miércoles, 23 de diciembre de 2009

ENS AB ALIO
JUAN GARODRI
(18-4-2006)


Tomaba unos vinos el otro día con un conocido en el Copacabana. A esas horas del mediodía ya vencido, en la inocencia inicial de la tarde, ya sabes cómo cae el aperitivo de sardinas escabechadas con la compañía de un verdejo Viura Sierra de Gata. Mi acompañante, que es jurista antiguo, suelta de vez en cuando aforismos latinos de ilustrada profundidad y hay que esperar a que los traduzca, cosa que hace a continuación aunque no sea más que para cerrar eruditamente la boca del interlocutor, abierta de sorpresa y desconocimiento. Venía a decir que, a diferencia del ‘ens in se’, único y supremo, el resto de los mortales no constituye otra cosa que un raquítico ‘ens ab alio’. Es la diferencia entre lo absoluto y lo contingente, entre lo supremo y lo mínimo, entre la concepción de Dios (en el caso de admitir a Dios como ente supremo) como implicación del mundo y del mundo como explicación de Dios.
Platón, que era una lezna agudísima para horadar estas cosas de los influjos metafísicos, lo quedó clavado en el libro VII de «La República» mediante su célebre mito de la caverna. (Aunque Saramago haya pretendido hacer una aporía, por su inviabilidad literaria, con la novela “La caverna”, a imagen y semejanza del mito de Platón, no deja de ser cierto que utilizamos un modo de vida que cada vez va siendo menos el nuestro). No somos más que sombras proyectadas sobre el muro de la caverna, muro al que estamos encadenados con la única posibilidad de mirar hacia la pared y con la imposibilidad de distinguir los seres que se mueven a nuestras espaldas, de los que sólo conocemos la sombra. Necesitamos pues a otros para que nos expliquen la realidad que existe detrás de nosotros, sólo intuida por los reflejos y la sombra proyectada en la pared que encaramos. Dependemos pues de otros para reconocer a los demás. Así que somos seres ‘ab alio’, rodeados de pura contingencia.
Aunque no creas, amigo, esto de los seres ‘a se’ y ‘ab alio’ no deja de ser una pura disquisición filosófica para ostentación y pavoneo de quien sobre ello escribe porque, puestos a comparar, dime una cosa: Bush, por ejemplo, ¿en un ser ‘a se’ o un ser ‘ab alio’? Pues yo pienso que es un ser ‘a se’ puesto que no encuentro a otro ser que se considere supremo más que él. La crisis nuclear con Irán lo endiosa. Nadie puede tener almacenes repletos de uranio, nadie puede tener bombas atómicas salvo él (y alguno de sus aliados). Así que el engallamiento y la chulería iraní le da tres patadas en el poderío, y va y lleva la crisis nuclear con Irán al Consejo de Seguridad de la ONU para que castigue duramente la prepotencia de Mahmud Ahmadineyad que, con un nombre así, no tiene derecho a considerarse un ser ‘a se’, a pesar de que insista en que su programa sólo tiene fines pacíficos.
Otro ser ‘a se’ es el crítico norteamericano Harold Bloom, al menos en el terreno de la cosa literaria porque, con eso de que es el crítico más famoso de la literatura contemporánea, es que el tío no para de dar guerra. Como se considera ‘ens a se’, ahora le ha dado por analizar a Jesucristo y a Yahvé como si fueran figuras literarias y va y compara a Jesús con Hamlet, con don Quijote y con Héctor por la cosa de la duda. Para descacharrarse.
Pero bueno, los demás somos seres ‘ab alio’, dependemos de los otros seres para interpretar la realidad. Que se lo digan al Real Madrid que, aunque a veces se ha considerado más ente ‘a se’ que ninguno, ahora está sumido en una entidad más ‘ab alio’ que nunca. O los jubilados alemanes, seres ‘ab alio’ a causa de la putada que les hace la señora Merkel, que es como obligarles a que dependan de los otros para interpretar su realidad de jubilatas. Lean si no: “Alemania congela las pensiones y eleva a 67 años la edad de jubilación”. Dios nos coja confesados (con el permiso de Harold Bloom). Mis colegas de instituto pueden echarse a temblar porque es posible que no cumplan su deseo de patear el trasero de la LOE cuando ellos quieran. Todo por ser entes ‘ab alio’.

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