domingo, 21 de febrero de 2010

UNA DE PARACELSO
JUAN GARODRI
(12-9-2009)


Cuando el Boeing procedente de Cancún sobrevolaba México, ningún pasajero sospechó que volaba en las entrañas de la paloma. Nadie excepto José Mar Pereyra que perpetró un intento de secuestro por revelación divina, con tres cómplices supremos: el padre, el hijo y espíritu santo. (Utilizo la minúscula porque la payasada del secuestrador elimina de los nombres todo vestigio teológico).
En vez de llamarse Pereyra y dárselas de predicador o de pastor, algo así, debería haberse llamado Teofrasto Bombasto, nombre por otra parte muy apropiado a aquellas latitudes. Era el nombre de Paracelso. Siendo profesor en Basilea quemó las obras de Galeno y Avicena, fue acusado de ensalmador, vagabundeó por Alemania y murió en Salzburgo en plena juventud. La literatura de fabulación hizo florecer en el siglo XVIII y XIX la teoría de los espíritus elementales de Paracelso. Pereyra ha captado la personalidad revolucionaria de Paracelso con su afán de revelación divina y su conciencia de apostolado. Pereyra no ha transformado el plomo en oro pero ha transformado en secuestradores a las personas de la Santísima Trinidad. Lo cual es muchísimo más difícil que la trasformación de un mineral en otro mediante procedimientos alquimistas.
No deja de sorprender que en el siglo XXI haya tipos como Pereyra. Si el mal del mundo se fundamenta, según Camus, en el “silencio de Dios”, ahora va y se nos aparece un tipo que afirma que Dios se le ha revelado. Día 09 de septiembre de 2009, 9-9-9 dígitos que, puestos boca abajo aparecen como 666, una referencia bíblica al Anticristo. O sea, que el tipo quería salvar al mundo, poco menos. Oiga usted, coja el petate y corra cuando vea que la boquita del salvador de turno expele humo soteriológico.
No todos tratan a Paracelso como mago y charlatán. Ezra Pound y su “Paracelsus in excelsis”. Pound (a pesar de su filofascismo) lo considera más como filósofo y buscador de Dios que como alquimista.
¿Qué por qué comparo al Pereyra con Paracelso? No sé, se me ha ocurrido al leer la patochada de la sociedad del predicador mexicano con el Padre, el Hijo y Espíritu Santo. Que Dios se le aparezca a un embaucador y le diga que secuestre a un Boeing 737 para que le permitan entrevistarse con el presidente, me parece más difícil que convertir el plomo en oro.

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