domingo, 21 de febrero de 2010

LA GORDA Y LA FLACA
JUAN GARODRI
(10-10-2009)

Ya era hora. Por fin ha llegado alguien, sin ojo de buen cubero, que se decide a sacar una revista de moda en la que las modelos no sean delgadísimas, ni sean ‘modelos’. Muchachas de la calle, hermosas y sanas. Abajo la anorexia, arriba los huesos rellenos de carne. «Haremos una revista para las mujeres tal como son, y no como otra gente quiere que sean», afirman Andreas Lebert y Brigitte Huber.
Se proponen editar una revista en que las modelos sean mujeres “normales” (que ya tiene guasa tener que entre comillar la normalidad de una mujer que no es esquelética). Quizá sean seres enfermizos esos diseñadores que ensalzan la belleza de una mujer contemplada, a lo que parece, a través de unos rayos X, esos fenómenos extranucleares producidos por desaceleración de electrones. Me pregunto qué desaceleración se produce en los cuerpos de las infelices que se someten a la ostentación de la moda en las pasarelas. Y en la mente de los diseñadores que eligen tallas ínfimas para introducir esos huesos que consideran bellos. Y si el desfile es de modelos que lucen bañadores para la próxima temporada, la visión es sorprendentemente peor. Yo no admiro esa belleza huesuda que muestra, entre los aparentes tropezones que dan al cruzar las piernas a medida que desfilan, rodillas desnutridas, tobillos escuálidos, hombros consumidos, costillares esqueléticos. Lo único que puede considerarse gordo en su descarnada anatomía son los labios (hinchados como morcillas por la intervención del laser) y los pechos, abultados desproporcionadamente merced a la silicona. Dijo Schelling, quizá por su idealismo romántico, que el secreto de la belleza está en que lo infinito desciende a encarnarse visiblemente en lo finito y en que lo finito se torna símbolo de lo infinito. Tal vez en ello resida la aparente majadería artística de los diseñadores de moda, tan dados a la camisa negra y a las poses indolentes. Que lo infinito, tan sutil e inaprehensible, se reencarna en el cuerpo de una joven subyugada por la promesa de la fama y su cuerpo famélico se convierte en símbolo de la infinitud. Pura transparencia. Ha sido la semana de la moda en París.
Para nosotros, peatones de acera, la hermosura femenina reside en la descripción de la mujer que ya hizo el de Hita. Cuerpo esbelto, brazos torneados, culo mollar, pechos promisorios, labios gordezuelos.

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