domingo, 21 de febrero de 2010

PÍLDORA POSTELECTORAL
JUAN GARODRI
(13-6-2009)


Puede que alguien esté hasta el mismísimo forro. Comentarios y debates han rellenado, desde el pasado domingo, pantallas y páginas. Ha sido como una píldora postelectoral para evitar el embarazo de los votos ganadores y/o perdedores. Unos por más, otros por menos (poca diferencia, la verdad). Estamos buenos. Los españoles estamos buenos.
Hace poco tiempo, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, comentó a la titular de Defensa, Carme Chacón, al término de su intervención en la sesión de control al Gobierno en el Senado, que «entre la píldora postcoital y la gripe A, estamos buenas». Las cámaras lo captaron y, como suele ocurrir, la bobada se transmitió a toda velocidad, dando más importancia a la frasecilla que al fondo del asunto.
Algo así ha ocurrido después de las elecciones al Parlamento Europeo. Dejando a un lado el hecho de significar quién ha ganado o quién ha perdido, que a mí me importa un pito, sí quiero comentar algo escasamente debatido en los comentarios de los expertos.
Primero. No comprendo a qué viene tanta algarada electoral (la campaña organizada por Leire Pajín —simpático apellido— ha sido desastrosa). Rajoy sostiene que los españoles han votado al PP. ¿Los españoles? ¿Todos? El resultado de las votaciones europeas en España ha sido el 46%. De éste, 6.615.015 españoles, la octava parte de los posibles votantes, es decir, el 42’23 % del 46% ha votado PP. ¿Ese porcentaje inferior con mucho a la mitad de los españoles constituye “los españoles”?
Segundo. La reflexión acerca de las elecciones europeas debería centrarse no tanto en el resultado de las votaciones (debates, informativos y demás triquiñuelas), sino en la cruda abstención de los ciudadanos. ¿Por qué el gentío se abstiene? ¿Por qué la mayoría del personal no acude a depositar su voto en el canalillo de las urnas? ¿Por qué la mayor parte de los ciudadanos da la espalda a los políticos (y políticas) con la indiferencia recalcitrante del que se echa aire con un abanico? ¿Por qué se considera la democracia (ejercicio del voto) como una flatulencia corrupta? ¿Son los políticos culpables de la abstención en Europa?
De aquí debería partir el verdadero ejercicio reflexivo postelectoral. Lo demás son cuentos de Calleja, disimulados entre los colorines de esa Europa que nos va a hacer más libres, más grandes, más solidarios, más esforzados para superar la crisis y más incautos.



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