viernes, 19 de febrero de 2010

POLÍTICOS
JUAN GARODRI
(24-1-2009)


Seguro que ustedes han oído hablar de Obama. Yo también. Barack Hussein Obama. Televisión española se ha convertido en una gigantesca bóveda de resonancia donde la trompetería del órgano institucional ha descargado millones de acordes laudatorios. Obama hasta en la sopa. No me explico cómo los cultos gurús de la cocina internacional no han inventado un plato de «sopa de Obama con banderitas estrelladas». Todos los ‘medios’ se han volcado, con apabullamiento informativo, en los actos de investidura del nuevo presidente. Más de dos millones de personas pasando frío en Washington para no perderse el evento. Ha sido tremendo, dice mi tío Eufrasio. Ciegos de resplandor, así nos han dejado, le digo. No te engañes, la trompetería televisiva, me dice, no ha tenido otro objeto que ensordecer al personal, caída de baba adjunta, para que olvide, siquiera momentáneamente, lo de la crisis. A Solbes le han venido de perilla las retransmisiones porque se han tapado con ellas esas cifras angustiosas de los más de cuatro millones de parados para el 2010, según previsiones de la Unión Europea. Pero lo niega. Solbes niega esas previsiones para España. No hay cuidado, respondo, los Estados Unidos nos insuflan esperanza y energía recuperadora con Obama de presidente. Mi tío Eufrasio me cuenta: una pancarta en el Nou Camp decía hace poco «Dios existe, se ha encarnado en Messi». Ahora también podría decirse que Dios existe porque se ha encarnado en Obama. Con él vendrán las soluciones al mal del mundo (guerra, problemas financieros, injusticia y maldad). El problema está en que no creo en los políticos. No creer en Dios, a quien ni ves ni oyes, es facilísimo (a juzgar por el “Tratado de ateología”, de Michael Onfray). No creer en los políticos, a quienes ves y oyes continuamente, es dificilísimo. Sus promesas. Como todos los políticos, Obama se sustancia en promesas. ¿Por qué han de ser más creíbles que las de Zapatero, por ejemplo? Cuando Obama las cumpla, te permitiré que me des con un canto en los dientes.
Algo me escama, y concluyo. El día que resuenan las trompetas como si fueran las del Juicio Final, el día que Obama jura el cargo de Presidente, el día que comienza la ‘nueva era’, promesas y esperanza, ese mismo día se hunden las Bolsas de todo el mundo. Así ha ocurrido. Misterio del cuerno quemado.

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