domingo, 21 de febrero de 2010

MENUDENCIAS
JUAN GARODRI
(14-3-2009)



Estaba en el Candilejas tomando una sin alcohol (que uno a veces ya no está para otros tragos) y el personal parloteaba sin tregua. Se había hundido media España. El Madrid acababa de sufrir el chorreo más ignominioso de su historia triunfal. Y digo media España porque la prensa deportiva que se lee, eso, en media España, se mofaba de forma inmisericorde del desafortunado chorreo que Boluda vaticinó a favor del Madrid. Ni el más acabado de los arúspices etruscos hubiese vaticinado con menos clarividencia un acontecimiento pretendidamente favorable. Desde luego Boluda no estudió en el Colegio de 60 arúspices que creó el emperador Claudio y que se mantuvo institucionalmente, digamos, durante cinco siglos para interpretar la voluntad de los dioses.
Descartes, teorizando sobre la substancia, apunta una interacción entre el espíritu y los movimientos corporales, y a pesar de que la princesa palatina Lisalotte le recriminara tal influjo como una contradicción, él insistió en que este influjo se realiza a través de cierto lugar del cerebro llamado glándula pineal, ese tercer ojo que activa y produce melatonina cuando no hay luz. Los productores diarios de luz y oscuridad se fundieron, probablemente, y entonces Boluda dijo lo del chorreo que, a pesar de ser frase coloquial, originó la gran retranca de la prensa deportiva que lo ha diseminado por la media España aludida.
De todo esto se hablaba en el Candilejas, aunque en términos futboleros, evidentemente. Hay algo que olvidáis, dijo el listo. El qué, preguntaron. El gran favor que la cosa del fútbol hace al Gobierno. Lo miraron algo sorprendidos. Sí, continuó, mientras se habla de la derrota del Madrid y sus cinco fracasos consecutivos por conseguir las semifinales de la Champon’s, no se habla de la crisis. El perspicaz dijo, venga ya, como que el fútbol sirve para tapar lo de la crisis. Bueno, dijo el enterado, si no es con el fútbol se tapa con lo de Garzón, su implicación a Francisco Camps, que se hace trajes caros con el dinero de la Comunidad Valenciana, que ni que las chaquetas llevasen la recarga del iPod. Más le valiera callarse, dijo el resentido, que Garzón con sus viajes, sus conferencias y sus cobros en dólares sin declarar a Hacienda, según dicen, está salvando del latigazo social a Zapatero.
Y los sindicatos con la pancarta escondida en la troje.

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