domingo, 15 de noviembre de 2009

MEN IN BLACK
(3-12-2005)
JUAN GARODRI


Estamos de luto. Hombres de negro. Y también las mujeres, por supuesto. Women in black. Y no solamente por el triple asesinato de los joyeros de Castelldefels, sino por los homicidios diarios que sin cesar aparecen en cada crónica de los telediarios, de los boletines informativos, de las noticias de prensa. Violencia doméstica. Mujeres asesinadas, torturadas, quemadas, defenestradas. ¿Qué pasa en España?, decía el sábado anterior. (A propósito: la metí doblada con lo de «Esta España mía, esta España nuestra», que atribuía a Ana Belén. Un lector avisado me dijo, “Oye, que no fue Ana Belén, que fue Cecilia la que cantó lo de la España mía, la España nuestra. Te has colado, listo”. Efectivamente, me colé. Con las manos juntas, en humilde actitud de súplica, pido disculpas al personal lector. Está visto que no es lo mío la cosa de la canción). Preguntaba hace un rato qué pasa en España. Con lo de los asesinatos casi diarios. Suelo elegir para mis artículos acontecimientos que la gente comenta en la acera, en el bar, en la tienda, en el paseo. Y la gente está que trina. La acusada inseguridad ciudadana que padecemos pone de uñas al personal. El gentío rechaza la permisividad que ha instalado el sistema. No particularmente la permisividad de la policía con los delincuentes sino, sobre todo, la permisividad de unas leyes que supuestamente los favorecen. ‘Entran por una puerta y salen por otra’, claman. Es natural que la policía, la guardia civil, los encargados de mantener el orden, se inhiban en muchos casos (y esto si no reciben órdenes ‘de arriba’ para la no intervención), porque ocurre que se juegan el pellejo para detener a los delincuentes y ven con cabreada sorpresa que están de nuevo en la calle a las pocas semanas o a los pocos meses de su detención. Otros vocean contra los jueces. Qué coños de justicia tenemos. Así y todo, parte del gentío comprende que la mayoría de los jueces se atiene a la ley, se limita a aplicarla, y admite que no son culpables de que la ley ‘esté así’. Habrá entonces que cambiar la ley, claman los inconformes. Porque, vamos a ver, si se pretende modificar parte de la Constitución para dar cabida al Estatuto catalán, ¿por qué no se puede modificar el código penal? Nada de favorecer al delincuente. El que la hace, que la pague. Siempre que se demuestre su culpabilidad, naturalmente. Nada de reinserción y otras gilipolleces. Si a un tipo le caen 20 años, que los cumpla en la cárcel sin restarle un solo día. Lo de la reinserción y la condonación de la pena es un avance progresista, cierto, fruto de un sistema democrático que funciona. Pero no todas las teorías progresistas sientan bien a la democracia. Algunas incluso la perjudican. Como ésta de soltar a los presos, así por las buenas. Dime a ver quién le reinserta la vida a los joyeros de Castelldefels, o a la mujer quemada por su pareja, o al padre que recibió las puñaladas del hijo, tipejo. ¿Quién reinserta a las 315 mujeres que murieron a manos de sus maridos, parejas o ex compañeros, entre 1999 y 2003? En 2004, 72 mujeres fueron asesinadas. En lo que llevamos de 2005, más de 60. ¿Quién las reinserta en la vida?
Estamos de luto y la gente de la calle así lo siente. No hace falta vestirse de negro, cierto. Ya lo hacen, no sé si será por alivio de luto, los intelectuales. Aunque no creo que la negritud del atuendo aumente la capacidad intelectual. Por aquello de la mona vestida de seda, ya saben.

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