jueves, 9 de julio de 2009

LOS CALLOS DE RONALDO
(17-10-1998)
JUAN GARODRI



Desde luego lo interesante del fútbol no es el fútbol. Descarto la descripción marujona y perversa (y tópica) de que el fútbol consiste en veintidós mocetones en calzoncillos corriendo desesperadamente detrás de un cuero inflado, dándose leña de manera inmisericorde mientras son perseguidos implacablemente por un tipo vestido de negro (el tipo suele tener barriga cervecera), y todo eso. Pero insisto, lo interesante del fútbol no es el fútbol.
Si los plumíferos (que Larra me perdone), esa nube peligrosa y alérgica de avispas caracterizada en la comedia clásica por Aristófanes, entrevistan a Valdano, por ejemplo, no hablan de fútbol. Le preguntarán por la conjunción sistemática de la estrategia. Y Valdano responderá que la conjunción sistemática de una estrategia preconcebida se afianza en la estructura lineal y elástica de la penetración para obtener unos resultados globales que incidan en las cualidades diferenciadoras del conjunto. Y así. Teniendo en cuenta, además, que Valdano filosofa con esa fluencia longitudinal con que los gauchos lanzan la cuerda para derribar a los terneros en las pampas, llego a la conclusión de que la antedicha frase valdaniana bien podría aplicarse también a los vendedores de coches usados o a los aspirantes a un master de marketing de empresa. Incluso los fontaneros y los electricistas y los barrenderos y los carpinteros y los marmolistas podrían incidir, por qué no, en el hecho de la penetración.
Si José Ramón de la Morena entrevista a Ronaldo, por ejemplo, lo más probable es que no hablen de fútbol. (Sabido es que con Ronaldo es imposible hablar de fútbol o de cualquier otra cosa, dado el laconismo dentudo y melonero de sus respuestas). Preguntará el periodista al famoso astro acerca del grano, enrojecido y rabioso, que le ha madurado en el culo y, si Ronaldo lo niega, De la Morena insistirá en que lo sabe de buena tinta. Reclamará, además, la verificación de si Ronaldinha se lo desinfecta con alcohol o con agua oxigenada y se interesará por la operación desinfectante y, flotando en un ámbito más inquisitorial que periodístico, averiguará si la desinfección es diaria o si el hecho desinfectante se produce dos veces al día y, en fin, conocerá si la aplicación alcohólica escuece o, por el contrario, produce una reacción gratificante y regeneradora. Le aconsejará, además, que utilice un linimento idóneo, a juzgar por el efecto beneficioso e higiénico que el curativo produjo en Manolete hace dos meses, cuando lo del divieso en la barriga. Y, a continuación, interviene Ma-no-le-te y pregunta a Ronaldo cómo le va con los callos. “Callos, no, dientes”, responde el dentudo avergonzado. Y Manolete le recomienda un producto para callos utilizado por Jesús Gil para embadurnar las pezuñas de Imperioso.
Si cualquier mañana (que Dios le ampare, hermano), alguien nutre su insaciable apetito cultural hojeando las páginas de un periódico deportivo, el Marca, por ejemplo, advertirá que las pautas magnificadoras e hiperbólicas (la mayoría de las veces) no van dirigidas al fútbol, ese pretexto balompédico para generar ingresos, ventas y ganancias a todo meter. Las pautas magnificadoras, o sea, se encaminan velozmente a exaltar la gresca internacional y multilingüe entre la RFEF y la FIFA, o entre la RFEF y Jesús Gil, o entre Jesús Gil y sus entrenadores o entre Ruiz de Lopera (el de la sacra estampa en el bolsillo) y Jesús Gil o entre los porreros y los guardias municipales de Jesús Gil o entre la paranoia de Villar y la de Jesús Gil. Además, el lector ingenuo y deslumbrado comprobará los miles de kilos que elevan las cláusulas de rescisión a unos cielos inalcanzables (“kilo”, ese neologismo nauseabundo de la avidez monetaria), verificará los encrespamientos que corrompen la unidad de las plantillas, evidenciará las juergas nocturnas de sus integrantes (¿cómo van a rendir en el campo? ¡qué vergüenza!, o sea), conocerá los procedimientos utilizados para la depredación amorosa por algunos jugadores en los itinerarios de la noche y, en fin, sabrá con exactitud el número de pie que calza Juninho.
Digo yo, para terminar, que si lo más interesante del fútbol no es el fútbol hay que echarle imaginación al asunto para explicar el hecho de que haya tanto aficionado al fútbol sin hablar de fútbol, o sea.

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