miércoles, 24 de junio de 2009

DINASTÍA CASPA
(6-12-2000)
JUAN GARODRI


Aburrido de la diaria y pringosa melopea televisiva, ese canto monótono a la vulgaridad de la caspa y los desaciertos nacionales, voy y me refugio en la lectura de los clásicos, en Aristófanes, por ejemplo, a ver si consigo equilibrar las altas dosis de adrenalina que, normalmente, empujan al desquiciamiento conceptual. Así que rescato de la estantería Las aves para disfrutar, con sus burlas y su humorismo chispeante, del hastío que envuelve a Pistétero y a Evélpides, representantes de las aspiraciones de la sociedad de entonces. Asqueados de su ciudad, huyen al desierto orientados por las aves. Guiados por una abubilla, fundan una ciudad en la que pronto ven chafados sus anhelos de cambio, porque también aquí empiezan a pulular personajes que viven al margen del trabajo y que pretenden enriquecerse a costa de los demás: un soplón, un mercader de secretos oficiales, dos poetas (no podían faltar los escritores), el sacerdote, un oráculo (para que luego digan que los Rapeles y pitonisos son cosas de ahora), el inspector (la policía también andaba a vueltas con la pringue), y un geómetra, aquellos representantes de la cosa científica, más podridos que las aguas de Internet. Todos ellos fueron los primeros vástagos de la dinastía Caspa.
A lo largo de la Historia, se ha ido ramificando el árbol genealógico de la dinastía Caspa. Y ha llegado hasta nuestros días. Dos botones (de muestra) del eternamente floreciente árbol de la dinastía Caspa: 1. Tamara, 2. El "canon" de Guadalajara. Veamos.
1. Tamara. A pesar de la resonancia magnética que dicho nombre ejerce sobre las descoyuntadas articulaciones de la sociedad, yo no tenía ni pura idea de ella. Confieso que soy un desconocedor patológico de la música (ruidos) actual. Así que, cuando los amigos hablaron de Tamara, casi hice el ridículo. Llegué a casa y me propuse descubrir, a través de Internet, quién era. Descubrí lo siguiente: «Hembra dudosa y orgulloso epicentro del meollo. Canta, es un suponer, el tema "No cambié". Su oscuro pasado es objeto de especulaciones varias que se revelan al espectador con sádica periodicidad en programas televisivos de la calaña de Ahora (A3) y Crónicas marcianas (T5)». Tamara tiene exnovios vengativos, manipulados por Paco Porras, sedicente aristócrata porque su casa dispone de capilla y porque se cuelga de las orejas hojas de perejil. Fue descubierto por Alfonso Arús, especialista en sacar de la nada a todo freak que esté dispuesto a hacer el ridículo delante de una cámara de televisión.
Y hay más caspa, no creas. Nuria Bermúdez, famosa por haberse acostado con el ex de Rociíto (Antonio David), por haberse acostado con Dinio (el actual novio de la Marujita Díaz), y por haberse acostado con todos los hermanos de Dinio. Mucho sueño debe de pasar, la pobre, para calzarse tantas horas de cama.
A este pelotón de caspa, hay que añadir la seborrea de Leonardo Dantés (famoso, entre otras cosas, por ser el compositor del "No cambié") y la figura de mujer fatal de Loli, la "Lady Godiva del extrarradio", que dice ser la auténtica voz del "No cambié" y que le va a dar una hostia a los otros si no dejan de hablar de ella. Un cubo de asco, tanta caspa.
2. El "canon" de Guadalajara (México). Esta caspa es casi peor que la de Tamara. Porque la caspa de Tamara aparece en la sucia cabeza de la carnaza. Pero la caspa del canon de Guadalajara (México) aparece en la refinada cabeza de la cultura. No es lo mismo que la caspa aparezca en una cabeza sucia que en una cabeza lustrosa. Repugna más la caspa en la cabeza limpia. Y se supone que los escritores tienen la cabeza limpia (aunque sólo sea metafóricamente).
Es el caso que, en la Feria del Libro de Guadalajara (México), va el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (España) y presenta un libro en el que aparece una (pre)determinada lista de escritores. El follón se ha organizado porque Juan Manuel de Prada (no sé si en plan suicida o no) va y critica con dureza la selección y asegura que en España existe "un canon literario falso", canon propugnado por «ese espíritu cainita que alimenta la división de los escritores entre los míos y los de la competencia, según el periódico en el que colaboran». Y se tira de cabeza al agua cuando afirma que este "canon" literario está engordado con los escritores que colaboran en esa 'ideología mediática'. Los demás, ninguneados (se refiere, evidentemente, a El País).
Sea como sea, lo cierto es que a mí me produce un repeluzno imponente la contemplación de tanta caspa en la noble cabeza de la cultura. (No anda descaminado Juan Manuel de Prada: aunque a niveles inferiores, yo mismo fui excluido del jurado de un premio literario por ser de ideología diferente a la de los organizadores. Y aunque la cosa me la deja floja, desde entonces me la cojo con papel en asuntos literarios. Por lo del asco que me da la caspa).
Pienso, no obstante, que no es lo malo la aparición de la caspa. Lo malo es la causa que la produce. Peor aún, lo malo es la intención perversa (que viene de arriba) de que no se agote ese aumento patológico de la secreción de las glándulas capilares. ¿Por qué las glándulas sebáceas se ponen a secretar entre los pelos para, una vez seca la secreción, convertirse en caspa? ¿Qué elemento fisiológico impulsa la secreción? ¿Qué poder está interesado en que no dejen de secretar?
No es lo malo Tamara. Lo malo son esos cráneos privilegiados que impulsan en las pantallas televisivas, en las ondas de la radio, desde arriba, la secreción de la caspa para que, al generalizarse, el personal se acomode a la suciedad como cosa natural. También los cerdos se acomodan a la suciedad como si tal cosa, sin cuestionarse la naturaleza de la mierda. Por lo mismo, no es lo malo el canon de Guadalajara (México). Lo malo es el impulso de la seborrea mediática, desde arriba, de forma que, pringada por ella, no se considera la obra literaria en sí misma, sino en tanto en cuanto su autor sea proclive a cobijarse a la sombra sebácea de los poderosos. Todos ellos son eslabones, no tan perdidos, de la dinastía de la caspa.
¡Mierda!.

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