miércoles, 24 de junio de 2009

LA ENCUESTA
(14-11-2000)
JUAN GARODRI


Esta mañana me eché a la calle y me dio por entrevistar a quienes me encontraba, más o menos conocidos. (A otros les da por subir sin tino los carburantes y nadie les dice nada). Había sacado del cajón una grabadora que me regalaron por mi cumpleaños y, con ella en el bolsillo alto de la chaqueta, bien disimulada, me arrogué el papel de encuestador y me fui acera abajo, ya digo, a ver si encontraba a alguien que tuviera cara de sufridor y aspecto paciente. Tampoco era cosa de importunar a alguno que te mandase con cajas destempladas más allá del extranjero. El resumen de las entrevistas es el siguiente.
Ay amigo, en todas partes cuecen habas. Ocurre, sin embargo, que el cocimiento es diferente según sea la destreza del cocinero y según aguante el estado del puchero. Sin ir más lejos: el pucherazo de las elecciones USA.
Es admirable, por no decir sorprendente, la extraordinaria amabilidad de los presentadores televisivos, corresponsales, enviados especiales y demás fauna noticiera, cuando nos largan (a todas horas) el diluvio informativo de las elecciones USA. Festejan el inusitado e insólito barullo del resultado electoral norteamericano como si se tratase de una travesura política propia de niños ricos y educados a los que se les hubiera escapado un pedo en la cena de cumpleaños de mamá. Todavía no he observado en los comentarios de prensa ni en los informativos de televisión una crítica seria, un comentario que censure con dureza el escándalo que, a nivel mundial, se ha organizado por esa tomadura de pelo electoral que intenta arrimar a su sardina política los resultados de unas elecciones supuestamente manipuladas por el poder económico. Ya te digo, todo quisque les ríe las gracias a esos niñatos republicanos/conservadores como si la magnitud del pucherazo fuese cosa de travesuras democráticas.
Después del despliegue de medios para ‘cubrir’ el evento, después de anunciar la ‘primicia’ del triunfo republicano, después de aparecer en los teletextos la victoria de Bush y su autoproclamación de Presidente electo, a más de uno se le ha quedado cara de tonto, ese aspecto bobalicón del que tiene que tragarse sus propias palabras. Jamás unas elecciones presidenciales habían sido aireadas de forma tan espectacularmente descomunal, jamás unas elecciones presidenciales habían costado tanto dinero.
Piensa, amigo, qué hubiera sucedido a nivel informativo si el pucherazo hubiera sido en uno de esos países que no tienen una democracia consolidada, según dicen, esos países que se debaten en la frontera de la indigencia y en la miseria de la renta per cápita, esos países que se esfuerzan por eliminar las dictaduras y encarar el futuro con un poco de esperanza. Piensa, amigo, que hubiera sucedido a nivel informativo si el pucherazo hubiera sucedido en España.
Pero no. El supuesto pucherazo USA ha sido cosa de ricos, el país más poderoso de la tierra puede permitirse esas zapatetas en el vacío, tal como los niños de papá se permiten llevar los pantalones rotos en la fiesta del feliz aniversario. Hay quien opina que el pucherazo USA (esa noche electoral interminable, esa semana en la que los EE.UU han hecho el ridículo más trepidante acosados por el temblor del miedo) no es otra cosa que una formidable batalla política capitaneada por los grandes poderes económicos, que son los que luego se cobrarán con creces la inversión. El dinero. Cientos de millones de dólares. Pregunto que quién lo regala, y el interpelado me mira con incredulidad, como si yo tuviera cara de haberme caído de un nido.
—Nadie regala nada —me dice—, y menos todavía dinero, y menos aún dinero destinado a la cosa política, todos los que han financiado las campañas de Bush y Gore esperan sacarle la manteca al tocino, esperan recuperar con creces, más del mil por cien acaso, la inversión. Son los que mandan. Los Gobiernos no tienen más remedio que hacerles caso y, tal vez, no tengan más remedio que legislar según los intereses de quienes le apoquinaron la pasta. (Aunque lo disimulan con los debates políticos en los Congresos y, para que no se note, le echan de comer abundantemente al gentío, y convierten el panem et circenses de los romanos en el 'sexus et futbolenses' de las teuves, para que el personal se adormezca y no rechiste por la subida de los precios y de los impuestos, a pesar de la cacareada propaganda gubernamental de que los bajan. España, sin ir más lejos: ha subido la presión fiscal el doble que la Unión Europea en los últimos cuatro años...).
Te decía lo que muchos piensan, o sea, que los Gobiernos tienen que hacer caso a los magnates que les prestaron el dinero. De ahí el cisco que se ha organizado en los Iunaitesteis, porque el que no gane las elecciones presidenciales se va a ver morado para devolver los gigantescos préstamos y, si no los devuelve, el prestamista no cobra. De ahí el órdago de Bush para que no se admita la intervención judicial en el recuento de votos, qué ocurrente el Bush, ahora reclama a un juzgado de Florida que prohíba el recuento manual en cuatro Condados. Bien le habrán tirado de las orejas sus patrocinadores.
En definitiva, el país más poderoso del planeta, el país donde los ricos son más ricos (no es lo mismo asegurar que ‘es el país más rico’, ahí están sus cuarenta y cinco millones de pobres), el país con la estatua a la libertad más institucionalizada, el país, en fin, más democrático del mundo ha dejado a la democracia con el culo a las goteras.
Tal vez la democracia esté envejeciendo y haya empezado a dejar de ser el menos malo de los sistemas de gobierno.

No hay comentarios: