domingo, 21 de febrero de 2010

PERÍFRASIS
JUAN GARODRI
(28-3-2009)


La corrección política ha puesto en circulación una jerga eufemística que deja en mantillas las perífrasis de Cervantes. Cervantes las utiliza para ridiculizar el disparatado lenguaje de los libros de Caballería. El lenguaje político las usa para enmascarar los tabúes sociales. «Apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada Aurora…», etc. Guasa. Cervantes describe la venida del día, la aurora, con exageración literaria y retranca perifrástica. Los políticos utilizan la perífrasis para enmascarar lo que el progreso, digamos, considera innombrable, y ensalzan con palabras lo que no requiere ensalzamiento. ¿Saben ustedes, por ejemplo, qué es una «estación municipal de recogida, almacenamiento y reciclaje de residuos sólidos urbanos» (RSU)? Una perífrasis de jerga política. Las neuronas de alguna mente privilegiada, esas que florecen en los despachos institucionales, debieron de cavilar en beneficio de la belleza lingüística y, en consecuencia, ordenaron al concejal de mantenimiento y medio ambiente que desechara la palabra «basurero». A quién se le ocurre, mande usted retirar inmediatamente el rótulo. Basurero no produce subidón político. Y en lugar del basurero apareció lo de estación municipal de almacenamiento y reciclaje de residuos sólidos urbanos. Así las basuras parecen menos basura. La palabra ‘basurero’ borrada del mapa. Pero las palabras no son sucias. Simplemente designan objetos, o conceptos. La palabra es de pureza diáfana. La suciedad está en la mente, no en la palabra que nombra lo sucio.
Hay otros eufemismos, más o menos perifrásticos, utilizados por la jerga política para designar personas, situaciones u objetos. Viejo. Persona de mucha edad. Le han inventado eufemismos para tapar las arrugas. “Los Mayores”, dicen por ahí. No se cae en la cuenta de que ‘mayor’ es el comparativo de pequeño, un término relativo, porque una persona de veinte años es mayor que una de quince, y una de cincuenta mayor que una de treinta. Y no son “mayores”. Los políticos se han apropiado de la palabra para alegrar con ella a los viejos. Qué decir de “tercera edad”. El eufemismo es desproporcionado. Vejez es una palabra digna, enraizada en el castellano. Los políticos se las arreglan para que los viejos se avergüencen de su nombre.
Tal vez el temor a la muerte haga que ésta se considere lejana si a la persona consolidada en la vejez no la llaman vieja.

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