sábado, 7 de noviembre de 2009

FÚTBOL Y TELENOVELAS
(3-9-2005)
JUAN GARODRI


El hombrerío está de enhorabuena, al menos gran parte del hombrerío, vamos que me atrevo a afirmar e incluso a jurarlo ante el altar de Hércules (a Aníbal le hizo jurar su padre odio eterno a los romanos) que la inmensa mayoría de los hombres españoles (por lo que nos toca, que en Europa no nos andan a la zaga) está de enhorabuena porque acaba de empezar, oficialmente, la temporada futbolística. Las aburridas tardes veraniegas de paseo y terraza sin la añorada melopea del gol, distensión vocal que alarga la o inacabablemente, qué delicia, gooooool hasta agotar la respiración, esas tardes cerveceras de verano, ya digo, ven próximo su fin, como desabridas nubes algodonosas que cuelgan de un cielo agobiado y canicular. Vuelve la vespertina exultación del fútbol. Alegría y felicidad. Alienación (que no es lo mismo que alineación). Lo único que existe es el fútbol. Lo único que existe es el hombre, dijo Sartre invocando a Heidegger (porque no sólo las viejecitas invocan a los santos: también los filósofos invocan a los suyos, sobretodo a partir de la zancada de tono antropológico que saltó desde la existencia a la ex-sistencia. Cosas). A día de hoy, que dicen los palabreros, puede afirmarse que lo único que ex-siste es el fútbol. Es como si el hombrerío se hubiera hartado de incendios y devastaciones, de violencias callejeras y domésticas, de políticas y talantes, y refugiase su desolada interioridad en el fútbol. Es inclemente la mediocridad psicológica. Cada uno lleva a cuestas sus devastaciones interiores y, ante la escasa posibilidad de reconstruirlas, se encarama en la tabla de salvación del fútbol. Dios, y qué sesión de fútbol. ¿Fútbol? En los programas de deportes, abundantes y reiterativos, se informa de todo cuanto rodea al fútbol, de los millones que se pagan por los traspasos, qué deslumbramiento, qué atontamiento, todos con la boca abierta, 38 millones (de euros) que ofrece el Newcastle por el niño Torres y no se ha ido del Atleti, 25 millones (de euros) por Sergio Ramos, tan sus gafas y tan metrosexual, que sabe Dios por qué Del Nido lo ha dejado marcharse, arduas y difíciles negociaciones, con flecos y todo, que nunca se sabe si los flecos son adornos o son restos deshilachados. Se habla mucho, demasiado, de fútbol, cuando lo que gusta es “ver” fútbol. La noche del domingo uno busca el refugio del sofá para “ver” las jugadas y se encuentra con un nuevo programa, el ‘Rondo’, donde varios contertulios hablan y hablan y hablan de fútbol. Un cotorreo de fútbol fastidioso. Porque uno lo que quiere es “ver” (repito) fútbol. No quiere oír hablar de fútbol. Pero nada: se ‘visiona’ un gol, un gesto del árbitro, una patada en la rótula, una estirada de Casillas. Y a hablar otra vez.
Por otra parte, el mujerío también está de enhorabuena. Las tertulias salsarroseras van de culo y poco a poco son sustituidas por telenovelas que echan a volar emocionalmente las mariposas íntimas de la rivalidad y el deseo. (¿A dónde fuisteis, Crónicas Marcianas, con la cutrez consolidada? Hay quien afirma, en este sentido, que pronto ya no habrá tomate, ni aquí ni en ningún sitio). Así que el mujerío ya no le dice al hombrerío lo de “qué aburrimiento, siempre estáis con el fútbol” porque ellas se han pasado las tardes de la semana viendo ‘Los Gavilanes’ y comentan con las amigas la guapeza de Franco, con sus ojos eróticamente azules, tan mono, mujer, y lo buenos que están los tíos, como para mojar pan. Porque ahora el acoso lo inicia el ‘femineo sexu’ y los hombres a callar y a contentarse con las opiniones de Javier Clemente.

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