martes, 23 de junio de 2009

LO INEXPLICABLE
(15-10-2000)
JUAN GARODRI


Cuando de pequeño escuchaba por la radio la retransmisión de los partidos de fútbol, el locutor se desesperaba si los futbolistas no conseguían marcar algún gol, y gritaba aquello de que, transcurridos más de treinta y siete minutos de la segunda mitad, el marcador permanecía «inalterable». Hoy ya afirman, la mayoría de ellos al menos, que el marcador permanece «inalterado». Saben que el sufijo -able expresa el significado de una posibilidad, aunque no sea más que la esperanza pasiva de recibir la acción del verbo, por lo que se acepta esa apasionante contingencia de que el marcador pueda ser alterado antes de que acabe el partido.
Si aplicamos esta teoría a lo «inexplicable», cabría suponer que no pueden ser explicadas muchas cosas que desearíamos que se explicasen, puesto que la negatividad del prefijo in- les anula cualquier posibilidad de recibir la acción del verbo y, en consecuencia, de ser reconocidas por el gentío como explicadas.
Tal vez en este hecho de «lo inexplicable» se asiente la campaña legal, social y políticamente (in)correcta, que se ha desatado contra la pretensión, más iracunda que empecinada, del señor Presidente de Castilla-La Mancha, don José Bono. (No sé por qué nadie cita ya a los personajes públicos con la honorabilidad que confiere el «don». Todos son Aznar, Zapatero, Arzalluz, Chaves, Mayor Oreja, Rodríguez Ibarra, y así, como si los citadores los conocieran de toda la vida, esa camaradería pringosa del roce diario, o hubieran jugado de niños a ver quién echaba la meada más larga. (¡Qué cosa, la democracia!). Don José Bono, te decía, pretende que se hagan públicas las listas de los maltratadores y maltratadoras domésticos. Una especie de escarnio público con el que intenta colocar en la picota a los agresores o agresoras, para someterlos a la befa del personal.
—Anda, mira éste, con lo bien que cuida al perro y fíjate cómo le ha dejado el ojo a la suegra, el desgraciado.
—Pues y ésa, tan modosita, que parecía tonta, y mira, mira, qué castañazo le ha pegado al marido, que va a la pata coja con las muletas del Insalud.
Voto a favor de que don José Bono publique las listas en las que aparezca tanto bicho-malo- doméstico como anda por ahí. Y que cundiera el ejemplo en otras Autonomías. Siempre, por descontado, que se dieran una serie de condiciones comparativas. Porque no está bien que se publiquen las listas vergonzantes de los agresores físicos mientras quedan ocultos, en el fondo maloliente de la anonimia, las listas ignominiosas de otros muchos. A saber:
Debería publicarse la lista en la que aparezcan los nombres de los narcotraficantes. No los nombres de los grandes ‘capos’ apresados en alguna operación de vigilancia, que bien se encarga de ello la publicidad institucional.
Debería publicarse la lista, que la tienen, dicen, de todos los que trafican a pequeña escala, esas ratas del mercadeo y la explotación. Esos que ratonean en los albañales de la noche, en medio del amor putero, o entre preservativos y adolescencias, a salto de mata pobretona y roedora, o al atardecer de los barrios, entre meadas y rincones tristemente anochecidos.
Debería publicarse la lista de los bares, mercados y tiendas de barrio que suministran alcohol a los menores de 18 años, amparados en una permisividad intolerable y pasiva.
Debería publicarse la lista de los funcionarios de la Administración pública, bien instalados en las covachuelas oficiales, la lista de esos funcionarios que no funcionan, que extravían documentaciones y les importa un pito la reclamación y la ansiedad del reclamante.
Debería publicarse la lista de los jueces que sentencian ateniéndose a fundamentos de derecho extrasiderales. A ver si no por qué las instancias superiores van revocando sentencias. (Todos recordamos lo del juez “de los vaqueros”, o lo del de “las señoras de la limpieza”).
Debería publicarse la lista de los políticos corruptos que en las administraciones locales hacen nombramientos a dedo o aprovechan el “buen avío” de las dietas mediante justificaciones de acciones inexistentes.
Debería publicarse la lista de los médicos cuyas intervenciones son increíblemente equivocadas, provocando unas lesiones físicas y psicológicas irreversibles en los pacientes.
Debería publicarse, en fin, la lista de los “negros” que escriben los artículos de escritores y publicistas, y hasta la novela de algún famoso. Porque ahora aparece en la picota el plagio que un ‘negro’ ha hecho para publicar la novela de Ana Rosa Quintana, tan vendida. Nada, a la lista los ‘negros’ y sus representados, para que salgan al público descrédito los nombres de escritores que no escriben (o que escriben menos de lo que aparentan).
En fin. Es inexplicable la pretensión de Bono porque no pueden ser explicadas muchas cosas que desearíamos que se explicasen, como dije. Si se publicaran las listas de los agresores domésticos, habría que publicar también otras doscientas mil listas más.
Imposible, por inabarcable.

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