sábado, 7 de noviembre de 2009

BOCATAS DE PINGANILLO
(24-9-2005)
JUAN GARODRI


No suena bien. La eufonía es a la palabra lo que el ‘vibrato’ a la cuerda del violín. Una ondulación sonora que percute hermosamente en la sensibilidad. Y pinganillo no, no suena bien. La lengua castellana (los extranjeros la llaman lengua española, nosotros no nos atrevemos a cuenta del Estatut y la zorrera identitaria, no sé qué pensaría Amado Alonso con su “Castellano, español, idioma nacional” de las actuales gilipolleces patrias) la lengua castellana, pues, riquísima en la variedad de acepciones que atribuye a una palabra, escasea con esto del pinganillo y el DRAE le atribuye el significado de carámbano. Supongo que pinganillo derivará de ‘pingar’ por su apariencia de colgajo, y no de ‘pinga’, aunque también, por la disminución despectiva que le impone el sufijo identificándolo con un pene raquítico.
La prensa deportiva habla con fruición del pinganillo. Lo ha puesto de moda un tal Wanderlei Luxemburgo, según dicen. Cursos y cursillos de perfeccionamiento para que los sabios consejos futboleros cuelguen de la oreja de Raúl y los distribuya por el ‘cuadrado mágico’ en el campo de juego. Así les va. El pinganillo ha demostrado su ineficacia (o su artificio gafe) porque desde que Luxemburgo lo utiliza el Madrid no ha vuelto a comerse una rosca. Y el culpable es, sin duda, el pinganillo, en el buen sentido de la palabra.
Sin pinganillo veo “59 segundos”. Juro por Hércules que no es para saborear la belleza suave de Mamen Mendizábal, sino para ‘seguir’ una tertulia en la que, por fin, se pueden escuchar opiniones razonables sin que se apelotonen barriobajeramente las voces de los contertulios, gracias al pinganillo erecto que se convierte en micrófono sumergible.
Con el pinganillo puesto: elecciones en Afganistán. ¡Qué empeño, Señor! Me refiero a la tozudez occidental de que ‘todos’ los países (incluidos los que están en el culo del mundo) se constituyan en democracias. Olvidan nuestros excelsos políticos occidentales que de la panza sale la danza (‘primum vivere deinde philosophare’, de Hugo Grocio). ¿Para qué coños quieren esos países una democracia si carecen de agua y de pan? Ah, joder: hay que exportar democracia como si las ideas fuesen tomates.
Oigo por el pinganillo el debate fundado en una comparación (odiosa, como todas): ¿Por qué le niegan a Telemadrid su segundo canal, “La Otra”, y le conceden a Canal + la emisión analógica en abierto de “La cuatro”, además de Castalia TV? No me extraña que haya quien opine que con los Gobiernos ocurre como con los árbitros: cuanto menos se hacen notar mejor actúan
Incrusto el pinganillo en la oreja izquierda para escuchar música clásica. Ahora ando con las sonatas para piano de Beethoven. Una excepción: Joaquín Sabina, casi más poeta que músico. Me han regalado su última obra y gusta, como siempre, a pesar de su actual voz decrépita de vejete vicioso.
Sin embargo, para lo que mejor se presta el pinganillo es para el encanto de la promesa. Oigo: para 2006 Zapatero promete 300.000 puestos infantiles en los Colegios y 40.000 becas más. También prometió el apoyo de Madrid al Estatuto que saliera del Parlamento catalán y son ahora sus ministros quienes intentan sacarle el bolo del tragadero. Promesas. Mientras tanto, en los IES se reducen plantillas, aunque poco, para que no se note, y se aumenta la ratio de alumnos por aula. Calidad de la enseñanza. Cómo me lo maravillaría yo, Señor, para sufrirme la sacramentalidad de la palabra transfigurada en ojos blandos y promisorios. Y el gentío con las tragaderas dispuestas, en un afán sin duda meritorio, para deglutir devotamente la sagrada promesa de la salvación educativa. Los Simpson también procuran expandir la identidad educacional de su entorno. Y va la gente y se ríe.

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