domingo, 21 de febrero de 2010

DINERO PODRIDO
JUAN GARODRI
(7-11-2009)

Hay dos tipos de personas que ganan demasiado dinero. Los políticos y los futbolistas. Aunque habría que matizar. Ni todos los políticos ni todos los futbolistas. Pero los que han trepado a la cúspide del sueldo provocan el enfado de los ciudadanos. El cabreo del gentío va dirigido contra el político de rango alto y contra el futbolista de ficha altísima. El político de rango alto vive muy bien y, según dicen, hace muy poco: apretar un botón. Cuando representa al Gobierno (qué tipo de representación, si puede saberse, porque la colocación de una primera piedra puede ser muy representativa, pero inútil. Primeras piedras ha habido que quedaron sólo en eso, pero los gastos de representación, los gastos de viajes, los gastos de restaurantes, se endosaron en la cuenta de los políticos aunque después no se continuara la obra). Cuando el político representa al Gobierno, decía, viaja gratis, come gratis y encima recibe una dieta para no sentirse desvalido. Pero, vamos, esta es la opinión crítica de los ciudadanos que no son responsables ni demócratas, me dice el paseante de acera, porque desde que comenzó la democracia los políticos se han puesto a trabajar a destajo, que es algo digno de ver, así que estoy de acuerdo con el sueldo que perciben y, sigue, nos han solucionado la mayoría de los problemas, la falta de vivienda para los jóvenes, la eliminación de la droga, la extirpación del terrorismo, los bajos sueldos para el obrero, los precios de los productos del campo y el embellecimiento urbanístico de las playas. No me vas a comparar el trabajo de un auxiliar del ayuntamiento, por ejemplo, con el trabajo agotador de un político en el parlamento. Hay que tener en cuenta, además, las horas de estudio y sacrificio que han dedicado a conseguir su puesto y que, gracias a las listas cerradas, han podido auparse a lo más alto y llegar a cobrar la apreciable suma de más de 3.000 euros mensuales mínimo, eh, que pueden también superar esa cantidad con creces. Y prosiguió: la opinión pública es crítica, y a veces feroz, con nuestros políticos, tan abnegados, que solo miran por nosotros y se dejan la piel en el desempeño de la función pública.
Así que le pregunté: ¿cómo justificas los casos de corrupción y enriquecimiento ilegal? Habladurías y envidia rencorosa, respondió. (Del futbolista hablaremos en la próxima).

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