domingo, 15 de noviembre de 2009

ESTUPIDECES
(17-12-2005)
JUAN GARODRI


Bueno, pues hoy va la cosa de lo que uno lee y oye por ahí últimamente. Estos días de puente (pertenezco al grupo de los tipos raros que no viaja durante los puentes, sobre todo sin son excesivamente largos, ya sabes, ponerse uno a viajar en un puente como el de la Constitución Inmaculada —¿o inmaculada constitución?— es comprar un décimo de la lotería de la muerte, 100 muertos este año, qué barbaridad) me dio por leer unos estudios de Roy C. Macridis y Mark-Hulling sobre la cosa de las ideologías. Qué bárbaro, no son las emociones ni las conmociones las que nos impulsan a actuar sino las ideologías. Tú vas por ahí, tan tranquilo, con tu taxi, buscando el curre nocturno para ganarte los garbanzos, y va un hijo de puta y te corta el cuello. Pues nada, probablemente, ha actuado a impulsos de su ideología. Y es que las ideologías son la leche, sobre todo si es una ideología contraria a la que alimenta tus descomposiciones neuronales. Hay quien asegura que la sociedad actual está totalmente mediatizada (idiotizada) por el consumismo debido a su irreversible identificación con la falta de valores. Esta ausencia de valores tiene una causa: la desaparición de las ideologías. Toda ideología, que en el plano teórico desarrolla un cuerpo de doctrina coherente, en el plano práctico se traduce en unos comportamientos que empujan a actuar en un sentido determinado: son los valores inherentes a esa ideología. Así que, oh lector, si la sociedad carece de valores es porque las ideologías (soporte de esos valores) se han derrumbado. ¡Cataplaff! A la muerte de Dios, aseverada por el irracionalismo intuicionista de Nietzsche, se une ahora la muerte de las ideologías, o al menos su infarto de miocardio. Pero no te turbes, lector conspicuo, que para eso están Macridis y Hulling dispuestos a la implantación del bypass ideológico. Sostienen los tíos que de morir las ideologías, nada. Que las ideologías perviven y constituyen en sí mismas el ‘sustento’ actitudinal de todos y cada uno de los seres humanos. ¿Entiendes, tronco? ¿Entiendes por qué la zapatiesta entre Rajoy y Zapatero se mantiene en plena efervescencia? La ideología de cada uno. Además, naturalmente, a esto hay que añadir la analogía fonética entre Zapatero y zapatiesta, que es como echar leña al fuego. Y añadirás también la no menos analógica (con)fusión entre Rajoy y rajar: ¿qué va a hacer el hombre sino eso, rajar constantemente de la zapatiesta?
Ahora bien, para la cosa de las ideologías nada tan sutil como esta frase leída en el teletexto, frase pronunciada por dama de alta representatividad nacional digna de consideración: «La verdadera igualdad se producirá cuando haya tantas mujeres tontas como hombres tontos en puestos importantes». ¿Es una agudeza clarividente o es una cagada del estreñimiento ideológico? ¿Qué ideología la ha impulsado a equiparar a las mujeres tontas con los hombres tontos para desempeñar puestos importantes? ¿O tal vez quiere decir que los puestos importantes están desempeñados por hombres tontos cuando hay tantas mujeres no tontas que podrían desempeñarlos? ¿O quizá sugiere que los hombres tontos lo son porque carecen de ideología adecuada para desempeñar el puesto importante? ¿O, finalmente, oculta la idea de que la abundancia de hombres tontos predomina sobre la carencia de mujeres tontas? En fin, la encrucijada ideológica se entremezcla y enmaraña como red de pescar y tal vez por eso los catalanistas aseguran que no es por ideología, no tú, la instalación de oficinas de denuncia para sancionar el no uso del catalán sino para defensa de su identidad ‘nacional’. Carod-Rovira tendrá bigote pero su ideología es limpia como otra patena (la primera fue la de Zapatero). Por eso afirma que el PSOE no le hace el caso que debiera porque está acojonado por la cosa del boicot. Esta ideología limpia (a costa de la ideología ajena) se merece una estatua.

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