí— siendo noticias habituales de éstos, que en un instituto conectaron a Internet unos ordenadores". Es el ¿engaño? del progreso.
No me extraña que empiecen a escasear los profesores y que llegue el día en que haya que importarlos de Nueva Zelanda, como ocurre en Inglaterra.
Mientras tanto, se sigue discutiendo si el Tireless está "changao" o no. (Trillo dixit).

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