martes, 30 de junio de 2009

EL RESUMEN
(
6-1-01)
JUAN GARODRI


Terminó el siglo y comienza el nuevo milenio, o terminó el milenio y comienza el nuevo siglo, como quieras, son distintas las variantes combinatorias. La prensa y las televisiones se han desahogado largando resúmenes del año que termina, del siglo que termina, del milenio que termina, de los dos milenios que terminan, resúmenes de hechos políticos, de vaivenes económicos, de sucesos históricos, de acontecimientos literarios, de incidentes mafiosos, de esplendores deportivos, de avances tecnológicos, de globalizaciones y desmadres, en fin, resúmenes de moda, de bodas y separaciones, de encamaciones y lagartas, de maromos y vividores, de culifinas y culimajos, de carcamales y progretas. ¿Qué voy yo a añadir, pobre de mí, a la interminable, rutilante lista de los resúmenes finiseculares? Hay, sin embargo, algunos acontecimientos que te dejan mal sabor de boca, esa regurgitación de la leche cortada y mal digerida, acontecimientos que han aparecido y desaparecido rápidamente estos días, fagocitados tal vez por el resplandor de las despedidas cronológicas. Y son dos:
Por ejemplo, una jueza de apellido complicado, Belhadj-Ben Gómez, emite un auto «en el que considera que no hay indicios de responsabilidad penal en ninguno de los 25 imputados por la rotura de la balsa minera». Se refiere al desastre ecológico del ‘caso Doñana’. O sea, que da carpetazo a uno de los mayores desastres ecológicos ocurridos en España. O sea, que la empresa propietaria de las minas de Aznalcóllar, Boliden Apirsa, no quiere saber nada porque la verdadera responsable no es ella, sino Geocisa, que no construyó el muro de contención de la balsa como tenía que haberlo construido. O sea, que unos y otros se tiran mutuamente a la cabeza la pelota de la contaminación y, en conclusión, nadie ha contaminado. A veces me paro a pensar por qué la justicia, esa abstracción filosófica, se simboliza con una imagen que tiene los ojos tapados. Debía representarse con los ojos bien abiertos, a ver si no vuelve a repetirse lo del “juez de los vaqueros” (absolución del violador porque una chica con vaqueros es difícilmente violable, si no imposible), a ver si no vuelve a repetirse lo del “juez de la empleada” (desestimación del recurso de una empleada de hogar porque hoy día trabajan poco dada la ayuda que ofrecen los modernos electrodomésticos), a ver si no vuelve a repetirse, o puede evitarse, lo del “caso Doñana” (que aquí ‘to er mundo es güeno’ y que, como no se ve responsabilidad de nadie en el vertido, se archiva el caso). A veces me paro a pensar si no seguiremos aún en los oscuros tiempos del franquismo, aquella paliza atroz al desgraciado que robaba para comer, las fuerzas del orden eran cumplidoramente contundentes, ya se sabe, y aquella absolución descarada al potentado que delinquía. (Jamás olvidaré los alaridos que salían de la cárcel, era por estas fechas, cuando apalearon salvajemente a un vecino. Los niños corrimos a ponernos debajo de las rejas, acorralados por una curiosidad miedosa que nos revolvía las tripas. El desgraciado había robado un gallo al señorón que después abusaría de su hija. Sin embargo, la justicia perdonó al ricacho). Ahora también me revuelve las tripas que, para proteger el sistema ecológico, medio ambiente y tal, se condene rigurosamente, no digo que sin razón, a quien abate una cigüeña o a quien tala una encina y, sin embargo, se libre de responsabilidad a quien(es) ha(n) ocasionado el desastre de Aznalcóllar, más de 30.000 millones para regenerar la zona contaminada.
Otro ejemplo de leche cortada y mal digerida. Los inmigrantes. No entro en el problema legal, esa modulación burocrática de los ‘sin papeles’. Entro en el problema humano. Y me pregunto cómo es posible que se olvide tan pronto a los que fueron a Alemania, a Francia, a Suiza, no hace tantos años. Eran de los nuestros. No había trabajo en España y emigraban para buscarse la gandalla, aunque fuera limpiando la mierda de las calles europeas. ¿Cómo es posible que ahora se les niegue el pan a los desgraciados que dejan lo suyo para venir a buscar aquí aquello de lo que están desposeídos? Hemos olvidado pronto nuestra miseria. Pronto nos hemos creído nuevos ricos, esa petulancia económica que desprecia el árbol del que siempre se fue una rama...
En fin, se ha ido el siglo XX, el de los mayores avances tecnológicos para la Humanidad pero no tanto, tal vez, el de mayor progreso. Así lo atestiguan los horrorosos atentados del hombre contra el hombre y del hombre contra la naturaleza.
Mientras no se encuentre solución a esto, que vayan los tecnólogos (y los poderosos de la globalización) a hablarle de progreso a su padre.

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