sábado, 7 de noviembre de 2009

PETRÓLEO
(13-8-2005)
JUAN GARODRI


Y va el ministro Solbes, prepara su dedo índice, tuerce un poquitín el carrillo, desliza su gafa hasta medio tabique nasal tipo enanito Sabio de Blancanieves, y dice que, en su opinión, según las últimas escaladas del combustible, la subida del precio del petróleo perjudicará seriamente la economía española. Es una opinión profunda y juiciosa, digna de una mente aguda. Menos mal que se le ha ocurrido a él, porque a los españoles, tan torpes como somos, no se nos hubiera ocurrido ni en sueños. ¿Quién iba a pensar que el petróleo sería la causa de la depauperación de nuestra economía? Nadie que se precie de español. Los españoles pasamos por los surtidores para aprovisionarnos de combustible con el aire triunfal de los ricos. Lo mismo nos da que el precio del litro rebase el euro como que no lo rebase. Lo importante es el coche, no el euro. El coche, esa brillante metáfora de la plenitud metalizada en apariencia social. ¿Cómo pensar que el coche, nuestro orgullo y nuestra suficiencia, va a constituir al mismo tiempo nuestra ruina y nuestra decadencia? Por eso es tan aguda la frase de Solbes. Aguda y admonitoria. Porque a nadie se le había ocurrido pensar que el precio carísimo de un litro de combustible llegase a constituir un peligro semejante. El ciudadano marchaba tan tranquilo en su coche, silbando los compases (¿compases?) de Bono el irlandés en el “Vértigo” del megamacroconcierto de U2, más que una religión, tío (lo que demuestra que el ser humano tiene que creer en algo, y aclamarlo), y se detenía (el ciudadano que marchaba tan contento) en el surtidor cercano a llenar su tanque. Y no era consciente del peligro. Pagaba el precio del litro a un euro, o más, y no era consciente del peligro. Pero mira tú por dónde va Solbes y dice: ¡Ojo! ¡La subida del petróleo dañará la economía española! Y nos avisa del peligro. Y es que Solbes, además de inteligente, es la bondad pura. No quiere que los españoles suframos pensando en la ruina. No quiere que pasemos «del éxtasis al rencor» sin transición automovilística. Por eso, el buenazo de Solbes, después de quitarle importancia en cientos de ocasiones al impacto del crudo en la economía española, ya no ha podido más y ha pensado que es mejor advertir al ciudadano. Porque aunque es cierto que el PIB aumentará este año un 3’3 %, también lo es que aumentará en 2006 ese mismo porcentaje siempre, claro, que el precio medio del barril de petróleo no supere los 52,45 dólares. La madre del cordero negro está en que ahora mismo el precio del barril supera los 60 dólares y que en 2006 probablemente los quede atrás. Si no fuera por eso, nuestra economía no correría peligro. Y, desde luego, si el precio del barril de petróleo se mantuviese en 30 dólares, como hace unos años, el PIB hubiera aumentado un 6 %, o más. Seríamos riquísimos. Pero no hay que preocuparse. La aceleración de reformas estructurales (¿?) para conseguir un mayor crecimiento económico es pan comido. ¿Las qué? Sí, las reformas estructurales. No, qué va, no se trata de reformar la estructura del impuesto que grava el litro de combustible. Si el Gobierno rebajase el altísimo porcentaje que detrae de cada litro, y éste costase 50 céntimos en lugar de un euro, la cosa se solucionaría fácilmente, pero así no tendría gracia. Lo importante es conseguir los objetivos económicos con esfuerzo y dificultad. Por ejemplo: una buena reforma del mercado de trabajo para que los agentes sociales se rompan los cuernos y salgan a palos la temporalidad y los contratos. Pero el combustible, ni hablar. Ni tocarlo. Que los árabes suben el precio del petróleo, pues a subir el precio del litro en las gasolineras. Eso sí, avisar hay que avisar de que la economía puede resultar seriamente dañada y de que los bolsillos de la ciudadanía pueden resultar peligrosamente agujereados. Y hala, a utilizar el coche para ir a comprar tabaco.

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